31.3.12

La vida, cantada

Fuimos a ver Tick Tick Boom. Qué cosas, toda mi vida renegando de los musicales, y me zampo dos en un mes. Una obra recoleta. Cercana. La llegada a los treinta, tan lejana: era otra vida, que ahora puedo mirar sin rencor, pero que se me aparece tan lejana como cuando hablo de La Casa del Barrio. Esa crisis que te ataca cuando te vas dando cuenta del carácter rocoso e injusto de la vida. De las posibilidades de que los méritos sean olvidados y los defectos, ¡ay!, grabados a fuego en el quicio de la puerta de tu casa. Buena historia, buenos ritmos. Madurar es, también, ir perdiendo amigos con los años. No sólo porque se vayan. Trabajar en cosas que a uno no le gustan. Ir arrinconando sus sueños.

Qué cosas.

Es una obra inteligente.

Y recomendable

30.3.12

Sánchez, Márquez y Pérez (Reverte)

Estuvimos en la antológica de Gervasio Sánchez, en la Tabacalera. Algunas impresiones. Empiezo por lo menos relevante, el edificio. Esa decadencia industrial. Una mole enorme, creo que autogestionada. Vamos a ver qué tal sale. Desde luego, el marco es inmejorable.

La exposición. A Gervasio Sánchez lo uno, desde mi adolescencia, a Márquez con la cámara y a Pérez Reverte con el micro. Aquellas guerras. Éramos adolescentes aún y no sabíamos dónde estaban los buenos y donde los malos. Mile y yo aquel verano. ¿Y si nos vamos a Sarajevo? Luego uno va creciendo y se va dando cuenta de que no hay bandos estancos, no hay buenos y malos. Hay gente pa´to, que diría el clásico. Aquella obsesión en forma de novela sobre un puente que quizá pasaba por el Drina...

Así que entro a la Exposición como quien entra a ver a un viejo amigo. Y no me defrauda. Es, sencillamente, soberbia. Y sobrecogedora. Sobre todo la parte de los Balcanes. Ese hombre que fuma al lado de una persona asesinada por un francotirador. Esos novios que se despiden. Ese niño asesinado. Será generacional: fue la primera guerra de la que tuve conciencia real. Estremece también Iberoamérica, con sus desaparecidos y deja sin aliento la parte de África; aquellas matanzas que sólo alcancé a entender con el Ébano de Kapuscinski. La cotidianidad de la muerte. Sánchez vuelve a los escenarios años después, y nos vuelve a mostrar el sinsentido de la identidad, de la política y de la ideología. El horror de los niños soldado. Las fotos de Sánchez son las imágenes de cualquier de los libros de Kaplan, pienso mientras recorro en silencio las salas. Las fotos de su viaje a los confines de la tierra, por ejemplo.

Pero no todo es horror en la exposición. Permítanme compartir un secreto. Hay un halo de esperanza. En las fotos de las minas. De los niños amputados. De los hombres y mujeres cojos o mancos. Niños y vidas que, pese a todo, sonríen. Hay algo heroico en el ser humano. Profundamente heroico. Y uno se da cuenta, viendo las caras de esos niños, que la vida no se rinde jamás. Y que, pese a lo torcido de su fuste, puede llegar a dar árboles hermosos.

Una exposición necesaria.

Apague la puta tele y acérquese a verla.

PD: en Pucela, again.

29.3.12

Huelga ¡general?

Huelga general, le llaman. Otro concepto del XIX que, junto con el de nación, identidad y deporte ha llegado con buena salud a los inicios del XXI. Las huelgas generales sólo tienen sentido para derrocar gobiernos de manera violenta. Es la utopía de la izquierda: el pueblo en armas se dirige al Palacio de Invierno y lo toma. Todo era mentira, claro. El pueblo nunca toma nada. Lo toman los dirigentes, y hace mucho que sabemos que, de obispo para arriba, ninguno de ellos cree en Dios. El pueblo es ese golfillo que abre la puerta, se lleva las hostias y acaba pidiendo limosna en la esquina mientras arrastrando su su brazo lisiado.

Las huelgas tienen sentido en entornos alejados del Estado social y democrático de derecho. Es decir, tienen sentido, precisamente, en aquellos entornos en los que están prohibidas, como Cuba o Corea del Norte. Y si mantienen algún sentido hoy en occidente es como medida de presión contra una empresa para conseguir algo en concreto. Como lo que hacen los seplillas, vamos

Lo demás son bobadas. Delirios onanistas de la izquierda, excitada ante la visión de un Pueblo Trabajador ocupando la Moncloa, guillotinando al Rey y creando una República de Trabajadores para que luego la dirijan ellos. Una izquierda, la nuestra, cuyos delirios y cuya poca ejemplaridad la alejan cada día más de la realidad. Qué patéticos son, por dios. Eternos niños que no terminan nunca de madurar...

Yo estoy en la oficina, claro.

28.3.12

Elecciones

Hubo elecciones. Participó poca gente, supongo que esa es la verdadera noticia. La desafección sin fin. En cuanto a Andalucía, pocas dudas y algunas risas. Las dudas; ¿cuánto tardará el tal Arenas en irse, por fin, a su casa? No es sencillo perder todas las elecciones a las que te presentas. Hay que ponerle empeño. Otra duda: ¿De verdad al pesoe le parece un buen resultado? Le condena a gobernar con la izquierda más cavernaria de Europa. El pepé debería hacérselo mirar: no sé qué tiene que pasar para que puedan gobernar allí. Pero también la sociedad andaluza en su conjunto: es difícil encontrar una metáfora más reveladora de la dialéctica del amo y el esclavo que la que se establece entre los andaluces y su Partido.

En cualquier caso, allá ellos. Si no fuera mi país me parecería hasta entrañable; otro experimento romántico en la tierra del romanticismo por excelencia: ¡ah, cosas de españoles! Buscando una salida de la crisis con los comunistas en el gobierno. Lo que nos vamos a reír todos.

En Asturias parece que hubo también elecciones. Más de lo mismo. El centro derecha más fratricida de Europa deberá poder trabajar unido para frenar el paso a otro desastre de socialdemócratas y comunistas en el gobierno. Suerte.

27.3.12

Sostiene la prensa...

Sostiene la prensa que murió Antonio Tabucchi. Si los libros nos acompañan y nos perfilan de manera generacional, su Pereira es la novela de los veintipocos, de acabar la carrera, la novela de empezar a vivir por cuenta propia. Esos libros que nos buscan. Un periodista gordo en un agosto caluroso y Lisboa resplandecía. La dignidad de la lucha contra la opresión. La tranquilidad de poder decir, años después, “yo no”. Darle sentido a una vida sobre el ejemplo ético hacia los demás.

Sostiene la prensa que Tabucchi escribió otros libros. Fueron menores, así que no se molesten. Su obra es Pereira, y Pereira será siempre Marcello Mastroiani y con ambos, con Pereira y con Mastroiani, estará tomando algo a estas horas, donde quiera que los tres estén.

Que la tierra te sea leve, a ti también, sostengo.

26.3.12

Libros que llegan...

Empiezo con las armas y las letras, de Trapiello, vamos a ver qué tal. Con estos libros hay que ir con cuidado. De repente descubres plomos sectarios, como uno del tal Ridao que no fui capaz ni de mediar, o literatura con mayúsculas, como la deliciosa novela coral sobre la vida de Pedro Luis de Gálvez y Armando Buscarini de aquel escritor que fue De Prada y que lleva por título las máscaras del héroe. Hay algo fascinante en la vida literaria de los años veinte y treinta de la historia de nuestro país, aquella brillante pléyade de escritores que acabó, en su gran mayoría, sirviendo a causas repugnantes a la izquierda o a la derecha.

Hacerte mayor es darte cuenta de que, desgraciadamente, la inteligencia no está reñida con la estupidez.

Ya le contaré, desocupado lector.

24.3.12

Un acto de hombres libres...

Mañana hay un gran acto, organizado por mis amigos de la Zamorako Etxea de Madril. Un homenaje cívico a Jaime Mayor en forma de Pregón de la Semana Santa de Zamora en la capital del Reino. Un acto con la mejor presentación posible.

Jaime Mayor. El hombre que nunca se equivocó en relación al nacionalismo cruento. El hombre con el que empezamos a ganar la batalla al terrorismo nacionalista vasco. El hombre con el que coincido, al 100%, en todo lo que se refiere al que los borricos llaman conflicto vasco y que no es, de nuevo, más que una lucha entre el progreso y las tinieblas.

Un acto de lujo. Un éxito de mis amigos zamoranos de Madrid

No se la pierdan. En el Museo de la Ciudad, en la calle de Espartero número 140.

23.3.12

Volver a los orígenes

Acabé los Orígenes, de Maaolouf. Es la segunda vez en pocos meses que leo un libro que debería de haber escrito yo; ya me pasó con el libro de Uribe. Yo sólo tengo veneración por lo escrito, dice el autor al inicio. Cada familia tiene una historia. Todas, no sólo las ricas o las socialmente importantes. Hay que preguntar. Y para preguntar hay que tener cierta curiosidad intelectual. Cuando a uno le amueblan la mente sobre la base de cuadrículas, es posible que nunca sepa la cantidad de cosas que no ha llegado siquiera a vislumbrar. El proceso siempre es el mismo. Hay un origen mítico en nuestra vida. Un origen que intuimos de niños, a la luz de las brasas. Algunos lo olvidan para siempre. En otros, el origen permanece como una señal a la que volver. Una señal sobre la que interrogarse. Quiénes fueron mis padres. Aún más, quienes fueron mis abuelos. Y mis bisabuelos. De dónde llegaron, por qué se fueron. Cómo he llegado a ser. El proceso yo lo inicié hace años. Era un agosto tranquilo y Manoluá, nuestro franco más querido, me fue haciendo de cicerone por aquel viaje al pasado. Empecé por la Sanabria que luego Lauru me descubrió zanquilla. Y seguí por La Casa del Barrio. Entre medias, un viaje a la Argentina, otro a Huelva, con un jamón al hombro, un viaje del campo a la ciudad y una historia de maltratos. Historias alegres, trágicas, historias que son como la vida: complejas y enrevesadas.

El viaje no ha terminado, pero ya siento que me conozco algo mejor. O al menos algo más.

Un viaje.


