31.7.11

Saludando a un amigo en el Prado

Encontrarme de frente con la decapitación de Juan el Bautista en la catedral de La Valeta, hace algunos años, me dejó impresionado, me cuenta Jesús mientras avanzamos en busca de nuestro amigo. Hay personas y personajes que, sin querer, marcan el tránsito entre dos mundos, entre lo que se está yendo y lo que está llegando. Caravaggio fue uno de ellos. Un hombre atormentado, que murió joven incluso para los estándares de la época, que llegó a Roma sin dinero, que pintó para vivir pero que no podía renunciar a su forma de pintar. Que tuvo una relación tempestuosa con la Iglesia, que lo admiraba y lo despreciaba por igual. Esa forma de pintar a los santos, incluso a la Virgen, tan humanos todos. Esa forma de mostrar el sufrimiento. Esa forma, en fin, de decir adiós al manierismo y de ayudar a alumbrar la pintura moderna.

Ahora podemos admirar durante un par de meses en Madrid una de sus grandes obras: El descendimiento, un Cristo muerto, es una de sus grandes obras. Una de las pocas que sus contemporáneos admiraron sin discusión. Nicodemo el sabio mira al espectador, y San Juan mira al Cristo, muerto y abandonado. Detrás, su madre asumiendo el destino de su hijo, su tía y María la de Magdala.

La obra es espectacular: la luz. La muerte. El llanto. Como tantas otras, fue robada por los ejércitos franceses, esos que se dedicaron a llevar la luz por Europa, según nuestros progres a la violeta. Afortunadamente, volvió a Italia y allí se conserva.

Un lujo tenerla en Madrid durante un par de meses. No se la pierdan.


PS: Mark Lilla escribió en un homenaje a Daniel Bell que “[…] las ortodoxias son intrínsecamente inestables. Hay algo en el alma que se resiste a los límites y a la tiranía del tiempo y busca liberarse en la transgresión o la trascendencia. Toda ortodoxia lleva acarreadas heterodoxias y herejías que acabarán destruyéndola: cuanto más rígida sea la ortodoxia, más probabilidades hay de que aquellas prevalezcan. «Es una profunda verdad que una casa bien ordenada es algo peligroso»

30.7.11

Oteando el paisaje, mientras vamos en busca de un amigo...

Volvimos al Nacional del Prado. La excursión estaba pensada en forma de regalo, pero al final marchamos Jesús y yo solos. Una de las mejores exposiciones del año: la construcción del paisaje. En qué momento el paisaje se convierte en algo relevante en la pintura occidental. Cómo coinciden en Roma, en menos de un siglo, algunos de los grandes y cómo entre todos van inventando el concepto moderno de paisaje. Un paisaje que no es real, está claro, y que mezcla ruinas con montañas en desiertos bíblicos y mares con ríos en la planicie itálica. Las ruinas, que se adueñarán de la narrativa durante el romanticismo, nacen aquí. Quizá es en este momento, entrando en el barroco, cuando nos dimos todos cuenta de que el paisaje es también una construcción cultural. Que no hay más paisaje que el que imaginamos. Y que todo lo que nos rodea es, en el fondo, una construcción cultural que no tiene sentido sin nosotros.

Aprovechamos para dar una vuelta por la recién abierta Galería Central. El placer de Pasear por el Prado a media tarde e ir saludando, uno por uno, a los viejos amigos. Nos entretenemos un rato con el Emperador: la majestad de un hombre que dio la cara contra la herejía y, cómo no, en la sala de Velázquez, pero nuestro destino es otro. Vamos a la búsqueda de una de las obras cumbres de un “pendenciero y mujeriego”, como le hubiera cantado los hermanos Quijano que ha llegado hace poco a Madrid. Y como somos gente de buena educación, queremos acercarnos a darle la bienvenida…


PS: Murió Lucian Freud, un pintor atormentado de la modernidad. Sus cuadros, al igual que ocurre con los de Bacon, nos recuerdan que el siglo XX fue terrible, y que gracias a dios hubo gente que supo atrapar su esencia para que otras generaciones puedan entenderlo. Que la tierra le sea leve.

29.7.11

De viaje por Ses Illes (y III)

Llegamos a Sóller. Un paisaje en el que uno imagina la historia de amor entreFlorentino Ariza y Fermina Daza a lo largo de los años. Esos amores demorados por los años, por las obligacionesl. De fonod, un paisaje cafetal. Colombiano. Remontando quizá el río Magdalena. Uno recuerda al coronel esperando el vapor en el que llega el correo. Esa montaña que cae sobre el pueblo. Esas nubes que se comen las montañas. Ese ambiente. También, ese ferrocarril: de cuando había empresas en España. Y de cuando había empresarios. Nos empieza a diluviar. Un paseo por el pueblo. Acabamos almorzando con cierta tranquilidad, en el mejor hotel de la ciudad. Ya saben, cuando uno llega a una ciudad desconocida, lo mejor es que uno busque el mejor hotel y allí pregunte por las doce mujeres más bellas. Aclara la tarde y nos acercamos al puerto a echar la tarde. Andar el mar. Estar en los sitios y ver algo más que la playa. La pequeña dársena. Una bahía cerrada por dos faros.

Hay algo mágico en el mar. Y también en esta isla colombiana enclavada en el mediterráneo. Lo vio Claudio Rodríguez que vino a aquí a enseñarnos a entender “la sorpresa de la claridad, / la inocencia de la contemplación”. Se nos cae la tarde. Volvemos a Calviá. Uno necesita montaña, mucha montaña, para la reflexión, aunque a veces no sepa dónde le lleva esa reflexión. Aunque a veces sea capaz de pensar una cosa y la contrario con sólo cinco minutos de diferencia.

