10.8.11

Polonia en Madrid

Fuimos a Palacio. En Madrid, Palacio sólo hay uno. En la Plaza de Oriente. Una Exposición sobre un país lejano: Polonia. La compañía, de alta calidad. Nos detenemos en algunas de las salas. De fondo, la idea de cómo un país puede ser frontera en sí mismo: entre el mundo latino y el mundo eslavo, cuando está enclavado a medio camino entre lo germánico y lo nórdico. Todo se lía más cuando este país se reivindica a sí mismo como Sármata y se imaginan procediendo del Mar Negro, cuna de civilización y barbarie, como explicó con maestría Ascherson.

Ir recorriendo los tesoros de un país nos permite acercaron s lo que el país fue y a lo que sus personas sintieron e imaginaron. De fondo, esa cruel seña de identidad europea, que un día nos recordó Cotarelo en clase: “Europa no sería europa si no se repartiera Polonia cada cien años”. Venimos a ver a la Dama, pero está demasiado protegida. Así que me quedo dialogando con Rembrandt. Su niña asomada en el cuadro es de una modernidad asombrosa. Pero asombrado de verdad. John the Minor me cuenta sus experiencias en Rusia. Aquello es lo eslavo. El tiempo se detiene, me dice. Es un país demasiado grande para ser un país, le contesto.

Nos deja buen gusto la exposición. Salimos y nos internamos en el Madrid de los austrias de tertulia. La universidad, la izquierda, el quince eme… nos vamos animando y nos vamos de cena. Paga oscarnello. Mira que pensar que el simplón iba a conseguir aguantar hasta marzo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como usted dice la exposición nos dejó buen sabor de boca, pero casi lo mejor de esa tarde fueron las lecciones que nos dieron Oscarnelo y John, cada uno en lo suyo. Casi tres horas sentados en esa terraza y el tiempo pasó en un suspiro.
Otra gran lección de ese tarde. En el momento de elegir bebida no dejarse aconsejar por Oscarnelo.

El Coronel