30.9.11

Cine independiente y cine comercial...

Estuve viendo, gracias, Pequeña Miss Sunshine. Cine independiente, nacido en Sundance, el festival con nombre de leyenda, a la salud de Robert Redford. La vida como desestructura, la pérdida de los sueños. Ese lado amargo de lo que somos, de lo que tememos. Esas películas que, bajo el paraguas de una sonrisa, dejan detrás un regusto áspero, el paladar de una realidad que no es como soñábamos; un padre triunfador que no para de perder, un cuñado desengañado y depresivo, un hijo adolescente, con todo lo que ello conlleva. Y una niña que empieza a ver la vida desde los ojos de un abuelo pasado de vueltas mientras una vieja furgoneta los lleva hacia un destino impredecible. Cine interesante, para pensar en voz alta.

Fuimos a ver también, qué cosas, una de vaqueros contra extraterrestres. No es tan mala como apunta el título, sobre todo porque Craig y Ford son palabras mayores. Lo mejor es casi la parte de la historia en la que no hay alienígenas; una historia de vaqueros: un luchador que odia las guerras cabalga con un desconocido que quiere cambiar un oscuro pasado; y de fondo unos indios doblemente extraños en su tierra. Y el desierto, la poderosa metáfora del desierto. Siempre el desierto. Un país que se creó contra el desierto, frente a la Nueva España, que se creó contra el trópico. Así han ido unos y así acabaron los otros. Cine entretenido, para ver con palomitas y echar la tarde del domingo. Para nada más, pero tampoco para nada menos.

PS: Only two kinds of men get shot. Criminals and victims. Well, which one are you?

29.9.11

Viejas deudas en buen cine...

Pequeños placeres de la vida. Ir al cine y ver una buena película. Atraído por el tráiler, y recomendado por Tino Batera, nos acercamos a verla antes de poner rumbo a Zamora. De fondo, aquella historia de Eichmann, el funcionario ejemplar, secuestrado en Argentina, y juzgado y condenado en Israel por sus crímenes. El hombre que nos ayudó a entender a todos el concepto de “banalización del mal”. Una deuda en forma de película. Un comando del Mosad a la caza de un carnicero, el de Birkenau. Dos historias en paralelo, bien escritas, bien articuladas. Las culpas que se arrastran durante años. Los errores que cometemos. La condición, efectivamente, de país extranjero que tiene el pasado para todos nosotros. Un país al que nunca podremos volver más que como turistas, por mucho que nos atormente; porque el pasado no puede cambiarse y queda ahí, como un espejo, para recordarnos lo que hicimos y lo que no hicimos. Lo que somos y lo que fuimos. Cuando, además, ese pasado lo convierte a uno en un fraude, es difícil vivir sin atormentarse. De fondo, intriga, buen guión y un triángulo de relaciones complejas. Como todas las relaciones. Buen cine, con una fantástica Helen Mirren. No deje de verla, desocupado lector.

PS: Arcadi Espada escribió: [...] La explosión digital ha impactado sobre un tejido cultural más frágil y minoritario de lo que se creía. La inmensa oferta de ocio digital, gratuita por derecho o contra él, ha reducido los consumos hasta ahora tradicionales y los ha situado al borde de la quiebra. Lo interesante, y más temible, es lo que internet ha puesto en evidencia: algunas presuntas formas de consumo cultural eran exactamente lo que indicaban nuestros sarcasmos. Es decir, se compraban periódicos para sólo leer sus titulares y hoy esos titulares viajan gratis en miles de formatos. Se compraban libros como mero acto de prestigio social y hoy el libro, desde el punto de vista del estatus, ya no significa nada. O sí: ácaros y otras complicaciones del tipo si quieres ser feliz y comer perdices no analices, muchacho, no analices.

28.9.11

Adios zapatero, adios

Ayer se disolvieron las Cortes. Por fin. La pesadilla de ocho años de zapaterato pasan a la historia. Pero hoy no voy a hablar mal del Presidente. No. No quiero hacer leña del árbol caído. Aquí hubo muchos que vimos hace años para lo que este hombre daba de sí y para lo que no. Nadie nos hizo caso: agoreros, enemigos de la paz y no sé cuántas cosas nos llamaron. En cualquier caso, hoy que empieza el camino que lo llevará al pueblo en pocos meses, sí quiero decirle que no le deseo nada malo. Que espero que sea feliz. Que no pongo en duda su sentido del deber, aunque sea tan lejano del mío, ni sus buenas intenciones. Que creo que las cosas han salido mal, pero que no creo que toda la culpa sea suya. Estoy un poco harto de este cainismo español de odiar al adversario, como hicieron y hacen los quinquis con Aznar. No. Yo al menos no soy así. Lo único que le puedo decir a Zapatero, ahora que se va, es que creo que su diagnóstico era un disparate y sus acciones fueron un error tras otro. Pero nada más; porque no creo que fuera malintencionado ni que hiciera mal las cosas a propósito. Quizá en el fondo él sólo sea la metáfora de una generación, de una gente que creció memorizando eslóganes y que nunca puso en duda lo que pensaba, siempre tan seguros de ser el bien y el progreso en un país de cafres.

En cualquier caso, que le vaya bien en su vida, Presidente.

27.9.11

Recordar a Lorca en Lisboa

No recuerdo bien cuando descubrí a Lorca. Quizá en el bachillerato, no lo sé. Sí recuerdo que llegué a él a través del Romancero gitano. Me fui haciendo adulto y descubrí al poeta en Nueva York. Y cuando la muerte empezó a golpearme, aun de lejos, descubrí la gran elegía de la lengua española: el llanto por Ignacio Sánchez Mejías.