Cuando el avión despega y voy a asomarme por la ventanilla, abro al azar el libro del poeta y veo que me advierte: Y no mires el mar porque todo lo sabe. Obediente, aparto la vista y me voy quedando dormido de vuelta a la península…



PS: A vueltas con la crisis de la izquierda. Leído en la Vanguardia española. Lúcido Gregorio Morán.

28.7.11

De viaje por Ses Illes (II)

Marchamos a Deyá. Sigue la lluvia. Fue Joxete el que siendo libertarios me prestó un libro de título sugerente: Adios a todo eso. Un joven de poco más de treinta años, combatiente en la Gran Guerra que tras haber recorrido medio mundo decide parar y asentarse en un lugar recóndito de un país secundario. Un libro para dar la espalda a aquel mundo. Contar la vida desde una trinchera, en una guerra que nadie había sido capaz de imaginar. Ni de prever. Mientras unos se fueron a París, esa ciudad que no se acaba nunca, otros optaron por el retiro. Aquel joven, Robert Graves, convirtió Deyá su casa, y solo abandonaría su residencia allí durante la terrible guerra de España. Aquel joven escribió, pocos años después, una de las grandes novelas históricas del siglo XX: Yo Claudio, novela sobre la que la BBC construyó una serie que todos vimos a finales de los setenta y que nos situó en aquella Roma imperial a la que le fue tan difícil sobrevivir a Octavio. Aquella Roma. Aquella Livia. Druso y su lejana y maldita muerte. Tiberio y sus temores: el más triste de los hombres. Calígula y sus locuras. El fin del sueño republicano en Roma. Graves, el hombre que nos trajo el mundo antiguo y nos recordó que las pasiones humanas son las mismas, veinte siglos después. No se me ocurre más homenaje a Graves que visitar su casa, pero, misterios del alma humana, los festivos de verano cierran. Damos una vuelta y seguimos de camino. Nos espera un valle que uno imagina en Colombia o en las Azores, pero que se quedó clavado aquí junto al mediterráneo. Llegaremos a Sóller siguiendo la línea de la costa, como ha de ser…


PS: Iba leyendo en el avión. De pronto me asaltó la frase: “Los ojos son las ventanas del alma”. Qué gran verdad. Qué cosas. Vaya tela.

27.7.11

De viaje por Ses Illes (I)

Volver a Mallorca.

Verán, hubo una vida antes de empezar esta bitácora; yo trabajaba ya en consultoría y estuve durante casi un año yendo y viniendo a Palma. Casi todas las semanas. A la Glorieta del Caudillo, como le llamaban los taxistas. Hice algunos amigos. Los mantengo aún y nos vemos cuando van por Madrid. Pude haber hecho más cosas, pero era y fui un caballero, y no me metí en ninguna guerra. Pero nunca salí de la Palma, nunca llegué a ir a lo que los isleños llaman la Part forana. La vida era trabajar por la mañana y continuar en el hotel por la tarde. Esta vez fue diferente: íbamos a ses illes a descansar, a disfrutar. Un viaje casi a última hora, sin nada mirado. Un poco a la aventura. Y yo con ganas de conocer el occidente de la isla. La montaña. "No conocerás esta isla si no visitas Sóller", me dijo Andreu hace muchos años, comiendo en el puerto. Así que además de playa, piscina, el placer de hablar catalán y de paladear gintonics sin tener que conducir, echamos algunos ratos para viajar.

Llovía, así que una mañana salimos temprano y fuimos a Valldemosa. El tiempo se ha detenido aquí. Un buen alcalde, imagino. Casas bien conservadas. Naturaleza virgen. Y una Cartuja que preside imperial el pueblo y que guarda entre sus muros el recuerdo de una historia de amor. Una historia entre una mujer separada, con dos hijos, y un joven artista. La historia de amor que aquí se desarrolló un invierno pleno de lluvia entre George Sand y Chopin. Entre una mujer fuerte que vivió y demostró su valor en un mundo de hombres, y un genio de salud enfermiza con la que vivió una pasión sin medida. Entre una mujer que escribió aquello de que “el beso es una forma de diálogo” y entre el hombre que creó algunas de las mejores obras para piano del XIX. Una historia que empezó con dos personas que se conocieron y tardaron casi dos años en estar juntas, porque había demasiada distancia entre ellas. Paseamos por el pueblo y echamos unos vinos en un café oscuro y silencioso. Imagino la lluvia aquel invierno. Una España que salía de una guerra. La necesidad de un buen clima, para sanarse. Los imagino paseando por estas calles, sin apenas luz, componiendo y cuidándose el uno al otro con ternura...

Nos alejamos del pueblo. Nos espera Deyá; queremos visitar a un joven inglés que llegó aquí después de una guerra y ya no quiso irse.

Sigue lloviendo.


PS: Sand escribió: "Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado".

