7.3.12

El metro como lectura

El metro. El lugar donde realizar la oración de la mañana del hombre moderno, como hubiera escrito Hegel. Voy leyendo, como siempre. Como es miércoles, lo primero que busco es la columna de Cuartango en el periódico. Quienes no son lectores habituales de prensa, no podrán nunca entender el placer de saber quién acude cada día a la cita: la sábana del maestro Espada los sábados, el artículo de Gistau los domingos. El de hoy es un artículo brillante, pero no puedo compartirlo con usted ya que está en Orbyt y es de pago. Una columna melancólica. El paso del tiempo. La llegada a la madurez y luego a la senectud. Los recuerdos de la infancia. Ese mundo al que volvemos buscando lo que nunca llegamos a ser, interrogándonos, a mayores, acerca de los motivos por los que nunca llegamos a serlo. Acabo el artículo casi sin aliento, impresionado, justo cuando el convoy llega a su destino. Cierro el periódico. Una señora mayor, de unos setenta años, me pregunta por qué lado ha de bajarse para ir a Pavones. Tiene las manos arrugadas y pregunta con respeto. Podría ser mi madre dentro de unos años, o esa madre que un día fue joven de la que acaba de hablarme Cuartango en el artículo, esa madre a la que recuerda “sentada al borde del río”, con una canasta de mimbre en las manos. La noto indefensa. La ciudad es un entorno hostil para las personas mayores. Me detengo a explicarle y la acompaño, desviando por unos segundos mi camino, hasta dejarla orientada en el andén. Me da las gracias. Le digo que no hay porqué darlas. Y mientras me doy la vuelta pienso que en qué tipo de persona me habría convertido si no tuviese un minuto para ayudar a un anciano a orientarse.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Perdíu:

Gracias a un buen amigo he tenido acceso a la columna de Cuartango.

Aunque estoy de acuerdo con la reflexión final del post...no comparto su “admiración” por la columna de hoy.

A mi modo de ver rezuma demasiada melancolía y derrotismo. Quizá cuando tenga esos 56 ó eso 65, comparta muchos de los planteamientos...pero de momento no. Quedan muchas cosas por vivir, muchas imágenes que, quizá, termine viendo como en ese calidoscopio....pero aún hay que vivirlas y disfrutarlas al máximo.

Un abrazo.

El Coronel