30.11.12

Vendrá la emigración y tendrá tus ojos...


Fue ayer, a la noche. Voy ya por Burgos, me dijo al descolgar. Un viaje largo, en autobús, como los que se hacían en la España de los años sesenta. Esta vez no es a Alemania, sino a la Bretaña. Esta vez no es un campesino analfabeto, es una de las personas más cultas de la mi tierra. Una tierra llena de nieve y en la que cada vez va quedando menos gente. Una tierra en la que el manto amarillo de la emigración lo sigue cubriendo todo, hasta que al final no queden allí más que lobos y corzas.

Tanta política pública, tanta Administración y tanta hostia, para que al final la gente que se quería quedar se tenga que ir igual. Es depresivo. A mí se me fue poniendo un nudo en la garganta: dale a todos estos un abrazo de mi parte, y ya sabéis que os espero allí

Una casa cerrada. Otra más.
Y tantas ausencias: ¿Quién llenará ese hueco en nuestros almuerzos de verano. ¿Quién nos enseñará ahora el Villar de los Siervos? ¿Quién nos señalará con el dedo los esgrafiados de las paredes?

Cada persona que emigra sin querer hacerlo es un clavo más en el catafalco en el que vamos convirtiendo nuestra sociedad.

Y es (o debería serlo) un cargo de conciencia para lo que, teniendo responsabilidades para evitarlo, se han dedicado todos estos años a vivir, que son dos días...

Suerte en la vida, Paco. Suerte en la vida, amigo... 

1 comentario:

Anónimo dijo...

He llegado al triste convencimiento de que los poderes publicos en sanabria solo le interesan los molinillos y los cotos de caza y para controlar ambos, es preciso doblegar o purgar a la poblacion pensante. Convertir a sanabria en su cortijo es el objetivo, para pasearse como nuevos marquesses con el LandRover humeante por la campiña. Lo que pasa es no somos Azarias, quieren guerra, la tendran. Os maldigo
el amic Pires