Ando
ahora con el siglo de caudillos, de Enrique Krauze.
Tenía ganas de leer algo del intelectual mejicano, un tipo serio al que sigo en
sus Letras Libres. Este siglo de caudillos, una biografía
política del XIX mejicano un libro magnífico, para entender algo de la historia
de Méjico, esa “España a lo bestia” al otro lado del mar, como la
definió un día un amigo. Un par de curiosidades del libro: la bandera
mejicana, la tricolor, recoge en sus colores el catolicismo (el color blanco) la
independencia (el verde) y a España (el rojo). Qué cosas. Otra. Algunos de los
próceres de los primeros años del Méjico independiente, el que convirtió al
país en lo que es hoy, fueron realistas antes de ser independentistas. Realista
fue Agustín de Itúrbide, Emperador y padre de la patria, como
realista había sido Santa Anna, el hombre sin el que no se entiende el Méjico moderno. La lucha de la
independencia fue más una querella entre criollos que una lucha contra una
madrastra lejana y tirana...
Otra cosa es lo que se contó después, pero ya sabe
que los pueblos, cuando escriben su historia, eligen de manera cuidadosa las
cosas que conviene no recordar.
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