10.9.11

Elogio de todo aquello

El problema de la Restauración, creo, es que nos la contaron los hombres del noventa y ocho, aquellos que traicionaron la libertad, y la escribieron los pesadísimos krausistas de la ILE. Y claro, así no hay quien pueda. Pero la Restauración fue un logro espectacular. Con todos sus errores. Con todos sus problemas. Similares, por cierto, a los del resto de Europa, también a los del Reino Unido, o a los de la Francia tan querida por nuestra progresía. Por primera vez en el siglo había un sistema estable con el que las dos grandes familias del liberalismo español estaban de acuerdo. Un sistema para arbitrar la entrada y salida del gobierno de cada uno de ellos. Y digo que fue un logro espectacular porque llegar hasta ahí costó guerras, ejecuciones, exilios y venganzas desde 1834. Supuso acabar con la política del “todo o nada”, tan habitual hasta entonces, representada por el Duque de Valencia o por el Príncipe de Vergara y a la que ha vuelto una parte de nuestra izquierda con esa democracia de replicantes organizada en Sol hace unos meses. Cuando Sagasta muere en 1903, al mes de dejar la presidencia del Consejo, en España hay un Estado de derecho liberal, con sufragio universal, equiparable a los otros grandes Estados europeos, más abierto por cierto que Alemania y con un nivel de desarrollo propio, por cierto, de una potencia media en el escenario europeo. Con dos grandes partidos que se alternan de manera pacífica en el poder y que asumen que la oposición tiene legitimidad para gobernar. Que es un adversario, no un enemigo. Algo que, por cierto, a gran parte de nuestra lamentable izquierda, anclada en los clichés de una guerra terrible, ha terminado por olvidar.

2 comentarios:

Luis dijo...

Estimado amigo, le contesto cortesmente a alguno de sus argumentos.

El gran problema de la Restauración y causa principal del advenimiento de la República no fueron los discrepantes miembros de la ILE, supuestos traidores a la libertad, según el arguemento de Marco. A mi juicio, la causa principal fue el comportamiento de un rey felón, entregando el poder al padre de José Antonio, conviviendo con la dictadura sin, al parecer, traicionar a la libertad como parece que hicieron los krausistas y pretendiendo volver a la normalidad constitucional tras deshacerse de Primo.

Como simpatizante de esa izquierda que tanto le molesta he de decir que, lamentablemente, ese gen guerracivilista existe en la izquierda española. Como también en la derecha. En meses recientes he oído en la instructiva tertulia de "El gato al agua" a Alicia S. Camacho e Ignacio Gil Lázaro hablar en más de una ocasión de "el enemigo" para referirse a su principal adversario político y electoral.

Supongo que en el partido que sostiene parlamentariamente al gobierno habrá individuos que se expresen en esos términos. Yo no los he oído, aunque supongo que será por ser un sectario lector del fanzine de Prisa.

No se preocupe, yo no le consideraré nunca a usted un enemigo,y creo que esa "gran parte de nuestra lamentable izquierda" tampoco lo haría.

Un cordial saludo.

El Perdíu dijo...

Estimado Luis, interesantes sus apreciaciones, a ver si seguimos debatiendo sobre el tema. Y no, no lo considero, ni mucho menos un enemigo. Hay una izquierda liberal en España, una izquierda culta, pero que es minoritaria, creo yo, y que desde luego se deja ver poco y que ha dado poco la cara, creo, ante la maraña de replicantes del 15M.
Un saludo, es un placer tenerlo por aquí...