No
es esto. No puede ser este Tribunal Constitucional. Hay que hacer que sus miembros sean
vitalicios. Hay que sacar su sede de Madrid y llevarlo a una ciudad de
provincias, a una ciudad tranquila, a ser posible sin aeropuerto,
como quería Sosa. Que se dediquen a estudiar y a producir
doctrina. Y a nada más. No puede ser que sus miembros sean elegidos con tan
poco disimulo. No puede ser que alguien que haya sido diputado casi veinte años sea ahora miembro del Constitucional. Pero
el panorama es desolador, miremos donde miremos. No puede ser que las instituciones sean
premios de consolación para los compañeros caídos del partido. No pueden ser un refugio para exministros.
No
puede ser.
Ortega
lo hubiera escrito: no es esto, no es esto…
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