PS: Joseph Pérez escribió en su libro “Los judíos en España”: "Los judíos solían llamar kahal a los barrios en los que vivían, y esta sería la etimología de la palabra catalana call, versión latina del original hebreo que encontramos más tarde en el castellano calle".

22.3.12

Cumplir con los años

Comer con la familia, una sudadera, un polo, una fragancia, ir a ver un musical, cenar con amigas, calzar un cuello Mao, almorzar entre amigos, cenar de nuevo con amigas, disfrutar del día quince, unos gemelos, ir a la Sanabria, recibir a los amigos. Ver llegar al Coronel. Abrir regalos: un jersey, un polo, una camiseta, un libro, una corbata, otro libro, una caja envuelta en misterio, unos vinos, seguir comiendo, un lector de libros, seguir comiendo, seguir cenando, un libro escrito por un amigo, volver a Madrid, otro libro, la segunda temporada de una serie.

Es un placer cumplir años cuando uno tiene amigos como los míos.

Gracias a todos. A los que fueron y a los que no pudieron ir.

Lo escribió Luis Alberto de Cuenca y yo lo recuerdo siempre por estas fechas. Los viejos amigos, aquellos que me ofrecieron un día “la extraña sensación de no sentirme solo / y la complicidad de una franca sonrisa

21.3.12

Dos cosas, a cuenta de Matas

El tal Matas. Condenado a prisión. No es el primero, pero quizá sí el más espectacular, porque parece que le van a caer más condenas. La sentencia, también, demoledora. Sólo dos reflexiones. El papel de la prensa. Tres cuartas partes de todo lo que se ha destapado en Baleares ha sido gracias al Mundo y a su edición de allí. Nadie más hablaba de corrupción en las Islas. Era de mal gusto, cosa de españoles. Pero ahí estaban los chicos de Pedrojota, dándole caña a la Munar, a Matas y a todos los que cayeron como una plaga en la vida política de las islas. Hay algo en El Mundo que nunca tendrán ni el abecé ni el país en lo que a lucha contra la corrupción se refiere. Ni desde luego la razón o el tal público. Sin prensa libre no hay Estado de Derecho.

La segunda reflexión. Nadie asume ninguna responsabilidad, más allá de la penal. Alguien puso a Matas ahí hace años. Alguien lo ayudo a trepar, confió en él. Alguien nos lo vendió para que lo votáramos. Alguien lo puso de ministro, alguien lo mandó a los Estados Unidos. Joder, y ahora parece que el tío subió solito hasta la cima.

Nadie se disculpa por ello.

No pido nada más.

Sólo una disculpa.

Iluso.


PS: “Pero nunca hasta ahora, en que se han borrado definitivamente las fronteras entre la cultura culta y popular y han reventado todas las jerarquías sociales y estéticas, la vulgaridad se había convertido en norma suprema de comportamiento

Gomá, Javier: Ejemplaridad pública. Taurus, Madrid, 2010. Página 66.

20.3.12

Ayer en Sevilla, mañana con el amigo Jorge en la Puebla

Nunca sabré si Alonso, un sanabrés ilustrado, llegó hasta la sitiada ciudad de Cádiz. No. Nunca lo sabré. Era vocal de armamento en la Junta de la Puebla de Sanabria y salió elegido diputado por la provincia de Valladolid, que era donde entonces andaba la mi tierra ubicada. Hicimos parte del viaje juntos. Yo iba con un jamón al hombro, hasta Huelva, esperando que los ingleses llegaran para abrir las minas. Nunca volví a la Sanabria y a Alonso le perdí la pista. Sé que hubo debates. Estaba terminando un mundo. Estaba empezando otro. Se aprobó una Constitución y ayer la promulgaron las Cortes. El Rey no estaba. Luego dicen que fue la nación en armas que se rebelaba contra el invasor. Contra los colaboracionistas. Contra los ocupantes. Todo fue más complejo, claro. Diferentes ideas de país y de sociedad. No sé si aún de nación. En cualquier caso, la Constitución fue un fracaso. Nunca se aplicó, era imposible. Nunca seremos, no por españoles sino por humanos, ni justos ni benéficos.

Fue un sueño de libertad de una potencia mundial que sólo treinta años antes había partido por la mitad el imperio colonial británico. El sueño ilustrado de un buen gobierno.

Fue un hermoso sueño.

19.3.12

Dime cosas incorrectas...

Hablaba el otro día de cuando la poesía se hace música. Me hice en Itunes, pagándolo, claro, con el último disco de Loquillo. Ponerle música a un conjunto de poemas de alguien tan heterodoxo como Luis Alberto de Cuenca. El resultado es espectacular. Lo es, vaya si lo es. Llevo dos semanas escuchándolo. Impresiona. Además, decidí acercarme a él como se acerca uno a una mujer desnuda, dejándome llevar por las sensaciones, dejando que el azar guíe mis manos y que el azar me indique el camino para poder degustar olores nuevos, saborear pliegues escondidos, mirar silencios con las manos... Por eso, decidí ir oyendo canciones sin seguir ningún orden. Y aún estoy tarareando. El disco se abre con un canto a la incorrección política. Un poema delicioso que sólo alguien como De Cuenca puede escribir. Un canto a las mujeres rubias, a las que quieren con locura y para siempre, a las que no han renunciado a ser mujeres y que, además, odian el mediterráneo. Esas mujeres de tierra adentro, que son capaces de mirar de frente a las verdades más sagradas. Esas mujeres por las que, siglos atrás, hubiéramos ido de cabeza a la hoguera.