26.7.11

Un asesino

Es terrorífico lo de Noruega. Cuantos más detalles se conocen, más cuesta creerlo. Un loco. Un demente. Alguien que se cree con derecho a disponer de la vida de los otros. Y de vidas, además, que no conoce de nada. El terrorismo no es matar a quien ha ido a por ti, es matar a quien no conoces de nada. Es la incapacidad de sentir empatía por un ser humano como tú. Es pensar que esa imaginación desbocada que llamamos ideología te da derecho para disponer de las vidas de otros. Es el horror del totalitarismo nazi. Ideas criminales, premodernas, que nunca superior que la modernidad es plural y que sin pluralidad ya no hay sociedad posible. Esa bobada de pensar que hay razas, o que hay identidades. Poner una bomba sabiendo que hay gente que va a morir. Disparar un arma a gente que no puede defenderse. La vileza de la locura. Ese tipo, además de ser extrema derecha, es un demente, y como tal lo mejor es que pase el resto de su vida encerrado. Sólo queda abrazar a las víctimas, como siempre en estos casos, y ponerse su camiseta. Si un loco que dice ser de extrema derecha odia a los socialistas y cree que hay que matarlos, desde aquí sólo puedo decirle entonces que yo también soy socialista y que me meta en su lista siniestra. La noticia se me cruza con la del niño de ocho años ahorcado por los talibanes. ¿Qué le pasa por la cabeza a una persona cuando está ajustando la soga al cuello de un niño de ocho años? ¿Es humano el noruego asesino? ¿Es humano el talibán que empuja el cuerpecito del niño para ver cómo se balancea? Desgraciadamente creo que sí. Que ambos son humanos. Supongo que por eso hay días en los que no me gusta nada este mundo.


PS: Mouawad escribió: Somos casas habitadas por un inquilino del que no sabemos nada. Nuestras fachadas son muy bonitas pero, ¿quién es ese loco, presa del insomnio, que en el interior, para las horas dando vueltas, apagando y prendiendo las luces?

25.7.11

Muertes y muertes...

Debo de ser un tío un poco raro. No consigo sentir nada especial por la muerte de la cantante británica, la tal Winehouse. Sé que hace poco suspendió un concierto en Belgrado porque no atinaba a estar de pie. Me daba pena, pero poco más. Y no creo que su muerte la convierta en ningún mito. Pienso en la cantidad de niños que sufren, en las niñas casadas contra su voluntad, en los niños que no pueden ir al colegio. Pienso también en los adolescentes que mueren victimas de alguna enfermedad que no han elegido. Pienso y llego incluso hasta un niño ahorcado por unos que se llaman a sí mismos talibanes. Y luego miro y veo a esta tía poniéndose hasta el culo de droga y tirando su vida a la basura, ante la gracia cómplice de los medios y del público. Pienso en tantas personas que no han tenido oportunidades, pese a luchar por ellas, y luego veo a todos estos niñatos y no puedo dejar de sentir asco. Por ellos. Tanta paz lleve como aquí dejó. Y que la tierra le sea leve…


PS: Enrique Rojas escribió: Una de las cosas más importantes de esta vida es no derrumbarse ante las eventualidades de aquí y de allí que aparecen delante de nosotros. Porque cada obstáculo lleva consigo un aprendizaje. Aprender es tomar nota de lo que ha ocurrido y extraer de ello una pequeña lección: no es más sabio el que menos se equivoca, sino quien más aprende de los errores.

24.7.11

Entrar a una tienda a ritmo de jaz tras una caída en la calle y bailar en los años veinte

Tras haber disfrutado hace unas semanas de la deliciosa medianoche en París que nos ha preparado Woody Allen, tocaba ver la versión del Gran Gatsby que escribió Coppola para Robert Redford y Mia Farrow en 1974. Los dorados años veinte, el mundo del jazz y las vacaciones en Long Island. Aquellas mujeres con los vestidos ceñidos, en un probador después de una caída en la calle, con los sombreros de moda en la época, con prisa para ir a una reunión. Un narrador que cuenta un verano. La vida desde un verano. Todos acabaremos contando nuestra vida desde un verano. Un donnadie que ha de renunciar al amor de su vida porque “las chicas como yo no se pueden casar con chicos pobres”. La superficialidad. Y esa música deliciosa que no para de sonar en toda la película. Casarse con alguien por asegurarse el futuro, hasta que de repente, un cisne negro se cruza y aquel donnadie vuelve hecho un triunfador. Y ni aún así las cosas son fáciles: de fondo: las convenciones sociales, el machismo, la infidelidad, el poder del dinero, la amistad y la persecución de un sueño, sin darse uno nunca por vencido. Porque la vida hay que pelearla. Y porque idealizar a alguien no es estar ciego a sus defectos, sino asumirlos como necesario par que esa persona sea como es.

La película es buena y creo que refleja bien la esencia del libro. Aquel mundo que desapareció para siempre y que fue, quizá, el último momento de inocencia. Una inocencia que cayó al suelo en octubre del veintinueve y que fue rematada enseptiembre de 1939.

Buen cine, claro, cómo no va a serlo si es de la cosecha del setenta y cuatro. De fondo, las olas del mar. Esta cayendo la tarde. Ahora comprendo cómo Claudio pudo escribir aquí.


PS: Ese labor que empieza: In my younger and more vulnerable years my father gave me some advice that I’ve been turning over in my mind ever since.

“Whenever you feel like criticizing any one,” he told me, “just remember that all the people in this world haven’t had the advantages that you’ve had.”

