27.1.12

Cine y vanidades, será por el invierno...

Estuve viendo también Beautiful Girls. Sigo tosiendo. Ya lo escribí alguna vez: hacerse mayor es empezar a notar el tacto áspero de la vida. Es darse cuenta de que hay sueños que no se cumplirán. Nunca. Descubrir que la vida iba en serio, como escribió Gil de Biedma. Unos amigos vuelven al pueblo para la reunión del Instituto. Hace frío. La nieve. El viento. Y de fondo, los fracasos. La tos, como ahora yo. La sucesión de fracasos: los amores perdidos, los amores imposibles. Pensaba en Jon Juaristi, y en uno de sus más memorables poemas. (Nos casamos con otros. Tal vez así perdimos). El no encontrar un trabajo que te llene; asumir que hay cosas que se han ido, que a lo mejor naciste tarde, o demasiado pronto. (lo mejor de la vida. Quién sabe. Hubo una noche). Los protagonistas se van deslizando por sus días, sin darse cuenta de que, en realidad, nunca tuvieron el control de su tiempo. (en que ambos acordamos que pudo ser distinto). Una peli del noventa y seis, quizá el año en que terminé de ser adolescente. Qué cosas (el rumbo de esta historia de culpa y cobardía). Una película, en el fondo, en la línea de Two Lovers. Hay algo de amargo en la consideración del cine como un espejo. Una película rematada, en fin, por el trágico final de su director, Ted Demme, muerto sin haber llegado a cumplir los cuarenta.


PS: certero Gomá sobre nuestras vanidades.

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