Luego nos fuimos alejando, aunque nunca nos hemos olvidado del todo. Alguna casida. Sus obras de teatro. El otro día volví a Lorca. Volvimos a Lorca. Presentaban en el Ateneo lo que prometía ser un encuentro entre artistas. Una réplica a su romancero, dibujada por un arquitecto con alma de pintor y cantada por un poeta nacido en Lisboa.

El poeta de Lisboa nos desarmó, cantando a las calles de su ciudad. El piano de fondo. Siempre hay un piano en mi vida cuando me ocurren las cosas más hermosas. Y la voz seca, rasgada, del poeta. La sala se llenó de magia. Y luego nos habló de Amelia, la de los ojos dulces, tan suaves cuando miran en portugués. Y entonces volví a maldecir no saber nada de música. No saber nada de Portugal, no saber casi nada de casi todo.

Menos mal que a mi lado, aunque no era una tarde de agosto, Lisboa resplandecía…


PS: Gabriel Sopeña escribió: “Lisboa era el mundo, Lisboa era luz / Lisboa era mía, Lisboa eras tú”.

26.9.11

Las cosas como son...

Una interesante reflexión, ahora que ando liado con el XIX y viendo como Sagasta consiguió su primera acta por Zamora allá por 1854. No había acuerdo entre las dos familias liberales sobre qué otorgaba la condición de ciudadano: para los que ganaron, los progresistas, la condición de vecino ya otorgaba ciudadanía; para los que perdieron, para los moderados, esa condición no la otorgaba la vecindad, sino el carácter de contribuyente de la persona: quien no paga impuestos no tiene cosas que defender ni contribuye a los público, de ahí que no sea ciudadano. Aquellas querellas ideológicas configuraron lo que hoy vemos como normal. Pasó igual con los Ayuntamientos: para los que perdieron, eran un eslabón más del poder del Estado y por eso era lógico que los alcaldes fueran nombrados por el gobernador civil; para los progresistas, eran un gobierno y por lo tanto sus alcaldes tenían que ser elegidos por los vecinos.

Cosas que hoy vemos como evidentes fueron objeto en el pasado de discusiones apasionadas. Damos por supuesto cosas que podían haber sido de otra manera, aunque tiempo después pensemos que no había más alternativas. Pasa igual con las guerras. Para el imaginario colectivo, en todas las del siglo XX han ganado los buenos, excepto en la maldita guerra de España. La realidad tiende a cerrarnos la cabeza, para que no pensemos demasiado y facilitarnos así la gestión del día a día.

Y es que la realidad es una construcción cultural. Como lo es el enfoque con el que miramos las cosas. Pocas circunstancias, más allá desde luego del código penal, son buenas o malas en sí mismas. Esta es una buena lección de esta fase de mi vida.

Y la humildad, claro.


PS: En cuanto a las manías [de Giner] la principal atañe a su propio país. Giner anunciaba la llegada de Europa y de la modernidad a España. Pues bien, la profecía falló. Llegó la Revolución de 1868 y los españoles dejaron pasar la oportunidad de ser modernos y europeos. Desde entonces, España ha vuelto a ser [para Giner y los krausistas] un país, o mejor dicho una tribu, de cafres y de salvajes.

Marco, José María: Francisco Giner de los Ríos: pedagogía y poder. Península, Barcelona, 2002. Página 244.

24.9.11

De un mundo a otro dando un paseo...

Llega uno a la reunión tan trajeado, con tantos móviles, tan deprimido por la realidad laboral, tan moderno, tan postmoderno, tan urbano…

Llega uno a la reunión y se encuentra de repente trasportado al Antiguo Régimen. A la Comunidad. Al mundo premoderno. Y hablan y escucho sin parar. Y encontramos gente conocida. Y anécdotas. Y personas a la que uno identifica sólo por el apodo. Y pueblos. Y abuelos. Y escritores, como ese Torga de leyenda al que algún día iremos a presentar nuestros respetos. Y judíos, muchos judíos. Y creencias. Y casamientos inesperados. Y miradas que atrapan, sacadas de hace dos siglos, como en un relato de Borges. Y ves a un amigo con una kipá encima. Y pueblos que aparecieron de la nada. Y motes. Y tareas. Y el amor a una tierra dura. Ingrata. Una tierra, esta, que no nos recodará cuando nos hayamos ido. Una tierra, una identidad, como una cárcel, como una maldición, es cierto, pero también como una bendición. Un mástil al que atarse cuando las sirenas canten. Un lugar al que volver. Un lugar sin el que nadie sería capaz de explicarme. O de explicarnos. Porque sigue la conversación y me doy cuenta de qué parecidos somos todos: los mismos sueños. Las mismas ilusiones. En nuestras utopías no salen grandes chalés adosados, ni aparece por ningún lado la periferia de Madrid, ni siquiera la playa. No. En nuestros sueños aparece un salón con una mesa. Y a la mesa sentada, apurando un café, gente que aún no conocemos, o gente que acabamos de conocer, o gente que conocemos desde hace mucho tiempo, aunque nunca los hayamos visto. Aparece también una escañeta. Quizá en La Casa de Llanos, la misma casa que tengo delante mientras escribo estas líneas y la luz pura del otoño recién llegado cae sobre la Sanabria. O quizá La Casa del Barrio, quien sabe.

¿Es bonito soñar, verdad?


