6.6.11

De boatos, oropeles y seguridades

El acto era en el Palacio de Zurbano. Una toma de posesión. De una Comisión Nacional. Órganos independientes destinados a regular, en un formato extraño a nuestra tradición administrativa. El boato de lo estatal. No lo iguala ni lo municipal ni, desde luego, lo autonómico. Los techos, pintado al gusto de la burguesía del XIX. Los salones, amplios. Los jardines, cuidados. El Oficial Mayor del ministerio leyendo con voz grave. La toma de posesión en sí. Jurar encima de la Constitución. Ritos laicos en un mundo que ya no cree en nada. Lealtad al Rey, claro. Ahí está una de las claves. Unas palabras del ministro. Correctas. Aplaudo con cortesía. Corrillos informales al terminar. El mundo como un pañuelo. Varios amigos y conocidos comunes. En la conversación se nos entrecruzan varios, desde Oscarnelo, hasta la Diputación de Zamora. Sigo siendo, pese a todo, un tímido impenitente. Dolorido, pero impenitente. Me cortan mucho las aglomeraciones, el tener que hablar sobre mí mismo con gente a la que apenas conozco. Y pienso: la seguridad, como la claridad, a veces viene del cielo. Es un don, que algunas personas son capaces de transmitirnos, aunque a veces estas personas no lleguen nunca a entenderlo...


PS: “Lo que hay detrás de una mujer / es otra mujer: / quitarle la ropa no sirve de mucho” (Cecilia Quílez, de su poemario “Vísteme de largo”)

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