15.5.12

Entre la libertad y la democracia


Me puse, ya en serio, con el futuro de la libertad, de Zakaria. Un ensayo para dedicarle un rato, cortesía de Oscarnello Matzerath. Dialogar con el lector y hacerle preguntas; en eso consiste todo. En el libro, la diferencia entre la libertad y la democracia. Esa sensación de que algunos, que nacemos pelirrojos y manirrotos, somos mucho antes liberales que demócratas. La posibilidad de que existan Estados democráticos sin libertad, como la Rusia de Putin o la Venezuela Chavista. También hubo, es cierto, Estados liberales sin democracia, pero era un camino sin retorno: de la libertad se camina hacia la democracia, pero desde la democracia se puede caminar hacia el abismo cuando uno se abandona a la tiranía de la mayoría. Pero el libro tiene más fondo. Esa tesis que ya me contó John the Minor. La libertad nació de la separación entre el Papado y el Imperio. Por eso nació aquí, en Occidente. Constantino se fue de Roma y dejó a su obispo allí. De ahí venimos y sin eso no podemos entender la Humillación de Canosa. Porque la ausencia de un único poder regio facilitó que la iglesia católica fuera un poder diferente al civil. No como pasó en las confesiones ortodoxas, donde la fusión entre la Iglesia y el Estado acabó siendo total. Quizá por eso la Iglesia es lo que nos queda de la vieja Roma: las mismas lógicas universales; la misma desconfianza ante la centralización excesiva. Aquel mundo empezó a disolverse con el Estado ilustrado. Secularizar a Dios para poner en su lugar a la Nación. Cuando gana la centralización, suele perder la libertad, pero entonces no nos dábamos cuenta. Yo aún vivía en la Sanabria y me pasé el siglo XVIII ayudando a Cantón a levantar la capilla de su pueblo, que ya era el mío. Y llegó la Francia de 1789: un ejemplo de como la democracia puede cargarse la libertad, o los problemas de cambiar el despotismo del rey por el despotismo de la Asamblea. Ya lo escribió Umbral: el pueblo no es más que ese golfo que lleva dos siglos subido a una farola viendo pasar la historia

Sólo la libertad garantiza los derechos de los individuos. Muy por encima de lo que lo puede garantizar un sistema democrático.

Ese carácter francotirador de los dos o tres liberales que vivimos en España. Esa banda sonora, en forma de una canción del Loco: “Sin líder a quien adorar, / ni izquierda ni derecha que me obligue a avanzar. / Desconfiado como un animal / que defiende su espacio vital…

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