22.9.10

Labordeta

La muerte de Labordeta. La muerte nos iguala a todos; ninguno escapamos a ella. Borges lo sabía, por eso decía que el resto de seres de la creación son inmortales: ninguno sabe que morirá, pero nosotros sí lo sabemos. A mí Labordeta me pilló joven como para haberlo oído en la transición; supe de él, como tantos otros, imagino, gracias a su país en la mochila. Tenía cara de buen tipo, un hombre recio, que supo andar haciendo camino. Luego supe de él, muchos años después, por Jiménez Losantos, y por lo que cuenta en alguno de sus libros. La primera vez que oí su himno a la libertad, me emocioné, y algunas veces lo tarareo, a solas, cuando estoy en la ducha.

Anduvo luego metido en política. Está bien. Los ciudadanos tienen que involucrarse en la vida pública. Y luchar por lo que creen justo.

Se va yendo la gente que tenía mediana edad cuando nosotros éramos niños. Es ley de vida. Pero con ellos, desaparece también, poco a poco, el mundo en el que maduramos y nos abrimos a la vida.

Que la tierra, también a ti, te sea leve…


PD: Hay gente para todo, el tal Alejandro Cao de Benós. Me encontré un día subitácora y le juro, desocupado lector, que pensé que estaba de broma. En fin.


PS: "Habrá un día en que todos / al levantar la vista / veremos una tierra / que ponga libertad".


PD2: De nuevo de camino a Mérida

1 comentario:

Anónimo dijo...

la muerte es absolutamente democrática,a todos llega por igual. Pero no a todos les lloran por igual, y el llanto de tanta gente por Labordeta me ha producido admiración por él, aunque nunca le seguí y a penas nada sabía de este personaje, excepto lo que la tv nos mostró.
NC