27.4.12

Sólo por curiosidad


Hay almuerzos que enriquecen. No por el vino, que aquí llaman albariño a lo que es verdejo más oloroso. No por la comida en sí; pulpo a la senabresa y algo de lacón. La compañía. Siempre es la compañía. Dos militares. Ingenieros navales. Con muchas horas de navegación y una curiosidad casi infinita. Se me va la comida escuchando, aprendiendo. Pregunto. Soy muy preguntón. Los astilleros españoles, la proa, la propulsión de un submarino, el concepto de periscopio, las bases navales, la estrategia de defensa, el concepto de guerra naval moderna, el incidente de Nutka, la exploración que la Real Armada llevó a cabo al norte del Pacífico en diferentes momentos al mando de valerosos marinos de los que no queda ya ningún recuerdo, los yates de recreo, el paso del Noroeste, la leyenda de  la última expedición de Franklin...
Nos da la hora y tenemos que volver al trabajo. Y mientras me levanto me reafirmo en dos conclusiones: una es que la curiosidad nos hizo humanos. La otra es que hay poca gente más competente y más profesional en España que los militares.


PS: a la Senabria. Es la Sacramental.

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