Esas mujeres que quizá sólo existen ya en mi imaginación.

PS: uno de los tipos que salen al fondo en el video clip es el propio De Cuenca. Fantástico.

18.3.12

A vueltas con The Wire (y III, de momento)

La tercera temporada de The Wire, otro placer para el espectador. La narración de la corrupción política. La dificultad de perseguir a los traficantes, la posibilidad de legalizar las drogas. La podredumbre municipal y el blanqueo de dinero. Y en lo profesional, esas reglas que sólo se conocen dentro de cada uno de los ámbitos profesionales: la presión de los resultados, las personas a las que uno puede torear y las que no. Las lealtades eternas que duran unas semanas. Las reglas no escritas son las más importantes. Sin ellas, uno no entiende nada. Y de fondo, como en una tragedia, dioses indiferentes a nuestros sufrimientos y que nos rigen los destinos mientras disfrutan haciéndonos caer una y otra vez. Lo que Mi Coronel y yo dimos en llamar, una noche de Japo eta Patxarana “elputomonoborracho” no es más que un dios griego tamizado por la postmodernidad. El destino marca, también en The Wire, la evolución de los personajes, unos personajes complejos, a los que asaltan dudas similares a las que nos asaltan a todos: la dificultad de ser leal a quien no lo es contigo, la imposibilidad de salir del agujero en el que uno se halla. El horror de la etiqueta que te persigue: si eres un ligón empedernido no puedes ser inteligente; si eres un delincuente no puedes estudiar empresariales...

Los matices convierten a la serie en algo parecido a ese delicioso Cabeza de Cuba de Liberalia: un festival para los sentidos, ya que cada capítulo descubre uno algo nuevo.

Hágase con ella, desocupado lector, es fácil y no es muy caro; en la FNAC, en el Cortinglés o en Amazon. O donde quiera. O pídasela prestada a un amigo. Pero no la robe. Robar es un delito. Y no es ejemplar. Nada ejemplar.



PS: Ese Rawls, tan directo, tal claro, tan certero: “Let’s be clear, Det. Freamon. When I fuck you over, you’ll know it. You’ll be so goddamn certain, you won’t need to ask that question

17.3.12

Un rally

Empezaba a finales de la semana pasada el rally del cumpleaños y me doy cuenta que hay regalos que le tocan a uno la fibra. Y lo hacen darse cuenta de los estúpidos que son los prejuicios. Yo los colecciono, demostrando que no soy tan listo como la gente cree. Uno de ellos está relacionado con los musicales. Siempre los he despreciado. Quizá porque soy más castellano de lo que pienso. De esa Castilla que “envuelta en sus harapos / desprecia cuanto ignora” como cantó Machado y un día, paseábamos bajo los buitres, me enseñó Hornuez. Así que, como regalo de cumple, me llevaron a ver uno. El de Sabina. Joder, y me emocioné y todo. Casi hasta lloro. Me di cuenta, además, de que hay cosas que van ligadas a nuestro ethos generacional; hay canciones que forman parte de nuestra vida y que no olvidaremos ya nunca. Canciones de una época que recitamos de memoria aunque haga años que no las oímos. Canciones que nos traen al recuerdo personas, momentos y olores. Ventanas a vidas que ya no comprendemos porque las vemos como si fueran una película de cine mudo. La historia del musical es interesante, aunque previsible, y está muy bien interpretada. Pero sobre todo, qué delicia oír las canciones. Qué delicia ver que no he olvidado ninguna, aunque hace años que ya me da pereza oír la bardo de Úbeda, ahora que se ha vuelto el rey de la corrección política. Qué viaje a los catorce años, con aquel hotel dulce hotel. Qué viaje a los veinte. Qué viaje a los veinticinco. Que viaje a la vida que me hizo ser quien soy. Un jugador honrado en este mundo de tahúres que nunca recurre al engaño para conquistar el objetivo, ya sea este una Dama o cualquier otra cosa. Quizá por eso pierde. Siempre. O no.

Qué gran regalo, vive Dios.

PS: en la Sanabria. En casa

16.3.12

A vueltas con The Wire (II)

Hablaba el otro día de The Wire. Devoré la segunda temporada, con la corrupción en el puerto de Baltimore como telón de fondo. Si la primera temporada es buena, la segunda mantiene el nivel. Ahora el foco gira hacia el puerto. Y allí, todas las lógicas enfrentadas de la postmodernidad: la reconversión industrial, la nostalgia del cuando el mundo era un puerto, la ausencia de futuro, el vaciamiento de las grandes ciudades, la degeneración del tejido social, la pérdida de poder de los grandes sindicatos. Es fascinante, además, observar cómo las lógicas de la emigración, tan premodernas, se mantienen: polacos aunque hayan nacido en los Estados Unidos. Orgullosos de su fe y de sus raíces. Lo mismo pasa con el taxi en Madrid, y a mucha honra, pero con zamoranos en vez de con polacos. La lógica del reconocimiento del otro; en un mundo lleno de desconocidos, como es el mundo urbano, la necesidad y la ventaja de re-conocer al otro sin saber quién es. A ti no te conozco, pero conocí a tu padre y era un buen hombre. La serie es compleja: la corrupción, que todo se lo come. Un equipo hecho a retales. Ese patético Ziggy, con la frustración de ser un desequilibrado por ser el hijo y porque nadie te toma en serio. Una temporada magnífica. El penúltimo capítulo es sencillamente una obra de arte. Acaba y uno no puede resistir la tentación de poner el siguiente de inmediato. Y el último, un cierre redondo. Con ese griego que dice con voz cansada: pero si ni siquiera somos griegos mientras recoge el chiringuito. La modernidad también era esto, desocupado lector.



PS: Mario Vargas Llosa escribió, a propósito de la serie: “Aunque tiene el clásico esquema de una confrontación entre policías y delincuentes, The Wire rompe a cada paso ese maniqueísmo mostrando que, en el mundo en que transcurre la historia [...] hay buenos y malos entreverados y que en muchos casos la bondad y la maldad coexisten en una misma persona por momentos y según las situaciones. Lo único que queda claro, al final, es que, en aquella sociedad, casi todos fracasan, y, los pocos que tienen éxito, lo alcanzan porque son unos pícaros redomados o por obra del azar”.

15.3.12

¿Y si todos fuéramos una ciudad sobre la colina?

La ejemplaridad. Poder decir, mirando de frente, “yo, no”. Abre uno el BOE y no tiene más que ganas de llorar. Antes y ahora. Antes, el gobierno indulta sin rubor, y sin explicación, a un banquero, condenado por acusación falsa en una sentencia demoledora y con poco margen para la lírica. Profesión para la que en algún momento se exigía ser honorable...

El otro día, un tal Servitge. Había sido Secretario General de la Consejería de Trabajo en el gobierno catalán. Para el que no lo sepa, el Secretario General en un gobierno autonómico equivale a un subsecretario en la AGE. El hombre que todo lo ve. El hombre que todo lo decide. El guardián de la caja. La consejería era de Unión, el partido dizque bueno en la coalición de chapapote que dirige Cataluña. A su lado, un tal Lorenzo, uno de sus conmilitones, militante del partido. La justicia los condenó por ladrones. Se les indulta. Sin más explicaciones. Habían malversado caudales, en un país en el que la corrupción es siempre cosa de charnegos. Pero no nos dan explicaciones y yo me pregunto ¿Acaso está orgulloso el gobierno del comportamiento de estos dos delincuentes?

¿Explicaciones?, para qué, no las merecemos. Nuestros gobiernos piensan que somos súbditos a los que no hay nada que aclarar. Lo pensaba el de antes y lo piensa el de ahora. Siempre he creído que cuando un gobierno indulta a alguien tiene que explicar con mucha claridad porqué lo hace. Iluso de mí.

Mi corolario es que Telecinco no es la causa de toda esta podredumbre moral que nos corroe. No. Telecinco es la consecuencia.



PS: Sobre el magnífico libro de Javier Gomá alguien escribió: “La responsabilidad del ejemplo concierne a todos los hombres por igual, pues vivimos en una red de influencias mutuas de la que no podemos escapar. Pero es indudable que esa responsabilidad pesa especialmente en las personas públicas”.

14.3.12

A vueltas con The Wire (I)

The Wire. Quizá una de las mejores series de la historia de la televisión. Una vez estuve en Baltimore. Apenas un día. Era otra vida y yo iba buscando la sombra de Allan Poe y de la generación perdida, en vez de ir siguiéndole la pista a Rawls. Uno de esos viajes que hacer, lo veo en perspectiva, con pereza. Con cierta pereza. Recuerdo el puerto, por el que patrulla McNulty durante la segunda temporada. Recuerdo el extrarradio decaído y terrible. Las mismas escenas de la serie. Sólo había que pasear por allí para darse cuenta de lo acertado de la política de tolerancia cero. Una salvadoreña nos daba el desayuno y allí estábamos, rodeados de white trash y de negros empobrecidos. La decadencia de algunas de las grandes ciudades de la costa este norteamericana marca el tránsito de un mundo atlántico a un mundo volcado hacia el pacífico. Toynbee y la teoría de la traslación de los imperios hacia el oeste. Kaplan lo contó hace muchos años en su viaje al futuro del imperio: ¿seguirán las dinámicas economías del oeste del país obedeciendo a las instituciones de la costa este? La serie, con Baltimore como velada protagonista, simboliza el ocaso del sueño de la Norteamérica colonial. El final de aquella ciudad construida sobre la colina...


PS: “Si anteriormente Norteamérica se había identificado con los designios de la Providencia, ahora, a medida que el curso del Imperio se dirigía hacia el oeste, incorporaba además el fin y la consumación de la historia

Greenfeld, Liah: Nacionalismo. Cinco vías hacia la modernidad. Madrid, CEPC, 2005. Pág. 559

13.3.12

Unpar de pelis...

Un par de pelis. Fuimos a ver El invitado. Gana solvencia Denzel Washington con los años. Es un magnífico actor, y su sola presencia ya justifica la entrada, excepto en casos terribles como el patético libro de Eli. La película es correcta, mucha acción, muchos tiros, muchos muertos. Malos muy malos y buenos muy buenos. De fondo, una traición, tan clásica en las pelis de espías. No es mi cine favorito, pero lo veo con gusto.

