15.3.12

¿Y si todos fuéramos una ciudad sobre la colina?

La ejemplaridad. Poder decir, mirando de frente, “yo, no”. Abre uno el BOE y no tiene más que ganas de llorar. Antes y ahora. Antes, el gobierno indulta sin rubor, y sin explicación, a un banquero, condenado por acusación falsa en una sentencia demoledora y con poco margen para la lírica. Profesión para la que en algún momento se exigía ser honorable...

El otro día, un tal Servitge. Había sido Secretario General de la Consejería de Trabajo en el gobierno catalán. Para el que no lo sepa, el Secretario General en un gobierno autonómico equivale a un subsecretario en la AGE. El hombre que todo lo ve. El hombre que todo lo decide. El guardián de la caja. La consejería era de Unión, el partido dizque bueno en la coalición de chapapote que dirige Cataluña. A su lado, un tal Lorenzo, uno de sus conmilitones, militante del partido. La justicia los condenó por ladrones. Se les indulta. Sin más explicaciones. Habían malversado caudales, en un país en el que la corrupción es siempre cosa de charnegos. Pero no nos dan explicaciones y yo me pregunto ¿Acaso está orgulloso el gobierno del comportamiento de estos dos delincuentes?

¿Explicaciones?, para qué, no las merecemos. Nuestros gobiernos piensan que somos súbditos a los que no hay nada que aclarar. Lo pensaba el de antes y lo piensa el de ahora. Siempre he creído que cuando un gobierno indulta a alguien tiene que explicar con mucha claridad porqué lo hace. Iluso de mí.

Mi corolario es que Telecinco no es la causa de toda esta podredumbre moral que nos corroe. No. Telecinco es la consecuencia.



PS: Sobre el magnífico libro de Javier Gomá alguien escribió: “La responsabilidad del ejemplo concierne a todos los hombres por igual, pues vivimos en una red de influencias mutuas de la que no podemos escapar. Pero es indudable que esa responsabilidad pesa especialmente en las personas públicas”.

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