12.3.11

El domingo hubo paella amb el amic Roger. Tantos años después. Otra de las cosas que quedó a medias durante la última década, siempre tan difícil hacer cualquier cosa que implicase dejar de ver la tele... Además, vino con nosotros el amigo Manolo. Así que la comida fue deliciosa: pusimos verde a Rubalcaba, ataqué a gallardón por cripto rojo y a los del pepé por acomplejados. Según iba haciendo efecto el merlot aragonés que nos marcamos y tras repasar la vida de Fouché, fuimos dando forma a varios puestos a repartir en el futuro (no descarten verme trabajar en Cervantes de aquí a unos años) y hablamos de futuras conferencias y nos fuimos convenciendo de la bondad, a estas edades, de convertirnos en suaves toyboys para mujeres ajadas ya por la edad.

Cuando íbamos terminando, la conversación se nos deslizó hacia el protagonista del último libro de Manolo, Francisco de Miranda: putero, jugador, megalómano y traidor. Allí nos ofreció un ejemplar de su último libro. Sólo olerlo ya prometía. Lo leeré y usted, desocupado lector, debería hacer lo mismo. Y yo pensaba, yendo ya para casa, qué curioso, hace un año más o menos presentó el anterior, pero entonces era yo el que estaba en los Estados Unidos…

Qué despacio pasan los días y qué deprisa pasan los meses.

PS: Almuerzo familiar hoy para celebrar el cercano cumpleaños.

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