Cine
español. Del bueno.
Nos acercamos a ver una pistola en cada mano. Le tenía ganas a Cesc Gay, tras las
buenas cosas que había oído de vivir en la ciudad. Una reflexión sobre la soledad y la
incomunicación de la vida urbana. La soledad de los cuarenta, sobre todo en los
tíos, siempre tan reacios a compartir intimidades que pongan en duda su
hombría. Varias historias que, al analizarnos con la precisión de un
entomólogo, nos permiten vernos a nosotros mismos desde fuera. A mayores, es
fascinante entender además como uno puede ser no sólo un personaje en los
diferentes relatos, sino incluso todos ellos a la vez…
Un
cine que demuestra, la reflexión es de Gelito mientras salíamos, que para hacer
buen cine no hace faltan falta euros, hacen falta guiones. Y qué hermosa la Watling. Una mujer
espléndida, en todos los sentidos. Lástima no ser Alvite para lamentar que ya nunca amaneceremos juntos en algún hotel
clandestino, fumando de manera compulsiva antes de vestirnos y marchar cada uno
a su vida…
Buen cine, ya digo. Nada menos...
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