23.7.11

Una reflexión sobre los intelectuales

Se ve el mar desde la ventana. El día llenó de matices grises el cielo, el sol me ha respetado. Pero hoy no tengo ganas de escribir, ni casi ganas de nada; así que lo que voy a hacer es compartir con usted, desocupado lector, una reflexión de Hugo Estenssoro, publicada en la Revista de Libros. No tiene pérdida, ni la primera cita de Orwell, ni el cierre de Wilson, ni la trama argumental. Y es que cuando el otro día hablaba de gente superior, me refería, claro, a la gente que se esfuerza. Y a nadie más.
Disfrute de la reflexión:


"Tal vez la observación más inmisericordemente lúcida sobre la cuestión de los intelectuales sea la de George Orwell cuando indica, un poco al desgaire, que hay cosas que sólo un intelectual puede tragarse. El ciudadano de a pie puede ser ignorante, un poco lerdo y escasamente visible dentro de la multitud, pero sus errores rara vez sobrepasan los límites de la simple estupidez. Los de los intelectuales –cuya superioridad cultural, mental y social es certificada por sus credenciales, cuando no por sus pretensiones– son de otra magnitud. Por ejemplo, cualquier romo norteamericano puede creerse que vive en un país libre y próspero, inconfundiblemente diferente de un despotismo ruinoso y empapado de sangre. Hay que ser, como Edmund Wilson, un humanista de saberes enciclopédicos –con la sutileza necesaria, además, para discernir el canon literario modernista cuando las primeras ediciones, en varios idiomas europeos, todavía languidecían en las librerías– para publicar, ¡en 1936!, un libro de reportajes recientes sobre Estados Unidos y la Unión Soviética titulado Travels in Two Democracies.

22.7.11

¿Rendirse o no?

Fantástica la reflexión de Enrique Rojas en El Mundo de hoy, que lleva por título "No te rindas". Creo que con lo que él pone, sobra mi post de hoy. Así que le dejo unas gotas, desocupado lector, para que lo disfrute:

Insisto en la importancia de tener un proyecto de vida coherente y realista que ha de contar con cuatro grandes temas: amor, trabajo, cultura y amistad. Estos cuatro asuntos salen, suben, bajan y vuelven a aparecer y se cuelan por los entresijos del paisaje personal. Son esenciales para nuestro bien psicológico y, si los trabajamos de verdad, si actuamos sobre ellos con artesanía psicológica, alcanzaremos una vida lograda.


Las dos características que hacen que un proyecto vital sea viable y sea atractivo: que sea cooherente y que sea realista. Coherente con lo que uno es. Con lo que uno siente. Con las expectativas y las ilusiones que nos recorren. Y que sea realista. Asumiendo por lo tanto que tras él ha de haber mucha reflexión y mucha serenidad; estas cosas no se construyen en diez minutos ni se hacen sobre quimeras. A veces, necesita uno su tiempo para terminar de darse cuenta de lo que quiere ser de mayor y de lo que puede ser de mayor. ¿Cuánto tiempo se necesita? The answer my friend, is blowing in the wind...


21.7.11

Gestionando el aparcamiento desde Valladolid, con un palillo en la boca...

A alguien en la Junta se le fue la cabeza. Un espacio como la Sanabria. Pobre, periférico. Rural. Despoblado. La frontera más pobre de la Europa occidental. Hace años que el Lago es su gran alimento, sobre todo en verano. La economía de la tierra senabresa gira en torno a él: la hostelería, la restauración, los alojamientos…

Hace años alguien tuvo una buena idea: un servicio de aparcacoches para los meses estivales, así como un servicio de seguridad: el Lago se masifica en verano y no está preparado para aguantar a tanta gente, así que era necesario un servicio que indicara cuándo estaban llenos los aparcamientos y que regulara el tráfico y los desórdenes.

El servicio ha funcionado de manera ejemplar durante años. Y además generaba un cierto empleo, cosa relevante en un país, el sanabrés, con una densidad de población inferior a la de Finlandia y similar, acaso, a la de Laponia.

Pero ya digo que a alguien en la Junta se le ha ido la cabeza. Es esa versión tan pacata, tan democristiana, del pepé. Hay que ahorrar, así que a dar ejemplo con bobadas. Y han suprimido el servicio este año. Decisiones que se toman lejos. Estúpidos altos funcionarios, graduados en brillantes escuelas de negocios, que no comprenden lo que gestionan.

Los problemas acaban de empezar. Y esto es sólo el principio. Es acojonante. Este es un país fronterizo y aquí no cae un euro de los Interreg, gestionados cómodamente desde Zamora capital o desde Pucela. Y nunca hay dinero para nada. Tampoco para cuidar el turismo.

Enhorabuena señores de la Junta. Son ustedes unos genios de la gestión pública. En la época de Twitter y de Facebook, todos los turistas sabrán que no se puede ir al Lago porque está colapsado.



PS: "Kyselak es uno de esos menospreciadores de masas, numerosos también hoy que, apretujados entre sí en el autobús atestado o en la autopista atascada, se consideran, cada uno de ellos, habitantes de sublimes soledades o de salones refinados y deprecian, cada uno de ellos, al vecino, sin saber que se les paga con la misma moneda, o bien le guiñan el ojo, para darle a entender que, en aquella multitud, sólo ello dos son almas elegidas e inteligentes, obligadas a compartir espacio con el rebaño".

Magris, Claudio: El Danubio. Anagrama, Barcelona, 2000. Pág. 142

20.7.11

Devolver la alegría, decían en campaña...

Aún estoy sorprendido. Ya sé que no debería. Los conozco bien, desde mis años de la carrera: la doble moral de nuestra socialdemocracia. El conejo de Alicia como primer comunicador progre en la historia. El último director de los servicios informativos de la televisión de la dictadura abrió la veda el domingo: la levedad del simplón de León es insoportable. Joder, algunos nos dimos cuenta hace ocho años. Estas ratas lo hacen ahora, y empiezan a huir de un barco que saben hundido. Nunca han tenido, esta gentuza, más principios que el poder, y les da igual llamar cretinos a sus votantes a la cara.