PS: Este es un falso dilema. Se puede ser cosmopolita y a la vez localista, -como Dalí, que era profundamente ampurdanés-. Es más, creo que uno necesita enraizarse con su patria chica para navegar sensatamente en las aguas del “internet” cosmopolita. Provinciano es el que siendo de Madrid quiere parecer neoyorquino. Decía Oscar Wilde que nadie puede interesar a los demás si no es genuino […]

Racionero, Luis: El progreso decadente. Repaso al siglo XX. Espasa, Madrid, 2000. Págs. 114-115

23.9.11

Cuando el mundo iba a llegar a su fin...

Hace tiempo que me cautivó Tom Holland. El hombre que consigue hacer ensayo histórico sin caer en la plúmbea escritura marxista. Divulgar con rigor, un poco en la línea de Asimov. Y además, escribir bien, con gracia. Me fascinó con Rubicón, el mejor libro sobre historia de Roma que he leído y que, junto con la serie de la HBO, me ha permitido ponerle por fin caras a los protagonistas del nacimiento del Imperio sobre las ruinas de la vieja República romana. Ando ahora con Milenio, un libro mal traducido que, me temo, ha pasado desapercibido en España pero cuyas páginas pueden leerse como un prefacio del 1492 de Fernández Armesto, siempre en busca de la respuesta de cómo fue posible que un mundo que en la Alta Edad Media parecía destinado a ser barrido de la historia, acabara dominando todo el orbe pocos siglos después. El libro se inicia narrando y explicando la humillación de Canossa. Un nombre de resonancias míticas. Aquel Bismarck clamando en 1872 ante el Parlamento: “no iremos a Canossa”. Cuántas veces, en diversas circunstancias, nos hemos repetidos todo alguna vez: “no iremos a Canossa”. En nuestra vida profesional, tantas veces. Pero también en la personal. Y de fondo, la novedad impensable, la brutal ruptura que supone para un Rey ir a humillarse ante un obispo. Algo nunca visto hasta aquel momento. Aquella idea que abre una puerta radical: una legitimidad para la tierra, otra para el cielo. Quizá vengamos todos de ahí. Quizá Canossa sea un eslabón más en lo que hoy somos, como lo fue Roma y como lo fue el cristianismo. Lo voy devorando, pese a la fatídica querencia de la traductora por la palabra fatídico sin ton ni son. Leer es ir abriendo ventanas a la vida. Es ir creciendo, como lo hace un niño. Es alejarse del día a día y ver el mundo cada vez con más perspectiva.
Lo escribió, cargado de razón, Margarit: la libertad es una librería…
Ya les iré contando.

PS: Debido a factores geográficos –como, por ejemplo, el litoral relativamente suave de China, la inexistencia de penínsulas importantes del tamaño de la de Italia o España y Portugal, la ausencia de islas importantes del tamaño de Gran Bretaña o Irlanda, o el hecho de que sus ríos principales discurran paralelos–, el núcleo geográfico de China se unificó ya en el año 221 a.C., y desde entonces ha permanecido unificado durante la mayor parte del tiempo, mientras que la Europa geográficamente fragmentada nunca ha estado unificada desde el punto de vista político. Esa unidad permitió a los gobernantes chinos imponer cambios en un territorio mucho mayor de lo que cualquier gobernante europeo pudiera haber dirigido jamás; cambios tanto para bien como para mal […]
Diamond, Jared: Colapso, por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Barcelona, Círculo de Lectores, 2006. Página 487.

22.9.11

Ayuntamientos arruinados que gastan donde no deben...

Salía el otro día la noticia en el fancine de prisa. En este país del todo gratis, de todos los derechos y ninguna obligación. En este país de las cosas no cuestan dinero porque siempre las paga otro, resulta que las Administraciones locales querían ofrecer wifi gratis a sus vecinos. Así, con dos cojones. Un sector dinámico, que crea empleo, inversión y en el que hay muchas empresas metidas, reventado por ese nuevo emule que querían ser los Ayuntamientos. Ese afán por pisotear la iniciativa privada y dárselo todo gratis a los niños. Que los ciudadanos nunca terminen de tener conciencia de que viven en un mundo duro, caótico y complejo. Que no despierten nunca. Gracias a Dios, la Audiencia Nacional parece haber puesto algo de sensatez: wifi limitado y con poca potencia, vale; wifi para que la gente no contrate, no.

Qué país en el que un juez tiene que llegar a decir estas cosas. No sé cómo a algún alcalde no se le ha ocurrido aún poner taxis gratis, bebidas gratis en bares municipales o, ya puestos, prestar gratis cualquier servicio que cueste dinero… porque total, al final lo paga todo un ente misterioso y filantrópico que responde al nombre de “Estado”. Y si no puede pagarlo, la culpa es de ese satán siniestro al que llaman “Mercados”

El final, vivir en una sociedad arcaica donde se haya abolido el dinero y donde la miseria se reparta de manera equitativa…

Y sin embargo, me da la sensación de que los ayuntamientos no se apearán de la burra, ya lo verán…

20.9.11

Elogio del comercio, vía amazon, y una reflexión sobre la imagen de los catalanes

Llegó Amazon a España. Los de Seattle, después de pensárselo mucho, han desembarcado aquí, y a mí que me alegra. Bendita competencia. Aún recuerdo, creo que lo conté aquí una vez, que hace varios años me salía más barato comprar un libro a una empresa norteamericana cuyos almacenes estaban en Canadá, que comprárselos a la casa del libro. Así de fuerte. Tengo alguna experiencia comprando con ellos en su portal americano, gracias Mi General, y creo que empezaré a convertirme en usuario de su portal español. Adoro el buen servicio, la buena educación y los buenos precios, y además por este orden

Cambia la vida, cambian las formas, pero el eje es siempre el mismo: el comercio nos hace crecer, como personas y como sociedades. Ningún impulso puede esperarse de sociedades que cierran sus puertas o sus fronteras a lo nuevo, al intercambio, a ganar sobre la base de cambiar. En vez de ponerle puertas al campo, lo que han de hacer los reguladores es asegurar juego limpio y dejar jugar a todos… nunca he entendido el precio fijo en los libros, como nunca he entendido que un libro electrónico cueste casi lo mismo que uno en papel.

