29.6.11

Aleix

Vivir no es entrar por gusto en un sitio previamente elegido a sabor, como se elige el teatro después de cenar, sino que es encontrarse de pronto y sin saber cómo, caído, sumergido, proyectado en un mundo incanjeable: en este de ahora. Nuestra vida empieza por la perpetua sorpresa de existir, sin nuestra anuencia previa, náufragos en un orbe impremeditado. No nos hemos dado a nosotros la vida sino que nos la encontramos, justamente, al encontrarnos con nosotros. Un símil esclarecedor fuera el de alguien que dormido es llevado a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que lo despierta, es lanzado a las baterías, delante del público... Pues se halla sumido en una situación difícil sin saber cómo ni por qué, en una peripecia; la situación difícil consiste en resolver de algún modo decoroso aquella exposición ante el público, que él no ha buscado, ni preparado, ni previsto. En sus líneas radicales la vida es siempre imprevista. No nos la han anunciado antes de entrar en ella -en su escenario, que es siempre uno concreto y determinado-, no nos han preparado.

Ortega y Gasset, J.: “Meditación de nuestro tiempo” en Obras Completas, XII, pág. 35


(Esta tarde nació Aleix, mi segundo sobrino. Sus ojos dibujaban la sorpresa de existir de la que hablaba Ortega. Lógicamente, este post sólo puede estar dedicado a el: ¡bienvenido!)

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