13.12.10

Cine y cómics contra el totalitarismo (o el final de un sábado dejando descansar la muela)

Estuve viendo, por fin, Persépolis. La historia de Marjane Satrapi. Y de mujeres como Azar Nafisi. Siempre me ha fascinado Persia. Un país que inició un tránsito a la modernidad antes quizá que el nuestro. Una monarquía corrupta, pero modernizadora. Una nación con clases medias en los sesenta, con mujeres cada vez más liberadas de sus yugos ancestrales. Un país en el que las niñas estudiaban, las jóvenes se podían pintar y las madres podían divorciarse. Una revolución mirada con simpatía por nuestra progresía aquí. Caer en la Edad Media, de golpe. De repente, las cárceles se quedaron pequeñas. Aquella certera frase de Ramiro de Maeztu, poco antes de que lo mataran fuerzas al servicio del gobierno dizque legítimo de la República: "La civilización no hay que darla nunca por supuesta. Siempre está amenazada”. Retrocedieron. Cientos de años. Esa obsesión de las religiones con la mujer y con el sexo. Lo cuenta muy bien Ayan Hirsi Alí en su magnífico libro. La maldita guerra que vino después. Las ganas de libertad. Todo ello visto a través de los ojos de una niña que se hace mujer viendo como la identidad nunca nos abandona. La vida se detuvo para ellos. Gente de mi generación atrapada en el tiempo; por eso, nadie lee ya Lolita en Teherán. No pueden hacerlo. Gente como nosotros, lector, educados por padres que habían crecido en un régimen moderno, viven ahora a las sombra de un gobierno terrorífico para las libertades más básicas de las personas. El agobio de no poder ser libre.
La película es muy buena. Y como todos los grandes dramas, con sus buenas dosis de humor. Como dice la abuela cuando su nieta anuncia que se divorcia: "no te preocupes hija; el primer matrimonio es sólo el entrenamiento para el segundo". Qué cosas.
No deje de verla, lector. Una buena vacuna contra los totalitarismos.

PS: "En un Estado totalitario y paranoico, nada estaba fuera del alcance de la política. El profesor Kalmonson, del zoo de Moscú, fue detenido por actividades “destructivas” cuando los monos del zoo murieron de tuberculosis […]. En diciembre de 1937, 53 miembros de una asociación de sordomudos fueron detenidos en Leningrado, y a 33 se los condenó a muerte por participar en “conspiraciones” en su lenguaje privado. Se detuvo a filatelistas y esperantistas por hacer tenido tratos con extranjeros" […]
Tzouliadis, T.: Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Debate, Barcelona, 2009. Página 106

1 comentario:

Flor dijo...

La veré. Gracias por la recomendación