Cine.
Estuve viendo La
ciudad perdida, la primera película dirigida por el
actor cubano Andrés
García. Una película hermosa. Lenta. Una película en la
que la ciudad, La Habana, se funde con Aurora, el personaje que interpreta una
espléndida Inés
Sastre. Un amor prohibido. Por la revolución o por las
convenciones sociales, qué más da. La historia de una familia destrozada por el
horror
de los Castro. Aquella Cuba
de los cincuenta. Un burdel dicen, como si ahora fuera
otra cosa. Un país con una sanidad y una
educación mejores que las españolas, no en vano siguió
atrayendo hasta el golpe de Castro a decenas de
miles de españoles. Una
revolución en busca de libertad y de democracia.
Una revolución traicionada por unos
mierdas con barba, apoyados de manera complaciente por la izquierda
europea. Esa sensación, tan certera, de que en cualquier revolución, “de obipo pa´rriba, ninguno cree en Dios”.
La película, con una música empapada de saudade,
refleja la nostalgia del exiliado. La vida de aquellos que tuvieron que salir
con lo puesto de su país porque alguien se consideraba con derechos sobre su vida,
su hacienda y su cuerpo. Vidas y culturas que se consumen. Leí en algún sitio
hace poco que más del 70% de los cubanos no ha conocido otro gobierno que el
del tirano. Los que se fueron, tuvieron que empezar de nuevo. Siempre hay que
empezar de nuevo. En otros lugares, en otras vidas. Olvidando lo que fuiste. Olvidando para tus hijos tus orígenes
Cine
para entender.
PS: “Millones
a Dios le pedimos que haga ya detener su corazón / pues su vida es dolor
repartido, / cuanto antes se muera mejor. / Estos años de hambre y de sombras /
llevan todos tu nombre Fidel. (canción
de Porno para Ricardo ).
No hay comentarios:
Publicar un comentario