11.5.12

Leernos en otros


Escribimos para que nos lean. Claro. Hasta Montaigne lo hacía. Por eso, sentir de vez en cuando el aliento de los lectores reconforta de manera particular. Hablaba con Juan de la Cuesta, “impresor de halcón en puño”, senabrés de nación al que en esta vida todos llaman Lauru. Se nos fue la charla hablando de los artículos que escribimos, y de los proyectos que pergeñamos. Y me contó: en Mombuey te leen, Perdíu. Y tu artículo es de los primeros que buscan en el periódico. Y yo, que quizá sólo escribo, como Zambrano, para defender mi soledad, me sentí feliz. Uno escribe no sólo para defenderse, sino también para comunicar. Y para comunicarse. 

Aunque la clave, como en tantas otras ocasiones en las dos últimos años, me la tuvo que dar un poeta. Claro. Quién iba a ser si no. José Emilio Pacheco, un mejicano que ganó el Cervantes en 2009 y al que el jurado definió con acierto como un “un poeta excepcional de la vida cotidiana”.

Pacheco, digo, escribió una vez “No leemos a otros: nos leemos en ellos.  / Me parece un milagro […]”

Ahí queda eso, desocupado lector.

1 comentario:

Juan de la Cuesta, impresor de halcón en puño. dijo...

Perdiu,hermano: a veces te sale ese "senabresón que se baña en el Tera en el que lavaban nuestras madres y lo haces en "burrigañas y sin miedo ni pudor", con dos cojones y media tonelada de ternura... ¿Cómo no te vamos a querer?. Sobre todo, cuando me apareces al lado de gentes como Jesús y Ángel (los de tu pueblo, que ya casi es el mio). Si volviéramos a nacer, en esto, estoy seguro, seguiríamos de acuerdo. ¡Cuídate!(una expresión que a ti te gusta y a mi me jode tanto). Un abrazo.