El lunes, se remató con un editorial que pasará a la historia del periodismo. Es difícil caer más bajo. Ahora resulta que la culpa de la crisis no es de Aznar, ni de Rajoy que es un vago y no arrima el hombre. Ni siquiera de ese ente siniestro que ellos llaman mercado. No. Esa frase para el recuerdo: “Hace ya mucho que las respuestas del presidente del Gobierno a los desafíos a los que se enfrenta España apenas merecen crédito alguno por parte de los ciudadanos”. Los mismos que hasta hace dos días han estado aplaudiendo las gracias del primer presidente postmoderno. No sabes la de gente que podría ser presidente”, le decía el simplón a toda España a través del mismo periódico que ahora lo acusa de inane. Hala Joseluis no dejes de comprar el fancine de prisa cuando estés viviendo de nuevo en el pueblo.

El barco se hunde y nuestra lamentable prensa socialdemócrata, especialista en ello, quiere recolocarse para el nuevo ciclo. Y luego hablan de Murdoch.



PS: Hugo Estenssoro escribió en Revista de Libros: “El contraste es nítido. Cuando un Platón o un Voltaire se ponían al servicio de un poderoso era para tratar de guiarlo o, por lo menos, educarlo a partir- de sus «principios superiores». A partir de 1898 el intelectual moderno se politiza, poniéndose al servicio de un poderoso –o un grupo de poder– contra otros, con el objeto declarado de ayudarles a obtener el mando por medio de una ideología política, es decir, principios al servicio de una causa"

19.7.11

Almuerzos con clase...

Siempre es un placer. Nos juntamos cada cuatro o cinco meses. A conversar. A tener una buena sobremesa. Casi siempre vamos los mismos y casi siempre tenemos algo que celebrar: el ascenso de uno, la promoción de otro…Esta vez el pacharán tras el americano se nos fue hablando de la cultura interna de las compañías. De cómo las empresas generan valores y formas de comportamiento que, en mayor o menor grado, se acaban exigiendo a los miembros. Josep Lluis, que ahora es socio y siempre fue sabio, le llama la ley del consumo mínimo de energía. Yo le hablaba más en términos sociológicos y tuve que volver, claro, a Auden para darle mi visión: las organizaciones sólo consienten un tipo de identidad, la que es homogénea con sus valores; en cuanto alguien quiera tener otra, la organización se lo acaba comiendo. Es lo que te pasó a ti con nosotros, me dice mientras apura un sorbo. Hablamos sobre el modelo de negocio de la consultoría, que creo que está agotado, al menos en Europa, y acabamos dándole vueltas a lo que ocurrirá dentro de unos años con las grandes empresas españolas de servicios: o desarrollan una nacionalidad propia (es decir, que la gente del Santander, por ejemplo, sea de nacionalidad santander con independencia de dónde trabajen) o todas ellas acabarán con los cuarteles generales en algún BRIC.

Nos salió de todo en la conversación, desde MadMen, ya saben, aquello de que el día que ganas un cliente es el día que empiezas a perderlo, hasta el Cisne Negro, del que me he convertido en predicador, sucursal España, pasando por el pirateo de contenidos y cómo nos acabará afectando en el sector.

Nos dieron las cinco, nos despedimos con un abrazo. Repetiremos almuerzo en septiembre o en octubre. Ser el torpe en cualquier reunión: el sueño de cualquier persona sensata. Un placer de almuerzo. Sólo la gente que es mejor que nosotros nos hace crecer. Allá los mediocres con sus miedos; a mí tráiganme siempre gente superior.


PS: Ángel Guillén escribió: “La mayor parte de nosotros no somos conectores: tenemos un círculo de amigos restringido y notamos que no disponemos del tiempo ni de la energía para mantener contactos con mucha gente; contactos que, además, serían ocasionales y nos resultarían poco satisfactorios. Pero los conectores tienen una cualidad psicológica especial: son maestros en lo que el sociólogo Mark Granovetter llama «el nexo débil»: tienen muchos conocidos y no rehúyen, dada su idiosincrasia, las pequeñas obligaciones que supone mantener un nexo débil y esporádico con ellos, tales como felicitarles por su cumpleaños o enviarles una postal o correo electrónico por Navidad. Así consiguen mantener viva una copiosa agenda de relaciones, la mayoría de las cuales con un nivel de intensidad tan tenue que la casi totalidad de nosotros seríamos incapaces de asumir o de verles siquiera el sentido".

18.7.11

Aquella reina de los tristes destinos...