Comerciar es ser libre. Comerciar es charlar con Mercurio, ese fantástico dios romano consagrado al comercio, al intercambio. No en vano, el periódico más antiguo que se conserva en lengua castellana es un periódico chileno, el Mercurio de Valparaiso. Porque comercio y letras siempre han ido juntos, aunque la imagen popular del comercio sea una imagen ágrafa. Por cierto que alguna relación ha de haber, lo intuyo, entre una Plaza llamada del azogue (o Azoague, como nos dijo en un castellano puro un paisano paseando por Malgrat una mañana de otoño, y Lisboa resplandecía), las dos acepciones de azogue en castellano y el dios romano. Y viniendo como vengo de un pueblo de mercaderes, ¿cómo no celebrar la llegada de un nuevo mercader a este zoco global que llamamos la vida?


PS: "Las grandes ciudades marítimas y comerciales, Venecia y Génova principalmente […] se encuentran desde aproximadamente 1300 con la seria competencia de los catalanes. […] si no tienen más remedio que resignarse a su poder militar, la competencia de los mercaderes catalanes, y de la una cierta piratería catalana en aguas griegas e italianas […] les lleva muy pronto al intento de descalificación radical de estos nuevos competidores. La imagen del mercader catalán como “alevoso, avaro, traidor, desleal y sin escrúpulos” se une a la del soldado aragonés, valiente pero inculto" […]

Iglesias, Carmen: No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre historia de España. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009. Página 57

19.9.11

¿De qué lado están?

Me entero a través de Arcadi Espada que unos que se llaman a sí mismos Anonymous y que parece que no son más que piratas informáticos, colgaron un video en YouTube del que se hace eco la prensa mejicana. Leo la noticia y me quedo parado, de manera literal, ante una frase de los tal anónimos: “Hemos visto cómo el pueblo mexicano vive atemorizado por culpa de un gobierno que no ha querido escuchar la voz de su gente, que ya está harta de sangre y la violencia en este país”.

No pude pasar de ahí. Un Estado de derecho libra una guerra que le ha declarado el crimen organizado; una guerra en la que está muriendo mucha gente y que está causando un dolor inmenso, y unos niñatos anónimos culpan de las muertes al gobierno. Seguro que el presidente Calderón podía hacer las cosas de otra manera. Seguro que el Estado mejicano ha cometido fallos en su lucha. Pero no podemos olvidar nunca que entre un Estado de derecho y cualquier retórica disfrazada de violencia que lo amenace, ya sea terrorista, guerrillera, narcótica o religiosa, sólo podemos estar de un lado. Y que cuando perdemos la batalla de las palabras, estamos ya empezando a perder la batalla de la realidad.

Y recuerdo aquella frase que leí a principios de los noventa, cuando yo era un joven que aún no sabía si ser nacionalista español o nacionalista a secas, fascinado por la estética de las resistencia. Alguien me escribió en la mano, para que no lo olvidara nunca: “Vivir allí donde ha caído el Estado es muy romántico pero muy poco recomendable: ¿Conoces a alguien a quien le gustaría irse a vivir hoy al Líbano?”


PS: y no es sólo solidaridad. Alguien me dijo hace un año: Méjico está como estaba Colombia hace quince años. Y quizá como estaremos nosotros dentro de otros quince.

17.9.11

Cuando Butch y Sundance eran jóvenes

Y si Butch Cassidy no hubiera muerto en Bolivia. Ya conté aquí que vi la recreación que hizo, con buena nota, Mateo Gil en cine, con un fantástico Sephard. Así que tocaba recordar el original, Dos hombres y un destino, la película que acaba, quizá, con la muerte de Cassidy y de su amigo Sundance Kid. Una película de finales de los sesenta que alguna vez vi, aunque no recuerdo ni cuando, quizá en Peñafiel, quien sabe. Así que tocaba volver a verla, para ponerle cara a los dos de jóvenes, y tan jóvenes, con unos Newman y Redford trabajando por primera vez juntos ante las cámaras. Una película mítica que no ha envejecido mal del todo y en la que sigue destacando, por encima de todo, esa canción espléndida que pasó a la historia y que sigue emocionando cuando uno se enfrenta a la escena de la bicicleta en la pradera, toda una metáfora del mundo que llegaba. Esas gotas de agua cayendo y que suenan mientras los dos sueñan con la vida que pudieron haber llegado a vivir. De fondo, la leyenda del Adan americano, de una ciudad sobre la colina y de las vidas cruzadas. Si aún no han visto esa escena, no se la pierdan. Es, sencillamente, deliciosa. Butch y Etta en un viaje que empieza y que, más allá de la caída, no termina en realidad nunca.

16.9.11

Un recorte de periódico suelto...

