14.2.12

De Miguel Syjuco en la Biblioteca Nacional (I)

Me acerqué a ver a Miguel Syjuco a la Nacional. A oírlo. Era su primera conferencia, nos dijo. La Nacional, cuántos recuerdos. Media tesis allí escrita, acababan los noventa y éramos todos más jóvenes. Se presentó en un castellano balbuceante y en seguida pasó al inglés. Una disertación muy interesante sobre los Ilustrados, la clase dirigente filipina que condujo a su país a la lucha contra los españoles. Varias claves. La identidad filipina, amalgamar miles de islas, fue cosa de los españoles. Escuchaba a Syjuco y pensaba en el Anderson no superado de las comunidades imaginadas. Indonesia fue un invento holandés: el poder de los mapas, dibujados por la Administración colonial, genera la identidad en la colonia. En 1863, además, la Corona decreta la necesidad de que haya un sistema educativo en español en las islas. Hasta ese momento, la educación la daban los frailes, y a ellos no les importaba el idioma. Querían católicos, no españoles. Los Ilustrados son la metáfora de aquella reforma que promovió la educación en castellano. Estudiaron allí y muchos vinieron a España. Hablaban español a la perfección. En esta lengua escribieron sus obras. Aquí fueron a la Universidad. Aquí fundaron La Solidaridad. José Rizal es uno de ellos pero hay más, aunque nosotros no conozcamos ya a ninguno. Todo acabó mal, claro. Cuando uno juega con la identidad, lo más normal es que muera abrasado por ella. Eran autonomistas. No pedían nada raro: representación en Cortes, igualdad en el acceso a los empleos, educación laica más allá de los frailes. No pudo ser. La metrópoli no escuchó. Llegó la guerra y todo se fue de las manos. Su drama fue mayor que el cubano. La independencia tardó más de cincuenta años en llegar. Y en ese tránsito llegó la aculturación. La política yanqui primero y la matanza de Intramuros después. No poder leer la lengua en la que está escrita tu historia más reciente. Me miro a mí mismo mientras lo oigo hablar y me imagino, preso de la melancolía, qué hubiera sido de mí si todos los papeles que voy recopilando el XIX hubieran estado escritos en una lengua ininteligible para mí: no haber sabido nunca quien era El Moro, o qué quedó en pie de la legendaria Casa del Barrio. No poder entender lo que significa el concepto: una escañeta, frente a la lumbre...

Llega el turno de preguntas. Levanto la mano, me acercan el micrófono...


PS: Digan lo que digan, tu historia te pertenece por entero. Te debes a ella, como un padre se debe a un hijo. Al demonio con tus detractores, con tu dolida familia. No pueden arrebatártela, por mucho que figuren en ella [...]

Syjuco, Miguel: Ilustrado. Barcelona, Círculo de Lectores, 2011. Página 83.

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