7.7.12

Disquisiciones conceptuales, a vueltas con el turismo...


Basándose en una obra de Paul Fussell, Kaplan establece, en su invierno mediterráneo, una distinción entre exploradores, viajeros y turistas. Aquellos llegaron hasta el XVIII, los viajeros son propios del XIX y los turistas del XX. Si los exploradores buscan llegar donde no llegó nadie, los viajeros buscan descubrir y comprender aquellos rincones en los que se fraguó la historia del mundo, mientras que los turistas disfrutan de lo que alguien ha preparado, con más o menos gracia, para ellos.

La disquisición es pertinente. Viajar es tener los ojos abiertos, buscar, confirmar, leer, dudar… ser turista en dejarse llevar. En efecto, viajar cuesta un gran esfuerzo, no sólo económico. Viajar exige tenacidad y por eso el viaje ha de ser visto como una forma de crecimiento personal (será que estoy empezando la Odisea). O de refinamiento del espíritu, si se prefiere.

Kaplan, una de las personas que me enseñó a viajar, no se deja llevar por los tópicos. Se puede ir de hotel barato en hotel barato, vestido de perroflauta, y no enterarse uno de nada, y se puede ser jubilado, ir en un viaje del inserso, e intentar comprender todo lo que nos rodea.

Como casi siempre, la clave está en nosotros.  Por mi parte, yo viajo poco pero, cuando lo hago, procuro no hacer turismo. Ya me conoce, desocupado lector.



PS: […] el hecho de que haya muchos lugares donde uno sólo puede ser un turista no significa que dichos lugares carezcan de valor o que por lo menos no puedan resultar tan inspiradores como las mejores clases.
Kaplan, Robert D.: Invierno mediterráneo. Un viaje por Túnez, Sicilia, Dalmacia y Grecia. Barcelona, Ediciones B, 2004. Pág. 208

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