Estuvimos en ARCO, cortesía del Marqués de Pi i Vidal. Hace mucho
que no me acercaba a la feria. La prensa, como tantas otras veces, atenta a los
detalles ridículos: un extintor por aquí, un insulto por allá. Algunas obras
magníficas. Hay algo mágico en el arte. En todo el arte. También en el moderno.
Provocar emociones en el espectador, ser capaz de mirar más allá de lo que uno
ve. El arte nos muestra lo que fuimos. Y nos permite soñar con lo que ya nunca
seremos. Una presencia recurrente: el tiempo. Un reloj de desparramando arena.
Dos relojes de pared enfrentados. El tiempo que se nos escapa. Al fondo, el mundo urbano a carboncillo. Y una parada de
autobús en la isla que se convirtió en metáfora de lo urbano.
Una visita deliciosa.
No
se puede faltar a estas citas. ¿Qué mejor previo había para el #BásicosPita
del pasado fin de semana?
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