Ando buceando en la vida de Isabel II. La de los tristes destinos, como la llamó Galdós, y como a mí me lo recordó un día Carmen Iglesias. Aquella mujer que tuvo la desgracia de ser Reina con apenas trece años. Mi Coronel, detallista, me regaló en el pasado cumpleaños su biografía, realizada por Isabel Burdiel. El libro es una delicia. Porque los años centrales del XIX, los que van de los años treinta a los setenta, hicieron lo que España es hoy. Sólo los cambios sociales que se producen entre los años sesenta y setenta en el siglo XX son comparables. Aquellas décadas. Aquellos años. Aquellas vidas. Es fascinante leer la gran historia cuando uno, a su vez, tiene entre las manos legajos familiares de aquella misma época. Lo local y lo global. Una joven de 23 años que llega a Madrid en diciembre de 1829 con el único objetivo de darle un heredero a su tío Fernando, hermano de su madre. Las universidades clausuradas. Un mal rey. El clero, el campo y gran parte de las ciudades del interior están con su tío Carlos, impaciente de ver morir a su hermano sin herederos. Finalmente, aquella joven da a luz a un bebe, que nace en octubre de 1830, y a la que prensa saluda diciendo “la reina ha dado luz un heredero, aunque hembra”. Tras el incidente de la Granja, el ambiente queda los suficientemente turbio como para que, al poco de morir el Rey, estalle un guerra, quizá la segunda guerra civil del XIX. Todo esto se me alterna, cortesía de los amigos de la Senabria, con la lectura de testamentos y contratos de aquella época. En mi pueblo Tomás Arias veía cercano su fin y se preocupaba de que su herencia no se partiera entre todos sus herederos. De igual manera, su hermano Nicolás encauzaba la carrera de su ahijado homónimo para que continuara con la tradición sacerdotal. Los libros y los legajos nos permiten ver la historia desde arriba y desde abajo. Ponerle cara a una sociedad en la que, además de empezar una guerra, la gente compraba tierras, tejía alianzas matrimoniales, se casaba, tenía hijos fuera del matrimonio y administraban sus fortunas como mejor podían.

Buena lectura, para estos días de verano.


PS: "Escribo como recuerdo, / escribo para acordarme de mí mismo". (Joaquín Pérez Azaustre)

16.7.11

Volando...

Casi tres años después, por fin logré ver una película en Canal Plus. Acostumbrado al deuvedé, se me hace raro lo de no de poder pararla o adelantarla. Lo bueno, que no hay anuncios. Así que puedes empezar a verla a las diez y acostarte a una hora decente. Fue Up in the Air. Me quedé con ganas de verla en el cine. Ese mundo del triunfo, en el que estorban los fines de semana. En el que no hay vida personal, o en el que la vida personal es sólo una muleta en la que apoyarse. El vacío de ser sólo un profesional, de ser un profesional solo. En el fondo, gente que no ha madurado y que sigue viviendo en el patio del colegio. Millas, privilegios, cenas, barbacoas, buenos hoteles. Aquella banda sonora de siniestro total en los ochenta, mientras yo estaba con los curas: “en los mejores restaurantes, en los mejores hoteles, hay reverencias a mi paso…”. Y sin embargo, una sola faceta de la vida no basta. No basta la profesional, como no basta tampoco la personal. La clave es el equilibrio, claro, llegar razonablemente bien en todos los ámbitos. Me lo va contando por las tardes Gomá, mientras me razona las causas de nuestro descontento, en el capítulo tercero de su ensayo. La vida, en cualquier caso, es algo más que ese glamour de lo profesional, de los viajes, de los idiomas. La vida son también domingos, ocio. Conversaciones. Buenas compañías. Ratos libres. Sueños por cumplir. Lecturas. Emociones. Puñales que vuelan. Amores que se marchan. Apuestas que no se llegan a realizar. La vida es compleja. Y llegamos a ella sin brújula. Y más en estos tiempos postmodernos, en los casi todas nuestras promesas se escriben sobre una barra de hielo

Buena película, ideal para consultores.


PS: Al llegar a la cola de facturación, Ryan Bingham le dice a Anna, su joven ayudante: Never get behind old people. Their bodies are littered with hidden metal and they never seem to appreciate how little time they have left. Bingo, Asians. They pack light, travel efficiently, and they have a thing for slip on shoes. Gotta love 'em.

14.7.11

Meandros, sombras, nogales...

He recuperado, quizá era el momento, un libro de Kertész que me regalaron hace muchos años. No lo había leído hasta ahora, quizá porque había cosas que no podía leer con aquellas compañías de bandeja y lácteos. Un conjunto de ensayos del Nobel húngaro, reflexionando sobre el Holocausto como hecho y comocultura. Juntos, el libro y yo, nos hemos echado casi toda la tarde paseando por el mi pueblo. Esta vez, tomé rumbo norte, pero nada más pasar el río, me desvié y me senté en un prado. Es uno de mis favoritos: tiene un caño de riego y el río hace un recodo a los pocos metros, donde la sombra te permite evadirte de todo. Hasta del móvil. La ausencia de cobertura en este rincón de España, el desprecio de los débiles. La soledad ante el Estado. El primer ensayo lleva por título “Patria, hogar, país”. El exilio interior. El miedo a la palabra “patria”. Dónde está, qué es. Qué le debemos a esa gente que vivió hace siglos sobre este suelo. Nada. La condición de enemigo del pueblo. El papel del Estado. La soledad del individuo en esta construcción kafkiana que es la Administración. Con ese monstruo frío. Una lectura que plantea preguntas y que no deja entrever respuestas. De fondo, nuestra compleja relación con los valores de la Ilustración. Nuestras contradicciones. Y esa realidad aterradora: Dios creó al mundo y el ser humano creó Auschwitz. Poco más que añadir.

Se me ha echado la tarde encima. Cierro el libro y pienso en aquello que dejó Berlin escrito, cuando explicaba la diferencia entre el salvaje y el civilizado: “El civilizado da su vida por valores en los que no cree del todo”. Sigue oliendo a hierba mojada. Ayer llovió. No mucho. Lo suficiente como para darme la bienvenida: la luz del oeste y el olor de los campos humedecidos a media tarde es una emoción difícil de superar cuando uno llega aquí procedente del siglo XXI. Es nuestra tierra. Claro que lo es.