Andaba recogiendo la habitación antes de volver y tropecé con un recorte de periódico del verano pasado. Esa habitación con un pegote verde montado desde la indiferencia que da el saber que te estás yendo de un sitio y que asusta cuando estás llegando. Lo debí de apartar para leer y ahí se quedo, mudo y silencioso a lo largo del año. Lo recojo y salgo a la pradera, a sentarme un minuto y leerlo. Lo recuerdo bien. Los recuerdo bien. Dos exiliados en Inglaterra. Aquella tercera España. De Chaves Nogales ya he escrito aquí y acabé leyendo muchos artículos en un regalo misterioso del cumple de 2010 que permanece aún a la espera de firma en mi estantería. De Barea he de decir que sólo he leído la fantástica forja de un rebelde, que me ayudó a terminar de hacerme un mapa de la terrible guerra de España. Ellos dos, junto con Salazar Chapela, otro exiliado, forman parte de esa España que sufrió el exilio por parte de todos, por parte de los hunos y por parte de los hotros. Y que lo siguen sufriendo tantos años después, en forma de olvido, por parte de todos nosotros.
Dos autores. Gente honrada. Aquella España que no pudo ser.
Esa España de la que me siento ciudadano y de la única de la que permito, en los días de nostalgia, con una segrams en la mano, enorgulleceme. Todos tenemos nuestras debilidades.

PS: mañana a celebrar, ahora que andan con lo de cargarse las provincias, lo zamorano en nuestras vidas. Cómo entró de repente, quizá para quedarse. No se lo pierdan.

15.9.11

Con delicadeza, en septiembre...

Cuando llega septiembre por esta tierra la luz empieza a contraerse.
Es un movimiento tenue, casi imperceptible, que lo deja todo listo para el otoño. Los días se acortan, las emociones se multiplican y durante unos pocos días, las ciruelas ya maduras están en su punto para recoger del árbol. Mi ahijado me ve y sonríe. Son tres niños y los tres vienen conmigo a por ciruelas. Están dulces. Aquí cuando no hiela, la fruta se da bien. Y ninguna como la ciruela en septiembre. Nos acercamos al árbol. Vamos cogiendo por turnos. La luz va terminando de recogerse y el verde se ve ahora puro, como en un poema de Claudio.
Pelamos y comemos. Sin prisa, sin pausa.
Está llegando el otoño, digo en voz alta mientras los miro, ¿no os habéis dado cuenta?
Me miran.
Sonríen.

14.9.11

Aquellos personajes del XIX...

Curioso personaje, Sagasta. Hijo de buena familia de provincias, sufrió el destierro de niño por la postura política de sus padres. Un tipo muy inteligente que terminó por asumir, en su vida personal, cosas que incluso hoy son difíciles de asumir. Conoció a Ángela Vidal y se enamoró de ella. Perdidamente. Él era un joven ingeniero destinado en una provincia que era, ya entonces, el limes de la civilización, justo al lado de donde empezaba el fin del mundo. Ella era una joven, hija de indiano, emparentada con la gente bien de una capital pobre. Casada con apenas dieciséis años en un matrimonio que a todos venía bien aunque a nadie convencía. Y por el que ella no fue preguntada.

Así que Sagasta y ella lucharon. Por sus vidas. Porque no sabían si iban a volver a tener tanta suerte. Ella lo acompañó a la Sanabria y allí tuvieron un hijo, probablemente en la Puebla. Lo bautizaron en Zirbaaaaaaaaaaantes, que ya es casualidad; la patria chica del Perdíu. Y lo bautizaron como hijo de padres incógnitos. Vivieron juntos sin estar casados, todo un escándalo en aquella Sanabria. Y no digamos en aquella España. O quizá no tanto. Más cosas de las que parecen son fáciles de entender cuando se viven de cerca. Y entonces uno descubre que las personas juzgan menos de lo que aparentan. Aún tuvieron otra hija, aunque no pudieron casarse hasta 1885, cuando ya eran dos ancianos para la época. Ángela murió en 1897, seis años antes que él. Casi cincuenta años juntos. Con todo en contra. Con todo de frente.

Una historia de amor que recorrió medio siglo y que comenzó en aquellas tierras zamoranas...

13.9.11

Del Bilbao y la Barcelona de aquella España...

Aquella España. No era una España africana, más que le pese al tal Giner. Era una España que se modernizaba. Con muchos problemas. Con poco dinero. Un país devastado por la ocupación francesa y en el que las familias del liberalismo no fueron capaces de llegar a acuerdos esenciales durante décadas. Pero una España que entraba en el mundo moderno. Una España, lo cuenta el profesor Ollero Vallés en el libro que he terminado, en la que los bilbaínos agradecían con homenajes multitudinarios a Espartero que los liberara de los carlistas. Una España en la que el Ayuntamiento de Barcelona homenajeaba en 1860 a los voluntarios catalanes que participaron en la toma de Tetuán durante la guerra de África.

Una España en la que las cosas pudieron haber sido de otro modo. Una España más civilizada, desde luego, que la de sus nietos, los que nos llevaron a todos a la tragedia del treintayseis. Y ahí va un ejemplo. A mediados de la década de los sesenta, la izquierda liberal había optado la insurrección como forma de llegar al poder. En junio de 1866 intenta un pronunciamiento que pasará a la historia como el del Cuartel de San Gil; pero el pronunciamiento sale mal. Lo interesante es que en aquella España aún había liberales. Ni las bestias fascistas ni los comunistas habían asomado aún por la arena pública y la política se hacía entre señores. El gobierno pacta con los cabecillas, de manera discreta, que salgan del país. Les entrega incluso salvoconductos. Cuando el último de ellos se ha ido, se pone en marcha un Consejo de Guerra contra ellos, en el que resultan condenados a morir por garrote vil.

Las condenas a muerte no se ejecutarán jamás…

Aquella España…


PS: El 21 de enero [de 1932] Azaña anunció al consejo de ministros, reunido con el presidente de la República, que se disponía a proceder "con toda rapidez y con la mayor violencia" a reprimir la rebelión y que se fusilaría a quien se cogiese con las armas en la mano.

Avilés Farré, Juan: La izquierda burguesa y la tragedia de la IIª República. Servicio de Documentación y Publicaciones de la Comunidad de Madrid, Madrid, 2006. Páginas 166-167

12.9.11

Una entrevista, volviendo...

Volvíamos en el coche y sonaba la radio pública, la SER no, la otra, la Radio Nacional. Al fondo, la Culebra. Era una entrevista. A una mujer. Una mujer que vio morir asesinado por la espalda a uno de sus amigos, que además era su jefe, mientras comía. El relato de aquella jornada, de aquel paseo hasta el restaurante, del almuerzo con Itziar, de la inocencia de pensar que uno podía comer en la parte vieja de San Sebastián sin escolta y sin mirar a la puerta. Luego murieron muchos concejales más, pero hasta entonces no existía la sensación de que fueran a por ellos. Un año antes Enrique Villar nos había llevado de paseo por Vitoria y nos decía que ya no era como la transición, que se había ido ganando en libertad. Se acababa enero y yo estaba estudiando los exámenes cercanos de febrero. Ordóñez iba a ganar las elecciones que habían de celebrarse pocos meses después y se iba a convertir, casi con total seguridad, en alcalde de su ciudad. Una afrenta intolerable para el nacionalismo, especialmente para el cruento. Era volver al XIX: la ciudad liberal frente al campo carlista que la circunda. Peor aún, aquel hombre al que iban a matar se había atrevido a recomponer el centro derecha español en Guipúzcoa tras la cacería del nacionalismo durante la transición. Así que lo mataron. Así funciona el nacionalismo. Su lógica es tan primitiva como sus ideas.

Ver morir a tu amigo mientras almuerzas con él. Un chivato avisó y un asesino acercó la pistola hasta su nuca. La mujer, María San Gil, lo cuenta sin odio, tantos años después: “pensé que era una broma macabra”. Hasta que suena el disparo. Lo mataron a él porque no podían matar a todos sus votantes. Cayó muerto. “Hay que decírselo a Ana”, pensó después de salir corriendo tras el asesino. Ana Iríbar, la mujer de Gregorio. Otra mujer valiente. Oigo el relato de San Gil y me asombra la paz que transmite. La claridad. La necesidad de que haya vencedores y vencidos.

Recuerdo aquel día y recuerdo aquella muerte. Y recuerdo alguna decisión, íntima y personal, que tomé aquella tarde. Ahora ya de aquella mesa, cuenta, sólo queda ella. Enrique Villar murió de un cáncer hace unos años, lo mismo que aquella Itziar. Pero anima a la gente a que vaya a La Cepa: “los mejores pinchos de San Sebastián”.

María San Gil dejó la política, hastiada de componendas y de bobadas; hastiada de de muchas cosas, entre otras, de vividores que dan el salto desde la función pública a la política sin el menor interés por servir a los demás; sólo para medrar, sabiendo que tendrán un lugar al que volver cuando el sistema los triture.

Gregorio Ordóñez lleva dieciséis años muerto. Una fundación donostiarra mantiene viva su memoria. Su mujer lleva dieciséis años viuda. Dieciséis años, por Dios.

Su cuidad, San Sebastián, la ciudad liberal rodeada de peletos, hoy está bajo el ¿gobierno? de la misma gente que sonrió ante su asesinato y que han sido varias veces disueltos por la justicia por formar parte del mismo entramado que los asesinos.

Es lo que hay. Y luego hay gente que cree que la crisis más importante de España es la económica…

11.9.11

Apurando puzles, ordenando gintonics

Si estamos en setiembre y esto es Sanabria, estamos en la fiesta. Hace años que no venía. Cuatro o cinco, yo no sé. Aquellas míticas fiestas, primero con Luiste, luego con Carlos, siempre coincidiendo con las fiestas de Hornuez. La plaza a reventar. La peña de los apartaos. Tanta gente. Vamos cambiando, van llegando algunos, otros se quedan, aquellos se han ido. Pero hay algo que mantiene la la magia de las fiestas de la Villa. No sé bien qué es. Quizá sea esa sonrisa, esa alegría bailando que hace mucho que no veía. Quizá esa forma de mirar. Esa manera de hablar. No lo sé. La vida es un puzle muy trabajoso. Lleno de piezas que no encajan a la primera, o que no encajarán nunca, por mucho que lo intentemos, negándonos a nosotros mismos; algunas parecen sobrar, otras piezas, sin embargo, no las encontramos nunca. Así que si por azar al final uno consigue tenerlas todas delante y pensar, sólo pensar, que podría encajarlas por fin, no puede dejar de sonreír mientras apura el gintonic de un trago. Ya lo dijo el clásico: en Sanabria, tantas derrotas y tan pocas Victorias…

