6.8.11

Sumergirse

A veces, me coge la noche entre legajos. Sobre todo ahora, que es verano. Un legajo me lleva a otro. Nos cruzamos varios correos durante la semana: tengo esta información, Miguel me ha pasado aquello otro. De fonda, la historia. Tan divertida y tan digna como cualquier otro entretenimiento. En este caso, otra intuición fallida: los Pidal no se hicieron con la Sierra especulando. El legendario Osuna, el hombre que encendía los puros con billetes, les pidió un préstamo: un dineral para la España de la época. No pudo devolverlo y los Pidal ejecutaron la garantía hipotecaria que Osuna había puesto como aval: las sierras de Sospacio y Gamoneda. De fondo, la invisibilidad ante el poder de aquellos pequeños pueblos, como el mío, durante el XIX. Más atrás, cómo los Osuna y sus hombres en la tierra senabresas legalizaron la ocupación de las sierras, a finales de los años treinta de aquel siglo, en plena guerra civil. El Estado liberal pactó con los grandes nobles para que apoyaran su causa. Tengo los papeles. Los voy leyendo. Intento darles forma. Y sentido. Cien años después, los dueños de aquellas sierras hubieron de comprarlas. No sé si de nuevo.
Todo está en los legajos.

No hay comentarios: