11.8.11

Conversando con Práxedes

Ando liado con la biografía de Sagasta, escrita por el profesor Ollero Vallés. Me gustan las biografías (¿cómo iba yo a ser marxista si me gustan las biografías?): permiten viajar en el tiempo y, de la mano de una persona, recorrer la historia de una época. Además, nos recuerdan que en parte somos protagonistas de nuestros destinos, y que no hay, gracias al cielo, dos personas iguales. 

Le estoy cogiendo cariño al bueno de Práxedes: un riojano liberal que acabo enredado en la mi tierra zamorana y al que imagino algún día comiendo en la venta de las ánimas o en lo que allí hubiera, en el mi pueblo, mientras dirigía las obras de la carretera que iba a unir Madrid con Vigo. Vino a Madrid a estudiar Caminos, una carrera ligada a los progresistas y a su forma de entender la vida y la política. Y nació en un mundo de relaciones familiares y de apoyos mutuos sin los cuáles no hubiera triunfado nunca. Nació en el exilio interior, porque su padre Clemente Mateo Sagasta había sido liberal en el Trienio y tuvo que ir al pueblo de su mujer a esconderse Hay mucho mito en su vida, mitos que fueron cuidadosamente elaborados por sus exégetas en los últimos años de su vida: no raptó a su pareja el día que ella se casaba con otro, ni fue un superdotado. Fue un buen profesional, un ingeniero en aquella España que empezaba a nacer a la modernidad pero que tuvo la mala suerte de hacer política en un espacio que se quedó huérfano llegado el siglo XX: nadie reivindica hoy a los progresistas; para los sociatas, para los pocos que saben algo de historia, son gente extraña, liberales antes que socialdemócratas; para los conservadores, gente que no entendió cuáles eran las luchas que se libraban en el XIX. Aquella España en la que los ingenieros, a partir de cuarto de carrera, eran ya funcionarios. Aquella España en la que las Obras Públicas, hasta 1847, dependían de Gobernación, con aquella concepción de los caminos como algo a vigilar.

Sagasta perdió su sitio, pero no puede uno leer su vida sin sentir cierta simpatía por el personaje.
Les iré contando, que el tipo era fino, y creo que sacó su escaño en Madrid utilizando su influencia en la provincia, prometiendo caminos que luego nunca llegaron...

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