23.4.12

En días como hoy...



El post de hoy tiene una dedicatoria cariñosa. A los desocupados lectores, algunos de ellos amigos muy cercanos, que están todo el día con matraca de que España es diferente, de que somos un país enfermo, de que hay que joderse y no sé cuántas cosas más. Amigos progres en su gran mayoría, obnubilados por una visión erótica de lo francés, que confunden a Francia con Europa y a lo francés con lo moderno.
Pues bien, no sé cómo calificar un país en el que la tercera fuerza política es una repugnante fuerza de extrema derecha y en el que los autoritarismos de izquierda y de derecha suman casi el 30% de los votos válidos. Un país enfermo en el que ya hace diez años la extrema derecha pasó a la segunda vuelta de las presidenciales. A todos los apóstoles jeremiacos del desastre, que por todas partes ven el huevo de la serpiente y se rasgan las vestiduras cuando un discurso se sale de lo políticamente correcto, les pediría que observaran con atención los datos. Según Ipsos, además, el partido más votado entre la clase obrera francesa ha sido (de nuevo) el Frente Nacional.


Tanta épica de la fábrica y tanta hostia con la clase obrera para que, al final, sus sueños se conviertan en el bastión de la extrema derecha.


Esto pasa porque nuestra socialdemocracia, quizá la más sectaria y analfabeta de Europa (y a las pruebas me remito), nunca ha entendido los conceptos: la extrema izquierda no es su pariente; su pariente es la derecha liberal. La extrema izquierda de quien es prima carnal, y amiga del alma, es de la extrema derecha. Por eso no me extraña nada que compartan 
con tanta alegría a sus votantes.

Dicho lo cual, qué alegría no ser francés.

1 comentario:

Tío Chinto de Couzadoiro dijo...

Me llevó años entender que la extrema izquierda y la extrema derecha se dan la mano por donde nadie las ve. Hoy no tengo la menor duda.