El
libro de Reverte sobre su viaje al Ártico. Mi segunda
incursión en la literatura española de viajes. Es curiosa porque la primera, del
amigo Moretón, resultó fascinante, tanto en lo personal como
en lo literario. Esta ha sido más floja. O más desigual. No me gusta como
enfoca Reverte
la literatura de viajes. Quizá porque mi
visión es la de Kaplan,
o simplemente que me hice mayor con Ascherson
de maestro. Lo único que importa es el camino, no quien lo está viendo. Y si
quien lo está viendo quiere contar algo de su día a día, ha de hacerlo si eso
le aporta algo al lector. Un ejemplo. Kaplan
cuenta en Bucarest su estancia en el Hotel
Athénée. Lo hace porque durante la guerra fría, todos
los empleados trabajan para el Servicio de
Seguridad comunista. Ahí tiene sentido meter la visita al
hotel. El problema es que Reverte cuenta el menú del barco. O las partidas de
cartas que juega con sus compañeros. No me interesan. Nada. Por eso, el libro es
muy irregular. Gana mucho cuando describe lo que ve y cuando lleva de la mano
al lector por la mítica historia de la búsqueda del Paso del
Noroeste. Una historia que se convirtió en leyenda, con la
trágica suerte de algunas expediciones como la de Frankin
y una historia en la que, ya lo siento progres
jeremíacos, la Monarquía hispánica jugó también un
papel destacado durante décadas.
PS:
Hablando de viajes. Aquella Guinea. Llegar tarde ya.
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