27.8.10

Un bosque de magia

Hay un bosque de cuento. Un bosque sacado de las leyendas artúricas, de las andanzas del villano de Sherwood o, lo que es aún más impactante, de las pruebas de Hércules en Hispania. Si mi amigo Jesús en otra vida nace por aquí, encontrará, sólo él puede hacerlo, la conexión de este bosque con La Cueva toledana.

Un bosque mágico. El Tejedelo. Hecho de tejos y forrado de acebos. El tejo. Quizá el árbol más majestuoso de nuestros bosques. A su saludo, mis adorados castaños se vuelven adolescentes, como le pasa al Perdíu cuando lee a Arcadi cada sábado en El Mundo. Subimos. Hacía años que no pasaba por allí. El recuerdo de una imprudencia, aquel viernes santo que pudo ser luctuoso, me alejaba del bosque. Subimos, además, con niños. Fue fantástico explicar pacientemente la diferencia entre un carballo y un roble, entre un sendero y un cortafuegos. Pasear de la mano con un niño transmite vida, y cuando además cantamos a dos voces la canción del pirata (y va el capitán pirata, / cantando alegre en la popa, / Asia a un lado, al otro Europa…), la vida se transforma en luz. Subimos. Arriba chispeaba. Almorzamos. Desde lo alto no sólo se ve el bosque, sino que también entrevimos lo que esto pudo haber sido. Se veía claramente desde arriba. Sólo había que saber mirar, pero no todo el mundo cuando mira, ve. Igual que no todo el mundo cuando besa, ama. Igual que no todo el mundo es feliz, aunque sonría.

El descenso fue más ligero. Me volvía Claudio Rodríguez: “no porque llueva seré digno”, dice uno de los versos de Don de la ebriedad, el libro que publicó con apenas diecinueve años. La luz aquí, incluso con niebla. La luz. La luz del oeste, en agosto. Cómo lo ilumina todo y cómo nos hace a todos más personas. A todos, también a ti, aunque no quieras entenderlo.

En Zamora, echando el día, como los hacendados que bajan a la capital a resolver gestiones.


PS: "Quisiera estar contigo no por verte / sino por ver lo mismo que tú, cada / cosa en la que respiras como en esta / lluvia de tanta sencillez, que lava" […] (Claudio Rodríguez, 1953)

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