Los paseos por el mi pueblo.
Una experiencia deliciosa. A la vuelta, me encuentro con Toño. Un amigo antiguo.
Su
padre fue, mientras vivió, una de las personas más interesantes, y más
heterodoxas, del pueblo. A los dos siempre nos ha gustado hacernos preguntas
sobre lo que vemos. También a su padre. Hablamos de la Iglesia. De la nuestra,
aunque la frecuentemos poco. Está levantada. Sobre roca, me dice. Se construyó
encima y el resto del terreno se rellenó de tierra. Entramos a pasearla. Es
cierto. Majestuosa e inacabada, le falta claramente una nave lateral. Toño me
insiste en que los retablos se hicieron ex profeso para la iglesia, porque los
huecos no pudieron añadirse después. Aunque sigo sospechando que el San Pedro
del retablo lateral izquierdo viene de Pobladura, aquel pueblo misterioso
deshabitado por una peste quizá en el XIV.
Hay algo metafórico en el
concepto de una Iglesia elevada sobre una roca.
Llueve. Yo, al revés que el poeta, adoro estos
burgos en los que demora su partida el invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario