4.2.12

Tiene gracia

Tiene gracia, cuando se ve con algo de objetividad, esto del trigésimo octavo Congreso (se dice así, venga, hagan la prueba, estoy harto de oír lo del treintayocho Congreso).
Tiene gracia porque no estamos acostumbrados a que estas cosas ocurran en los grandes. No hay más que ver lo del PP, sucesión a dedo tras sucesión a dedo o, a escala regional, lo de Convergencia o lo de los nacionalistas vascos.
Tiene gracia porque los periódicos se acercan, amagan y parece que van a contar, pero no cuentan. Que si el partido en Andalucía está roto, que si hay que ver Chacón y sus amistedes peligrosas.
Pero lo que más gracia tiene a estas alturas, déjenme ser malvado, es que nadie, puestos a contar, se haya puesto a contar cómo volvió Alfredo Pérez a la ejecutiva federal del partido después de haber perdido el trigésimo quinto Congreso. Cómo volvió, de la mano de quién y, sobre todo, qué motivo impulsó a su mentora a llevarlo de nuevo a la esfera de poder del Partido. Seguro que así todos entendíamos mejor esta comedia.


4 comentarios:

Gedeón McHale dijo...

Hola. Decir "Treinta y ocho Congreso" no es incorrecto en castellano, ni hay argumento lingüístico válido para afirmar que "Trigésimo octavo Congreso" es preferible. Los ordinales, desde el vigésimo en adelante, pueden sustituirse por el cardinal correspondiente.

El Perdíu dijo...

Estimado Gedeón, la Academia se acabó rindiendo a la evidencia de la pobreza lingüística de los españoles...

Joan Pirata dijo...

No no, no nos perdamos en cardinales y ordinales.

Por favor, explique usted eso de que APR se presento al trigésimo quinto; explique, por favor, quién es su mentora; explique, por favor, cómo volvió a la dirección.

Del resto, ya nos intentaremos hacer una composición.

Muchas gracias.

Gedeón McHale dijo...

Justo, querido amigo. Tal como yo decía (hace ya algún tiempo), no hay argumento lingüístico válido, tanto que usted recurre a la opinión subjetiva. Que es muy respetable, pero no pasa de ser eso: opinión que en este caso comparto. Pero siempre conviene avisar al lector de que lo que va a leer es una opinión, no un dato, porque se puede inducir la confusión del respetable.