Hay un apartado del ensayo de Arroyo que entronca de manera lógica con las enseñanzas de Taleb en el Cisne Negro. La dificultad de conocer. Y la angustia que resulta tras comprender que no hay relatos. ¿Cómo vencer la anomia que sigue a esa conclusión?. Las
narrativas generan la ilusión de relatos cerrados, con un principio y con un
fin. Nada de eso es real. Esa ilusión confortable de que comprendimos el
pasado, entendemos el presente y, por lo tanto, no tenemos nada que temer del
futuro. Es duro asumirlo, pero apenas controlamos nada del mundo que nos rodea.
Nada de nada. Por eso quizá, como dice el autor, somos indulgentes con nuestros
errores y sádicos con los errores ajenos.
Por eso el drama de las crisis es que quizá nunca entendemos qué las causó. Y oigo a Baudrillard a lo lejos recordándome aquello de moriremos, si es que hemos nacido...
PS: PhilipTetlock, un psicólogo de la Universidad de Pensilvania, estudió con paciencia
durante veinticinco años las previsiones de los expertos en asuntos políticos.
[…] Tras recoger 85.000 predicciones en total, Tetlock demostró que los
expertos erraron más que si simplemente hubieran respondido al azar. Si
hubiéramos puesto a un simio a pulsar botones con las posibles opciones, los
monos habrían acertado más que los expertos que se estudian los asuntos y se
ganan la vida con sus análisis.
Arrollo,
Luis: El poder político en escena. Historia, estrategias y liturgias de lacomunicación política. RBA, Barcelona, 2012. Pags 316 y 317
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