2.4.12

En nombre de todos los míos...

Llego a la mi tierra. Me recibe el buen tiempo. Una constante. Me preguntan por mi padre. Tiene que cuidarse. Me lo dijo tal, que lo habían ingresado. Y viene, o qué va hacer. Dale un abrazo de mi parte. Nos alegramos. Nosotros ya no estamos para esfuerzos. Lo llamé el otro día y hablé con él. Los vi en Madrid. Es que es muy sanabrés, y claro, no se da cuenta.

Notar el calor de la comunidad. A veces es asfixiante. Pero algunas veces, como esta, reconforta.

Notar el calor de la comunidad. Notar el calor del mundo premoderno. Notar el abrazo de la gente que te conoce desde pequeño y que te ubica como ubicó hace sesenta años a tu abuelo y hace cuarenta a tu padre.

Es lunes. Me bajo al Mercado. Habrá que tomar unos vinos con los amigos y ver si le compro a Lauru las cuatro cajas de cartuchos que le debo desde aquella batida en el sierro, en el verano de 1925.

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