2.12.10

Un almuerzo (recuerdos)

Almorcé con Manolo. Te veo cansado, me dice al sentarnos. Joder manolo, en este negocio me metiste tú hace años, cabrón. Con lo bien que estaría yo ahora en mi Ayuntamiento… sí si, ibas a estar de cojones tú en un Ayuntamiento, te habías tirado por la ventana hace años.

Almorcé con Manolo. Hay personas que, sin saberlo, entran en nuestras vidas y la cambian. O hacen que sea algo que nunca pensamos que llegaría a ser. No sólo (no renunciaré a este acento mientras viva, ¿oído Academia?) en lo personal. También en lo profesional. Yo llevaba año y medio en el Aljeteko Udaletxe. Primero la entrevistó a ella, pero no la cogió, gracias al cielo. En marzo o abril me llamó. Un par de entrevistas. Yo apenas sabía lo que era una consultora. Un abril me marché. Y entré al mundo al que he vivido los últimos ocho años. Recuerdo el primer día. En Agustín de Foxá. ¿Tienes ganas de viajar?, me dijo Manolo. Mañana te vas a Barcelona. Y recuerdo al día siguiente, cogiendo un taxi para ir a Barajas, buscando que el trayecto fuera corto no diera la casualidad de que me dijeran algo por el coste del mismo. Qué cosas. Qué inocencia. El miedo que sentí al entrar en la oficina, en el paseo de los pinos…

Lo pensaba hoy mientras almorzábamos. Seguimos en contacto, aunque hace años que no trabajamos juntos. Quién sabe, quizá algún día volvamos a coincidir en otra empresa. Personas que, sin conocerte de nada, te enseñan un oficio. No hay tantas malas personas por la vida. En general, hay mucha gente con virtud por el mundo adelante. Lo importante es saber rodearse de ellos. Algún día les explicaré la teoría que al respecto de este Kolectivo ha elaborado Antuan, mi espía favorito.

Almorcé con Manolo y hablamos, como siempre, de fútbol, de negocios y de política.

Almorcé con Manolo.



PS: "Pero los favores que menos se hacen son los que no costarían casi nada: la necesidad demasiado visible provoca rechazo; la vehemencia de una solicitud es la garantía de que no obtendrá respuesta".

Muñoz Molina, A: La noche de los tiempos. Círculo de lectores, Barcelona, 2010. Pág. 77

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