16.4.13

A Venezuela en taxi...


Supongo que si Arcadi Espada leyera este post no tardaría en sospechar que mezclo de manera ventajista ficción con realidad. Todo demasiado casual; pero la vida, como demuestra la historia de Sugar Man, es a veces más sugerente que  la  fiction
Cojo el taxi en la puerta del garaje, cargado de enaras y de trastos. A Gómez Moreno, por favor, me responde un acento caribeño, aún no sé bien si cubano, panameño o venezolano. No tardamos en hablar. Siempre de usted. A las personas se las respeta cuando no se las conoce. Luego el tiempo pone ya a cada uno en su sitio. Es caraqueño. No tarda en sacar el tema de Chávez. Vino hace ocho años a España. Han robado las elecciones, me dice por el retrovisor, y mi país se hunde sin que nadie haga nada por evitarlo. Me cuenta de la inseguridad, en la ciudad que lo vio nacer: hasta doscientos muertos de manera violenta al mes en Caracas y a los dos nos ataca la nostalgia hablando de aquella Venezuela inmensa y rica a la que llegaban, en patera, hordas de canarios hasta los años sesenta. 
Llegamos a la plaza. Mientras se baja me confiesa, algo ruborizado, sé que no está bien, pero me alegro mucho de que el tirano muriera. No hay reproche en mi mirada. Un apretón de manos. Suerte en la vida.


PS: hablando de Espada, ese cierre en la columna de hoy. tan demoledor para los que siempre hemos soñado con una derecha liberal, culta e internacionalista:  “[…] no hay que engañarse. Rajoy tiene sus propios números hechos. Nadie llega a la presidencia de Francia o de los demócratas americanos desdeñando la cultura. Por el contrario, Rajoy sabe que puede llevar de regalo al Papa una camiseta de la roja en facsímil”.

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