Acabó
2013. Un año menos.
De todas las etapas de la vida salimos aprendidos: a veces más sabios y quizá por eso
más cínicos. A mí el año se me hizo largo. Sobre todo el primer semestre. Este
mundo moderno, en el que todo lo sólido se desvanece en el aire. En el que
amores eternos duran unos meses, amistades inquebrantables se desgajan al
primer golpe y en el que uno (“Ya lo ves, / no siempre me va bien”,
cantaba La Fuga) acaba
entendiendo aquella magnífica reflexión que dice alguien en The
Wire: “Si quieres hacer
reír a Dios, cuéntale tus planes”
Vamos
a por 2014, que ya hemos perdido mucho tiempo…
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