PS: Adorno sentenció: "Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie". Y quizá tenga razón.

13.7.11

Una del oeste en Bolivia...

Fuimos ver un western crepuscular. Hace mucho que vengo oyendo hablar de Mateo Gil. Vi su película, la de Nadie conoce a nadie. Correcta. Sólo correcta. Ahora se ha ido el tío a América a rodar una del oeste en inglés. De fondo, la leyenda de Butch Cassidy. ¿Qué fue de él? La épica del Adán americano, la época del Adán americano, no puede narrarse sin tener en cuenta la conquista del oeste y la creación de una sociedad sobre una base de la que estaba ausente el poder público, al menos como lo entendíamos aquí. Es buen cine. Sólo le falta un poco, sólo un poquito, de ritmo. El guión está bien articulado. Los indios, el paisaje. Un español. Bandidos. Una huída a través de un desierto de sal. Disparos. Un cónsul alcoholizado. La justicia de la miseria. Monumental Shepard: el hombre capaz de mirar atrás sin ira. Buen papel de Noriega, que parece escapar a la maldición de Jorge Sanz. Y de fondo, la fábula del escorpión y la rana. ¿Cambia uno con los años o ya somos muy parecidos a como seremos de anciamos? Y de fondo también, la posibilidad de que el engaño sea real y nos acompañe, aunque no nos demos cuenta mientras lo tenemos al lado. Buen cine este BlackThorn. Buena música. Buena imagen. Para echar un rato.


PS: Menudo follón que hay en el mi pueblo a cuenta de las elecciones. Con amenazas y todo. Como lo oyen.

12.7.11

Diez años atrás, en el Colegio

La semana pasada hizo diez años. Cómo pasa el tiempo. Éramos más jóvenes, pero igual de bobos. Estábamos haciendo la Objeción, y había que organizar un Congreso. Y a ello nos pusimos. Con fe. Con pasión. Buscando dinero. Organizando la agenda. Aquel cuadro fantástico de Ibarrola como lema. Salió y salió bien. Cuánto aprendimos en aquellos meses. Yo estaba iniciando una historia que no iba a ningún lado, pero yo, como tantos otros, como tantas otras, no sé darme cuenta de las cosas cuando las estoy viviendo en directo y tardo tiempo en comprender. Necesito verlo ya por el retrovisor. Estaba empezando un trabajo. Quizá iba para funcionario, aunque supongo que no tardé en aburrirme. Y es que, cuando miro en perspectiva la vida que he llevado, laboral y personal: los sobresaltos, las malas compañías, los miedos... acabo pensando que yo, como don quijote, me acabo invento pasiones sólo para ejercitarme.

Diez años después, ni soy funcionario, ni sigo con aquella mujer, gracias a Dios. Pero sigo siendo colegiado y sigo echando ratos por los compañeros de la profesión. Es lo que tiene hacer sociedad civil cuando no eres de izquierda. Que nadie te obliga. Y que puedes predicar con el ejemplo...

Diez años ya. Cómo ha pasado el tiempo, ¿verdad Hornuez?

11.7.11

La Casa del Barrio, la Iglesia y la Sacristía...

La Casa del Barrio. Le voy cogiendo gusto al tema. Me había quedado en Isidro Chimeno Rodríguez y Margarita San Román Chimeno. Dos de mis tatarabuelos. De Isidro sé que fue tratante de ganado, y que ya había muerto en 1903. De Margarita sabía algo más, aunque ignoro aún la fecha de su muerte. El caso es que este pasado findesemana la amabilidad de D. Jesús puso en mis manos un documento. “Toma, habla de una casa en el Barrio, seguro que te interesa”. Estuve leyéndolo el sábado a la noche. Y me sirvió para aclarar cosas. Es un pleito que dura casi cuatro años, entre 1886 y 1890. No éramos un país africano, más que le pesara al pelele de Giner y a toda su estúpida patulea krausista. Había jueces. También en Sanabria. Y secretarios. Y pruebas, y testigos. Y justicia, supongo. Un tipo demanda a mi tatarabuela Margarita y a su hermana Isabel para que mantengan mancomunado el corral y el paso de La Casa del Barrio. Las demanda a ellas, pero en realidad al juicio acuden sus maridos. Aquella España. Gracias a este pleito, ahora sé que el origen de La Casa está por lo tanto en Margarita San Román y no en su marido Isidro. Que es, por lo tanto, una Casa San Román y no Chimeno, aunque yo no lleve ya ninguno de estos apellidos. Margarita había heredado su parte de La Casa del Barrio de su padre Miguel San Román, de quien sólo sé que estaba ya muerto en 1871 y que se casó con Teresa Chimeno, también difunta en aquel 1871.

Como la curiosidad no se detiene y por eso sé que estoy vivo, por la tarde fui con mi padre a ver La Casa del Barrio. Pegada a ella, está la que casa cural durante muchos años en mi pueblo. Se nota bien por los sillares, de lujo en relación al resto de casas. Se adivinan incluso restos de la policromía que un día debió tener. Y en el dintel de la ventana, un aviso: “esta casa la hizo el cura de Santa Colomba en 1694”. Quizá la piedra venga de San Pedro del Villar. La legendaria Pobladura desaparecida tal vez a finales del XVII, aquellas décadas malditas en las que la ira de dios descargó contra la Monarquía católica.