Nos acercamos también a ver Shame, en VOS. Un peliculón. Para ver en los Princesa, claro. Una película con fotogramas lentos, pero que no se hace pesada. Una obsesión: el sexo. Ni siquiera como liberación, sino como adicción. Una historia terrible, tremenda, de incomunicación y de soledad. Impresionante Fassbender, cómo consigue transmitir esa incapacidad mental del protagonista. Esa discapacidad para la comunicación. Esa soledad en la que todos vivimos y de la que a veces uno no consigue salir. Una película de esas que se quedan en la cabeza y va madurando. Las personas lo somos porque somos capaces de comunicar. De transmitir. Cuando de adulto uno deja de hablar empieza poco a poco a morir. Por eso, no dejar nunca de hablar. De expresar. De contar. La vida es una narración que sólo entenderemos cuando lleguemos al final del camino. Pero si nosotros no construimos la narración, alguien lo hará en nuestro lugar, y puede que no nos guste el resultado.

Buen cine.

12.3.12

A vueltas con los orígenes

Historias. Me las cuenta Manoluá, nuestro franco más querido. La búsqueda de las orígenes, como en el libro de Maaolouf que ando devorando El tío Francisco. Uno de los cuatro hijos del Perdíu. El mayor. Marchó al País Vasco. Ahora suponemos porqué, aunque hayan pasado ya más de ciento veinte años. Padre ha muerto, y madre. Una tragedia de la que conviene no hablar. Toca a los dos varones trabajar. Paco se va a Somorrostro, probablemente a las minas, a trabajar duro. No se olvidó de la tierra. Ni de la familia, por dios, cómo iba a hacerlo, era el hermano mayor. Mandaba envases viejos y hojas de lata. Su hermano Pedro iba a buscar los envíos a León. Quizá ahí empezó el negocio de ferretero. Las dos mujeres acabaron vinculadas a la Iglesia. Había que comer. Josefa marchó de ama con cura. Carmen se fue de monja. Durante la terrible guerra civil la sacaron desnuda los milicianos a la calle. Era religiosa y aquello era un delito.

No conocí a ninguno de los cuatro, claro. A Paco se le perdió el rastro enseguida, en cuanto a la memoria familiar, me refiero. Quizá uno de sus hijos muriera en las portillas en un accidente de tráfico antes de la guerra, pero esto tampoco está claro. En la familia se perdió su pista. No sabemos nada de sus descendientes, a los que imagino alejados de sus orígenes. Quizá haciéndose perdonar, tantos años después, un apellido tan maqueto como de Barrio.

10.3.12

Poemas, con elegancia

De joven, miraba con recelo la relación de la poesía con la música. Se me fueron cayendo los prejuicios, también estos. Empecé con aquel Paco Ibáñez, ¿recuerdas Hornuez?, al que cantábamos ante la mirada atónita de los quinquis de la Facultad. Me enganché al formato, y fue gracias a Mile, claro, a los dos discos de poemas que Loquillo sacó hace años. Dos delicias. Ahí empecé a descubrir otro Loquillo. Estábamos aún en la facultad cuando llegó “La vida por delante”. Algunos de los poemas del disco son espectaculares. El desolador “no volveré a ser joven”, de Gil de Biedma, con su ritmo pausado y esa voz que lo llena todo, el dulce de Lisboa, de Sopeña, al que ir alguna vez con la mujer amada, la dignidad de Cantores, tantas veces traicionada. Atxaga y la vida como un extremo u otro. Y ese Julia Reis del que nunca podré explicar de qué manera me ayudó a entenderme a mí mismo aquella primavera del noventa y cinco.

Años después llegó “Con elegancia”. El disco del final de la facultad. De mi viaje al Oxfordshire. Empezando de nuevo. Siempre empezando de nuevo. Ahí conocí a Luis Alberto de Cuenca, me acerqué a Salvat-Papasseit y su delicioso Ara nos fa, pro jo encara ho faria, descubrí la emoción de las cosas que tallant com un ganivet, con Pere Quart, (el catalán, ese vaso de agua clara) llegué a Borges y vinculé la infancia con una provincia.

El placer de escuchar poemas. La poesía nos lleva más lejos de lo que somos capaces de mirar. Sobre todo los que, como yo, tenemos miopía en los ojos y desengaño en el corazón. La maldición de ser Casandra.

9.3.12

Libros emboscados

Libros que nos esperan. Emboscados. Los Orígenes, de Maalouf. Una narración sencilla que, como en un relato de Borges, nos lleva por vidas que ya no existen. Por mundos que un día fueron y de los que ya no queda memoria. Y me doy cuenta de que su búsqueda es un viaje iniciático parecido al que yo empecé hace años, de la mano de Manolo Juanino, nuestro franco más querido, un viaje que tuvo escalas en los registros civiles de Robleda y de Cobreros, aquellos septiembre de finales de siglo; un viaje que continuó por las parroquias mientras el Pater, el auténtico Pater, intentaba convencerme de que fuera a misa a escucharlo: prefiero pasear contigo, le decía yo como respuesta, así podemos hablar, que si estás predicando no te puedo contestar. Un viaje que me llevó a descubrir viajes imposibles a la Argentina, llegadas a la Sanabria desde Asturias, malostratos, cazadores y suicidios, y que, a la vez, me llevó a darme de bruces con una casa de leyenda, La Casa del Barrio, el solar del que procedo, aunque sólo sea desde los últimos ciento cincuenta años...

