12.5.15

Las cosas

Vuelvo a Borges, pero esta vez como en un espejo. Es un buen sitio al que regresar. A uno de sus más hermosos poemas: Las cosas. Ayer nomás dimos de baja a uno de los miembros más ilustres de la familia. Desde 1970 llevaba con nosotros. Recuerdo su matrícula, creo que lo haré toda la vida. Recuerdo sus pegatinas, recuerdo su olor. Recuerdo, porque eso lo descubrí más tarde, que sólo tenía cuatro velocidades y que no tenía ni cierre centralizado ni espejo en el lado derecho. Tenía estárter, claro que lo tenía, como tenía un sonido inconfundible, una baca y una radio vieja. Y tenía, sobre todos, decenas y decenas de viajes a Senabria, primero de mi padre, luego de mis padres, y luego de toda la familia junta. Lo jubilamos de hecho en 1990, o 1991, no estoy seguro, pero siguió con nosotros hasta ayer. 

Y aunque no durará más que nuestro olvido, es seguro que, como decía Borges, nunca sabrá que nos fuimos...

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