10.9.11

Elogio de todo aquello

El problema de la Restauración, creo, es que nos la contaron los hombres del noventa y ocho, aquellos que traicionaron la libertad, y la escribieron los pesadísimos krausistas de la ILE. Y claro, así no hay quien pueda. Pero la Restauración fue un logro espectacular. Con todos sus errores. Con todos sus problemas. Similares, por cierto, a los del resto de Europa, también a los del Reino Unido, o a los de la Francia tan querida por nuestra progresía. Por primera vez en el siglo había un sistema estable con el que las dos grandes familias del liberalismo español estaban de acuerdo. Un sistema para arbitrar la entrada y salida del gobierno de cada uno de ellos. Y digo que fue un logro espectacular porque llegar hasta ahí costó guerras, ejecuciones, exilios y venganzas desde 1834. Supuso acabar con la política del “todo o nada”, tan habitual hasta entonces, representada por el Duque de Valencia o por el Príncipe de Vergara y a la que ha vuelto una parte de nuestra izquierda con esa democracia de replicantes organizada en Sol hace unos meses. Cuando Sagasta muere en 1903, al mes de dejar la presidencia del Consejo, en España hay un Estado de derecho liberal, con sufragio universal, equiparable a los otros grandes Estados europeos, más abierto por cierto que Alemania y con un nivel de desarrollo propio, por cierto, de una potencia media en el escenario europeo. Con dos grandes partidos que se alternan de manera pacífica en el poder y que asumen que la oposición tiene legitimidad para gobernar. Que es un adversario, no un enemigo. Algo que, por cierto, a gran parte de nuestra lamentable izquierda, anclada en los clichés de una guerra terrible, ha terminado por olvidar.

9.9.11

Pasados, legajos y placeres...

Era La Casa del Barrio. Ahí empezó a fraguarse una parte de los orígenes de mi familia. Era Isidro. Mi tatarabuelo. Era arriero, creo. Y había muerto ya en 1903. En 1886 un vecino lo sometió a juicio. Duró más de cuatro años. Por unas entradas. El juicio en realidad era contra su mujer, Margarita, y contra la hermana de ésta, Isabel, pero en aquella España quienes representaban a sus mujeres eran sus maridos y fueron ellos los que litigaron, porque ellas se dedicaban únicamente “a las labores propias de su sexo”. Ello me lleva a barruntar que La Casa del Barrio venía de parte de su mujer, una San Román, que la había heredado a su vez de su padre, Miguel San Román, un Miguel de quien nada sé, únicamente que ya había muerto en 1871.

Aún no he acabado de comprender el sentido del pleito, pero creo que se dictó sentencia en 1890. Mi padre me acompañó y me enseñó la entrada objeto de litigio. Uno de mis paseos favoritos en el mi pueblo es salir por el barrio hacia la Llagona y de ahí tomar el camino, cruzando el río, que me lleva a San Miguel o al pueblo de los que trabajaban el cobre. Un camino ideal para hacer en septiembre, cuando la luz empieza a ser más suave que en agosto y aún no hace frío.

El placer de descifrar estos papeles. El placer de señalar con el dedo, bajo la luz, una palabra inescrutable. El placer de ir atando cabos; de sonreír satisfechos tras cuadrar algún nombre, tras descifrar una fecha. Tantos placeres, en fin, que comienzan por el placer de compartir.


PS: hablando de placeres, tras una semana de un esfuerzo delicioso, cansancio incluido, esta tarde un buen amigo dicta una conferencia preparada a cuatro manos en el Mercado del Puente. A las siete, en los bajos de la oficina de turismo. Si están por la zona, no falten…

8.9.11

A vueltas con Sagasta

Ando acabando la biografía de Sagasta que ya comenté, escrita por el profesor Ollero Vallés. Termina cuando aquella fría mañana de invierno el general Martínez Campos se pronuncia en Sagunto a favor de la vuelta de los Borbones, mientras el General bonito está en el norte luchando contras los carlistas y el propio Sagasta, a la sazón presidente del Gobierno, decide no oponerse. La consulta de toda la documentación de la época, así como del magnífico catálogo de la Exposición que el gobierno de Aznar organizó en el año 2000 (y que recuerdo que fui a ver con Angeliello) me ha llevado a recordar viejas lecturas, como el fantástico libro de Varela Ortega sobre la Restauración.

Visto desde el siglo XXI, parece evidente que Sagasta y aquellos como él que optaron por el liberalismo transigente y pactista tras el fracaso de la Gloriosa tenían razón, frente a los radicales que con tanta pasión contribuyeron a la tragedia de 1936. En efecto, frente a las risas de Ortega sobre el “partido domesticado”, frente a las críticas de Azaña y frente a las bobadas africanas del tal Giner, hubo una izquierda liberal en España que optó, tras medio siglo de conflictos civiles, por pactar, por dejar fuera de la vida política al ejército y por asumir que entre el exilio o el gobierno, la vida política en un país moderno tiene sitio también para la oposición.

A Sagasta, por cierto, no lo ha reivindicado nadie (bueno, mi amigo Jesús en la transición…). Y todos lo odiaron. Si para la izquierda fue un vendido (colaboró con el régimen canovista después de haber sido condenado a muerte por el gobierno de la Reina en agosto de 1866), la derecha nunca le perdonó ni su condición de masón ni su lucha por los derechos individuales. Si los hunos ocuparon una finca suya en Jaén al inicio de la guerra y se dedicaron a fusilar su imagen y la de su mujer, los hotros descabezaron en 1941 la estatua que tenía en Logroño y la arrojaron al río.

El orgullo que supone que, en una guerra civil, los dos bandos vayan contra uno mismo.


PS: leyendo el proceso vital que experimentó Sagasta con los años, no puedo dejar de pensar en el que experimentó Indalecio Prieto, aquel socialista bilbaíno nacido en Asturias y que escribió una vez: “Los que somos liberales de corazón vemos aterrados que en una lucha probable se nos puede dejar sin bandera. [...] No se puede ser liberal y condenar el pensamiento discrepante reputándolo delito”.