Un poeta palestino Mahmud Darwix hubiera dicho... “escribo para restituir lo perdido a base de nombrarlo". Y creo que esa es la historia de esta bitácora, pero no sólo con el pasado. Escribo para restituir lo perdido a base de nombrarlo. Lo perdido entonces y lo perdido ahora. Porque también nos vale para el presente. También para estos años que comenzaron cuando, en un autobús de camino a la ciudad del romancero, compartí una cierta teoría de la amistad.

Vivimos muchas vidas mientras estamos deambulando por este solitario planeta llamado tierra. Pero todas estas vidas tienen un comienzo. Y un final. Siempre. Incluso aunque en alguna de ellas haya llegado a producirse algún milagro inútil...

8.3.12

Teatro mirando hacia Madison...

El teatro. Volver al teatro. Sin que a uno tengan que convencerlo. Sin forzar. Estuvimos viendo Relatos, un monólogo a vueltas con el amor, el erotismo y el sexo, en el Arlequín. Un espectáculo sólido, bien construido, con ese acento tan sensual, tan argentino, de Victoria Siedleki. Una reflexión en la que se entremezclan la sensualidad de Scheherezade, el legendario capítulo de Rayuela y la historia que todos hemos visto mil veces en los puentes de Madison. No es sencillo mantener sentado al espectador durante casi hora y media y hacerlo reír, pensar y suspirar con el sexo como telón de fondo. Una obra hermosa y limpia.

El teatro. Los sueños. La vida.

Por cierto que, de camino, un paseo por mis años de estudiante en la carrera. A la FNAC a navegar entre libros. No tengo remedio. Siempre caigo. Esta vez, el inacabado apunte biográfico sobre Montaigne que Zweig dejó escrito en Petrópolis antes de partir. Si Montaigne está en el canon, no puedo acercarme a él sino es a través de Zweig.


PS: un regalo en forma de crónicas. No se queje, desocupado lector.

7.3.12

El metro como lectura

El metro. El lugar donde realizar la oración de la mañana del hombre moderno, como hubiera escrito Hegel. Voy leyendo, como siempre. Como es miércoles, lo primero que busco es la columna de Cuartango en el periódico. Quienes no son lectores habituales de prensa, no podrán nunca entender el placer de saber quién acude cada día a la cita: la sábana del maestro Espada los sábados, el artículo de Gistau los domingos. El de hoy es un artículo brillante, pero no puedo compartirlo con usted ya que está en Orbyt y es de pago. Una columna melancólica. El paso del tiempo. La llegada a la madurez y luego a la senectud. Los recuerdos de la infancia. Ese mundo al que volvemos buscando lo que nunca llegamos a ser, interrogándonos, a mayores, acerca de los motivos por los que nunca llegamos a serlo. Acabo el artículo casi sin aliento, impresionado, justo cuando el convoy llega a su destino. Cierro el periódico. Una señora mayor, de unos setenta años, me pregunta por qué lado ha de bajarse para ir a Pavones. Tiene las manos arrugadas y pregunta con respeto. Podría ser mi madre dentro de unos años, o esa madre que un día fue joven de la que acaba de hablarme Cuartango en el artículo, esa madre a la que recuerda “sentada al borde del río”, con una canasta de mimbre en las manos. La noto indefensa. La ciudad es un entorno hostil para las personas mayores. Me detengo a explicarle y la acompaño, desviando por unos segundos mi camino, hasta dejarla orientada en el andén. Me da las gracias. Le digo que no hay porqué darlas. Y mientras me doy la vuelta pienso que en qué tipo de persona me habría convertido si no tuviese un minuto para ayudar a un anciano a orientarse.

6.3.12

Lídice vivirá...

Me sale en el libro de Binet una referencia a la matanza de Lídice. Aquí la guerra mundial nos pilló en la periferia, gracias a dios. Nunca había oído hablar de ella. Hay referencias históricas y culturales que tenemos lejos, muy lejos. Fue, como tantas otras actuaciones nazis en la guerra, no sólo un crimen; también fue un error que sirvió para galvanizar a la opinión pública mundial y para garantizar la existencia de un Estado checoslovaco cuando la guerra terminase. La historia fue dantesca, y aquí el adjetivo es sólo descriptivo: a través de una pista estúpida de la que se hubieran reído los hombres de Daniels, los nazis creen que alguien del pueblo de Lídice está implicado en el atentado contra Heydrich. Fuerzas ocupantes toman el pueblo, asesinan a sus habitantes y lo destruyen por completo. La repercusión internacional de la masacre fue brutal incluso para una guerra tan dada a las repercusiones como aquella. Lídice se convirtió en un símbolo de la barbarie del totalitarismo nazi. Supongo que hay que entender Lídice para poder leer con cierta perspectiva algunos capítulos del libro de MacDonogh del que ya hablamos aquí meses atrás, a cuenta del trato que se dio a los alemanes que vivían fuera de su país cuando la guerra terminó.

5.3.12

Reflexiones al natural...

