15.7.16

Sin engaños, pese a todo

La comparación del mundo de la ETA político militar con  la militar que se deduce del buen libro de Gaizka Fernández no debe hacer olvidar el carácter terrorista y criminal de los polis-milis. Fue una organización que vivió para matar y que se lucró con todo tipo de actividades delictivas, especialmente los secuestros, de los que obtuvo 500 millones de pesetas según el diario Egin y según Florencio Domínguez más de 650 millones. Con este dinero se financiaba a EIA. La fórmula, como recuerda Gaizka Fernández, consistía en que dos o tres veces al año algunos responsables de EIA acudían el País Vasco francés para recoger bolsas repletas de billetes.
En el esperpéntico panorama de la España de la época, la propia guardia civil, achacaba un aumento puntual de los atracos de ETA político-militar al intento de potenciar la campaña propagandística electoral de su rama política. Una anécdota reveladora: según Ángel Amigo, el productor de la película de Imanol Uribe, La fuga de Segovia, los guardias que custodiaban las armas tenían problemas con el cobro de dietas, y les preguntaron cómo que no tienes dinero si acabáis de hacer un atraco en Villabona. El productor dijo bueno y de ahí cobraron. Parece que el ministro Rosón sabía todo aquello pero prefería, según confesó  que se gastaron el dinero en libros y en películas que en municiones y bombas.

Aquella España. 

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