10.6.13

Aquellas mujeres...

Mujeres. Las imagino fuertes. Las recuerdo valerosas. Las veo en aquella Sanabria, en aquel mundo que fue desapareciendo conforme avanzaba el siglo. Quiero imaginar así a muchas de las mujeres de las que vengo: aquella Micaela, muerta joven; aquella Paula, muerta de pena; aquella Petra, la mujer más sabia que los siglos vieron nacer en San Justo y que casó en 1883 con un nombre al que se tragaron las minas. Y si las quiero describir, quiero hablar de ellas como lo hace Héctor Abad con su madre y su abuela en el olvido que seremos (página 71).

“Creo ver en la mente de mi abuela Victoria, y también en la de mi mamá, una cierta conciencia atormentada por la contradicción de sus vidas. La abuela y mi mamá siempre fueron, por temperamento, profundamente liberales, tolerantes, avanzadas para la época, Sin una brizna de mojigatería. Eran alegres y vitales, partidarias del gozo antes de que nos coman los gusanos, patialegres, coquetas, pero tenían que ocultar este espíritu dentro de ciertos moldes externos de devoción católica y pacatería aparente. Pero al mismo tiempo [Mi abuela] no podía liberarse de su educación a la antigua. Y así, trataba de compensar su liberalismo de temperamento con un exceso de muestras exteriores de fervor y adhesión a la iglesia, como si se pudieran salvar las formas, y de paso su alma, a fuerza de los rutinarios rosarios que rezaba y de los ornamentos que cosía para los curas jóvenes de las parroquias pobres.

Esas mujeres alegres, liberales por temperamento, atrapadas entre la oscuridad de su entorno más cercano y un aterrador, esa es la palabra: aterrador, complejo de culpa.

Esas mujeres alegres.

Esas mujeres.


Esas.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada que objetar amigo Perdiu a tu post de hoy. Entre otras razones porque mi madre y mi abuela eran como tú las retratas. Pero yo conozco (y tú también) a mujeres 180º a la inversa y no de aquella época, sino de las actuales generaciones. No pocas de ellas han llegado a ministras y son ministras, y han llegado a presidir y presiden instituciones y observatorios de mujer defensoras de leyes anticonstitucionales y de odio a los hombres. Y abundan como la mala hierba en todos los partidos políticos, y en toda clase de instituciones sociales (colegios, universidades, colegios profesionales, medios de comunicación, bufetes de abogados matrimonialistas, etc.).

Parafraseando uno de los muchos dichos hembristas “Detrás de cada gran hombre siempre hay una gran mujer” (siempre me he preguntado si el paralelismo existe también “detrás de un mal hombre”)…

…..que tal vez haya llegado el momento de preguntarse también, si “Detrás de cada gran madre y abuela ello es suficiente para garantizar una gran mujer”.

Los datos, al menos desde 1968, parecen ponerlo en duda…. “con la generación de mujeres más preparada de la historia”.

Y es que amigo Perdiu, por grandes que hayan sido nuestras madres y abuelas, el mérito no se hereda, sólo los bienes, e incluso éstos, pocas son las herederas que han logrado mantenerlos. Más aún, afirmo que las mujeres como las antedichas, si hoy son más ricas que sus madres y abuelas, los son gracias a las subvenciones que reciben las organizaciones para las que en ellas trabajan. Es decir, ese nivel de vida económico del que disfrutan, lo tienen porque vía impuestos nos los roban a todos.

“Detrás de cada gran mujer….”

Un saludo

Pablo el herrero