El libro de Binet desliza algunas reflexiones, pocas, sobre el carácter del nazismo y de sus dirigentes. Después de la obra de Arendt sobre la estancia de Eichmann en Jerusalen, hay poco que añadir. El mal era la esencia del nazismo. Y su banalización, la condición necesaria para su triunfo. Un motivo más para desconfiar de la democracia. Algo que debe vacunarnos contra las tonterías de las mayorías. La esencia del Estado moderno ha de ser el respeto al Estado de derecho y a las minorías. Y ninguna mayoría debe poder cambiar eso. El resto, ¡quia! En cualquier caso, la vida de algunos de estos dirigentes me hace ir más allá. Y es que hay algo siniestro en la historia de todos estos gerifaltes nazis: estibadores de puerto, pajilleros, boxeadores frustrados, pintores resentidos, hay algo siniestro, digo, en cómo pudieron hacerse con el poder en un país como Alemania. Un poco lo que ha pasado en el país vasco desde los años setenta, la gente más bruta, los más borricos del pueblo, asesinando y asegurando que con ello hacían política. Supongo que eran un reflejo de un mundo enfermo. Sociedades enfermas atravesadas por ese estúpido complejo de superioridad que todos los grupos humanos padecen en algún momento y que se agravó por el cientificismo; un poco la misma idiotez que el doctor Robert en Cataluña o Sabino en Vizcaya. En Alemania fue a mayores porque había dinero y poder, pero el esquema es el mismo: soy un superhombre. Aprendido ya desde la cuna: somos mejor que los demás y nos tienen envidia. Es curioso porque de todos ellos el único que daba el arquetipo de ario era Heydrich. Y era tan super hombre que acabó muriendo por las esquirlas de una bomba que ni siquiera lo alcanzó. Menudo payaso.


Ps: “La masa, en sentido moderno, nace con la implantación del servicio militar universal y obligatorio. En agosto de 1793, la Convención decretó la movilización general de los franceses solteros entre 18 y 25 años y a consecuencia de esta leva masiva los efectivos del ejército superaron el millón de hombres, un contingente desconocido hasta entonces”.

Gomá, Javier: Ejemplaridad pública. Taurus, Madrid, 2010. Página 66.

4.3.12

Dale a delete...

Es un vídeo de apenas quince segundos. De baja calidad. No hay sonido. Estaba en mi disco duro Una mujer mayor y una más joven ayudan a una tercera, joven también, a vestirse. Es un traje típico de algún lugar. La que se está vistiendo sonríe. Las que le ayudan, también. Una de las mujeres se da la vuelta, quizá para coger un alfiler. Han acabado de vestirla y la miran. El video no da para más...

Soy yo la persona que graba. Estábamos en la Rumanía húngara. En otra vida. Un vídeo que no dice ya nada, pocos años después. Si vuelvo a verlo dentro de cinco años, es posible que ni siquiera recuerde ya el nombre del pueblo. Y que quien me acompañe no sepa siquiera reconocer el nombre de la mujer a la que están vistiendo. Y que un niño pregunte ¿quién es?

Qué lejos queda el pasado. Un país al que, en efecto, sólo podemos volver como turistas. Ya no nos pertenece...

Delete.



PS: El verso del trovador medieval que nos tatuó a todos a fuego el maestro Esteban: “Yo no canto este cantar / sino a quien conmigo va

3.3.12

Metaliteratura en clave antropoide

Devoré como una termita HHhH. Metaliteratura de nuevo. Será que hay temas, como hay ciudades, que nos buscan. Agradable lectura, y no lo digo en tono displicente. Por si el desocupado lector lo desconoce, el nombre hace referencia a una expresión que se usaba en el alto mando nazi: Himmlers Hirn heisst Heydrich, es decir, el cerebro de Himmler se llama Heydrich). La segunda guerra mundial, para los niños de mi generación, era el conflicto bélico por excelencia, ¿verdad Mi General?. El bien contra el mal. Una buena novela y a la vez una metanovela en la que se entrecruzan dos argumentos: el atentado contra Heydrich y una reflexión sobre dónde acaba la ficción y donde empieza la historia. O al revés, si lo prefieren. A Heydrich, uno de los mayores asesinos al servicio de un régimen asesino en sí mismo, lo mataron siguiendo una operación llamada Antropoide que, pese a salir mal, cumplió su objetivo. Murió por nazi en sentido literal. Reinhard Heydrich, la bestia rubia, era el protector, título eufemístico, de Bohemia y Moravia, bajo el gobierno títere de Hácha y cumplió con demoledora eficacia sus objetivos al aplicar una política de palo y zanahoria. Para el gobierno legítimo en el exilio, su muerte era un recordatorio de que Checoslovaquia quería seguir existiendo cuando la guerra acabara. La novela intercala la narración de la operación con reflexiones, algunas más pertinentes que otras, del autor acerca del propio proceso creativo y de cómo ha llegado a escribir la novela, fruto de su conocimiento del país, de su amor por Praga y de algunas obsesiones personales.

Un buen libro, para leer del tirón, sin mayores pretensiones. Porque la calidad no está reñida con la sencillez. A cada cosa, lo suyo.


PS: hablando de guerras. Y de cómo cada uno se cuenta la historia a sí mismo como le conviene. No deje de echarle un vistazo, desocupado lector, a la reflexión de Todorov, el otro día en el fancine de Prisa