7.9.11

Llegar

Hay cosas que sólo se dan cuando uno ha vivido en un mundo en el que se siguen manteniendo las relaciones comunitarias. Esas relaciones donde las personas que te tratan conocieron a los tuyos y eso les ayuda a formarse una imagen de quien eres, o de quien fuiste o de quien serás. Charlábamos con el ponente mi caro John Chisum y yo a la salida de la conferencia y empezamos a ponernos cara. Yo soy de San Juan de la Cuesta, nos dijo, pues yo soy el nieto del hijo de Pedro Barrios, le contesté, y me dijo: no me digas; mi abuelo era íntimo amigo del tuyo. Ninguna visita al Mercado podía empezar por un sitio que no fuera la casa de tu abuelo. Los dos eran cazadores, y fueron muchas veces de caza durante muchos años por esta tierra. Y seguimos charlando y nos descubrimos varios buenos amigos comunes, como ese gigante que es Juan Andrés, el hombre que lleva sobre sí toda la memoria de la emigración de estas tierras. Y en un rato nos emplazamos a vernos en Madrid y nos despedimos con un abrazo. Un abrazo de esos que sólo saben dárselo aquellos que comparten ese lazo misterioso al que aún no sé ponerle nombre pero que te permite conocer a una persona desde antes de haberte encontrado con ella. Esa sensación que nos permite echar una tarde de domingo al sol, tranquilamente, sin prisa, sin pausa; echar la tarde y charlar con la naturalidad con la que se tratan quienes quizá se conocen mucho más y desde mucho antes de lo que parece…


PS: Alexis de Tocqueville escribió: "Así, [el mundo moderno] no solamente hace olvidar sus antepasados a cada hombre, sino que le oculta sus descendientes y le separa de sus contemporáneos, y le conduce constantemente hacia sí mismo y amenaza con encerrarle por completo en la soledad de su propio corazón

6.9.11

Tierra de lobos

El lobo. El habitante más misterioso de estas tierras. Fue visitar el Centro Temático y empezar a verlos por todos los sitios, como los fantasmas de Ibsen. El caso es que un día subimos a Cubello, un hermosísimo y desconocido valle glaciar que separa el mi pueblo de los vecinos. La puerta a la sierra. Un lugar que no sale en las guías. Unos vecinos nos comentaron que el día anterior vieron, casi arriba del todo, a tres lobos cazando un jabalí, arrinconándolo contra el cauce del río. El lobo es malo, repite mi padre. También los vecinos. ¡Se cuentan tantas historias del lobo…! En apenas unos días, tres o cuatro. Una familia de gitanos que pasaba aquí la mitad del año, envenenada en Portugal por comer una oveja destinada como cebo al lobo. Uno de San Miguel al que le mataron todo el ganado. Las lobadas, cuando en el pueblo se hacían guardias para cazarlo. A su exterminio aquí lo llaman descastarlo. A los pocos días, caminando entre San Juan y Cervantes nos encontramos con Pura, toda una institución aquí. La mujer que demostró que el amor puede más que la sangre, y también nos salió el lobo y las lobadas. De cuando vivían aún en el sierro, quizá la montaña sagrada de los Sappis, como me dijo una tarde de agosto Manoluá. De cuando atacaban a las mujeres. El lobo como ser maléfico y astuto. Y mientras atravesamos Lobeznos de camino a las aguas de Calabor, pienso que no es que el lobo haya vuelto. Es que nunca se fue. Y quizá ahora, con todas estas tierras ya casi abandonadas, vuelva a reivindicar su dominio sobre estos lugares.

Lugares de lobos.

5.9.11

De las casualidades como forma de llegar a conocer...

Tras la expulsión, llegó el silencio. Al menos en público. A partir de aquel momento, fueron las mujeres las que mantuvieron la fe y las que la traspasaban a sus hijos. Aislados, sólo les quedaba la memoria oral y el Pentateuco, por lo que las creencias se simplificaron y sólo se conservaron algunos ritos: básicamente el ayuno de ester, el yom kipur, la Pascua y, donde se podía, el sábado. También, la higiene y el agua. Pero muchas de sus costumbres y de sus ritos fueron cayendo en el olvido. Pero su recuerdo se mantuvo, como el de la condición de insulto que tenía la palabra judío. Y cuando un gobernante destacaba, enseguida se le atacaba diciendo que era, como en el caso del Conde Duque, amigo de los judíos. Recuerdo un día, en la cocina de la ferre, charlando con mi abuela. Yo le preguntaba por sus primeros recuerdos del Mercado, el único pueblo de comerciantes que había en Sanabria, allá por los años veinte del siglo pasado. Empezó a hablarme y me dijo: “este pueblo lo fundó gente mala, de una raza mala, una raza húngara, o yo no sé…” Una raza húngara, quizá se refería a los judíos, no lo sé.

Quizá todo esto, es posible que la presencia de criptojudíos, se hubiera perdido con las grandes emigraciones a las ciudades durante el siglo XX si no hubiera sido por una concatenación de casualidades. Por ejemplo, el hecho de que en 1917 un ingeniero polaco, llamado Samuel Schwarz, descubriera, mientras trabaja en la zona de la Beira portuguesa, núcleos de aldeanos con costumbres criptojudías. Se empezó a investigar y fueron saliendo varios. Hubo muchos en la zona de la frontera, y eso Caro Baroja lo estudió bien… Por la Sanabria los hubo, cada vez parece más evidente. No sé si los Centeno de San Juan de la Cuesta, como aseguró el otro día el profesor Anta en Ilanes. Pero parece claro que hubo familias. Que hubo costumbres. Aunque sabemos poco de ello, en realidad.

Ya lo iremos conociendo, es cuestión de seguir atando cabos……


PS: Efectivamente, diez años antes de la primera edición del Quijote, Amaro Centeno “natural de Puebla de Senabria en la Montaña de Leon”, publicó su Historia de las Cosas de Oriente