17.12.15

Benedict Anderson (I)

Todos empezamos a ver el mundo de otra manera, cuando nos hacemos mayores. Ahí estaba yo, de pequeño, nacionalista como cualquier otro. Las cosas empezaron a cambiar con aquel Auto de terminación. Y luego llegó Benedict Anderson. Leí el otro día en El Mundo que murió en Indonesia hace unos días. El hombre que nos enseñó a ver las cosas de otra manera. El que nos abrió la primera puerta. Algunas de las enseñanzas recogidas en su maravillosa reflexión sobre las Comunidades imaginadas las tengo aún guardadas en la memoria. Por ejemplo, las tres paradojas ante las que se enfrenta cualquier estudioso del nacionalismo: 
  1. La modernidad objetiva del fenómeno frente a la antigüedad subjetiva que le atribuyen los propios nacionalistas.
  2. La universalidad formal de la nacionalidad (todos tienen una nacionalidad en el mundo moderno) frente a la particularidad irremediable de sus manifestaciones concretas (el nacionalismo israelí es diferente del gallego).
  3. Finalmente el poder político de los nacionalismos frente a su pobreza y aun su incoherencia filosófica.

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