Volvimos a casa dando un paseo y nos acercamos a la Parroquia. A mi padre se le iluminan los ojos cuando habla y recuerda las cosas de su pueblo. Me señala la piedra de la que está hecha la Sacristía. La trajeron cuando se tiró una Capilla que había en las ánimas, casi en el cruce con Cobreros. Y le comento que hace unos veinte años, arreglando la carretera (aunque parezca increbile hubo una vez en que la Diputación hizo algo en una carretera de mi pueblo, es emocionante, ¿verdad?), salieron muertos de ahí. Aquella Ermita se tiró y con su piedra se hizo la sacristía anexa a la nave lateral de la Iglesia. Se nota que es otra sillería, en efecto. Nada de esto es casual. Cada vez tengo más claro que este pueblo se hizo de norte a sur y de este a oeste. Y que hubo una época, hará quizá dos siglos, en que el cura vivía en el Barrio y la ermita estaba ubicada cerca del río, al lado ya del límite con aquellos que vivían de trabajar el cobre. Porque el corazón de este pueblo está ubicado en ese fantástico paraje, a la ribera del río, a medio camino entre la Iglesia y el Barrio. Quienes fundaron este mi pueblo venían de muy lejos, quizá de la Córdoba delirante de las tres culturas. Pero llegaron a él a través de Cobreros, no a través del Terroso..

10.7.11

Lo han robado (II)

Es en este contexto en el que Picaud inicia el viaje. Un viaje largo. Tenebroso. Duro. Somos quienes somos también porque hubo un Camino a Santiago. Al terminar el viaje, el monje Aymerico escribió un manuscrito en el que narraba las vicisitudes del viaje y que denominó el Liber Sancti Iacobi. El libro se hizo famoso y fue conocido en toda Europa con el nombre de Codex Calixtinus, y pasó a convertirse en una suerte de guía para viajeros a Compostela durante la Edad Media. En el cuarto libro del Códice, conocido como el Pseudo Turpín (ya que Picaud atribuyó su autoría a Turpin, obispo de Reims en el siglo VIII), se cuentan las legendarias hazañas de Carlomagno en Hispania. Allí se dice que el Emperador sometió a más de cien ciudades en la península, de las que sólo tres opusieron una feroz resistencia, por lo que Carlomagno no sólo las destruyó al conquistarlas, sino que las maldijo, para que quedaran para siempre reducidas a ruinas. Dos de estas tres ciudades, Capparria (parece ser que la actual Ventas de Caparra, en la provincia de Cáceres) y Adania (parece ser que Idaña La Vieja, en Portugal), ya estaban en ruinas cuando Picaud compuso el texto; sin embargo es la tercera, Lucerna Ventosa, la que más fascinante, ya que es la que acabará dando el nombre a la ciudad legendaria sumergida en nuestro lago de Sanabria.

Según la historia que se narra en el Pseudo Turpín, cuando el Emperador ruega a Dios para que le entregue la ciudad, los muros de Lucerna se caen y del suelo empieza a brotar un sucio torbellino de agua que inunda la ciudad, convirtiendo el lugar en un estanque de aguas turbias en las que nadan grandes peces negros. No sabemos bien ni donde se encontraba aquella legendaria ciudad, ni en qué ubicación estaba pensando Picaud cuando escribió el texto. En la actualidad, existe acuerdo entre los autores que más han estudiado la obra de Picaud en considerar que la ciudad estaba ubicada en la tierra del Bierzo, en la actual provincia de León, en el camino de Santiago. Según esta hipótesis, el lago de la leyenda es el lago de Carucedo, originado cerca de las minas romanas de las Médulas, lago que se habría formado tras la destrucción de Lucerna, que se identifica con el Castro de Ventosa. Hasta aquí, la leyenda vinculada al camino de Santiago.

Para saber porqué Picaud le puso el nombre de Lucerna a la ciudad, hemos de ir a la localidad suiza homónima. Se trata de un pueblo al que en la Edad Media se vinculaba como morada del cuerpo de Poncio Pilatos, el gobernador romano de Judea que no hizo nada por evitar la muerte de Cristo. En la Edad Media una leyenda aseguraba que ésta Lucerna era en realidad una ciudad nueva que se había edificado a los pies de un Lago en los que se hallaba una ciudad sumergida y destruida por Carlomagno al negarse a rendirse. Probablemente Picaud, nuestro monje, conocía la leyenda de Lucerna suiza y la transcribió para su obra referida a la península ibérica.

El paso que faltaba por dar, es decir, la llegada de Lucerna a Sanabria, está relacionado con la comunicación que hubo entre los monjes cistercienses del monasterio de Carracedo, fundado en el siglo X, y al que pertenecía el Lago de Carucedo, con los monjes, también cistercienses, del Monasterio de San Martín de Castañeda, dueños del lago de Sanabria. En algún momento, alguno de los monjes llevó la historia de un lago a otro. Y si allí, en el lago berciano, se hablaba de una maldición, aquí la historia cobraba un matiz religioso al asegurarse que fue Dios, en forma de peregrino, quien destruyó el pueblo ante la avaricia y falta de caridad de sus vecinos.

Toda esta historia estaba recogida en el Códice. Pero lo han robado. El Códice. El libro de nuestra memoria. El libro de nuestros mitos. Un libro que vale más que este gobierno, que la calva del tal Pérez y que la barba de Mariano. Un Códice que fue occidente entero. Hay que recuperarlo. Cueste lo que cueste.


PS: En la capital de nuevo. Con lo bien que se estaba en la nuestra tierra.