9.5.14

El Estrecho

Me emociona cruzar el Estrecho. Pasar por donde Hércules, con su maza, abrió un tajo de agua, entre el monte Calpe y el monte Abila. Nos tiramos el viaje en cubierta. Dos mundos separados por apenas quince quilómetros. Dos mares. Dos vidas. Es la primera vez en mi vida que voy a pisar tierra continental africana. La España africana: los restos de una política de seguridad de la Monarquía que pasaba por disponer de enclaves en el norte de África para defender al país del inquietante (y desconocido) vecino del sur.

Y mientras enfilamos Ceuta recuerdo aquellas conversaciones a la lumbre con mi abuelo: "me adelantaron la quinta por Annual" y allí marchó, a servir en la "Comandancia de Artillería de Montaña de Larache". Casi tres años en el Protectorado, sin volver por casa, asistiendo al capitán José Iglesias Varela. Deseando que lo hiriesen para poder volver a España. Tres años estuvo allí y volvió ileso "los muertos colgados de los árboles", eso no se olvida. Como tampoco olvidó nunca aquellos hechos de armas en los que participó, tal y como reza su expediente militar: "Fedan-Domi-Tarrarut, Fetel-Burhasem, Mederah y Dal el karía".

Llegamos al puerto...

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