11.1.14

La Jornada del Foso...

La historia se olvida. Forma parte de la lógica de la vida.  El otro día se nos fue una conversación hablando de la Jornada del Foso. Era el mes de junio del año 901. Zamora era una plaza fuerte. Zamora la bien cercada, como nos enseñó el Romancero. Más de mil años ya. No era aún la ciudad levítica que todos conocimos después. Era una ciudad de frontera, habitada por cristianos y por judíos. Un mundo que iba desplazando poco a poco su centro de gravedad hacia el sur. Aquel mes de junio, caluroso, Ibn-Al Quit, conocido como la Gacela y que se presentaba como el Mahdi amenazaba con sesenta mil soldados a la ciudad. Defendía la ciudad el soberano Alfonso III. El Grande. El hombre al que, quizá, los senabreses deban el ser lo que son. El hombre que bajó la frontera hasta el río duradero. Principia la lucha y, cuentan las crónicas, quizá la leyenda, que un eclipse de luna siembra el pánico entre los musulmanes, que son derrotados. La ciudad se salva. El Duero se consolida como frontera. La lucha continúa, siempre hacia el sur.


La Jornada del Foso. En un país con una élite más culta, o quizá menos acomplejada, los niños recitarían la historia de carrerilla pero ya sabe usted, Don Juan Afonso, que esta es Castilla, la que face los omes e los gasta.  

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