29.8.10

Paseando por la Sanabria, en busca de las huellas de Men

Subimos hasta el pinar de Vigo. De Vigo de Sanabria, claro. Ahora hay allí una casa vieja, de los años cincuenta o así del siglo pasado. Pero el pinar de Vigo en uno de esos lugares mágicos que tanto abundan por la Sanabria. No sólo tiene la mejor vista sobre Nuestro Padre El Lago, sino que, además la leyenda sitúa allí la casa de Men Rodríguez de Sanabria.
Men Rodríguez. El primer sanabrés que apreció en la historia con datos claros. Leal vasallo de su rey Pedro el Justiciero, el amigo de los judíos. El hombre en torno al cual se arremolinaban los sectores más dinámicos de la Castilla del XIV. El último rey legítimo en estas tierras. Men Rodríguez, el hombre que no lo abandonó nunca. Jamás. El hombre que prefirió el exilio antes de ponerse al servicio de un rey no sólo bastardo sino también ilegítimo. El hombre que mantuvo la bandera del rey muerto en esta zona. El hombre que acabó en Portugal, amigo de los judíos, y que desapareció de la historia después de ver como un rey felón le arrebataba la Sanabria para entregársela a los arribistas Losada.

Men Rodríguez. Si uno fuera dado a la épica lo imaginaría pensativo, al oscurecer del otoño, desde donde ahora está el pinar de Vigo, mirando al lago, antes de partir a la llamada de su señor.

Hacía calor y eran casi las tres de la tarde, pero no pude dejar de cantar, en bajito y para mí mismo, aquella canción que a Men le hubiera gustado compartir con nosotros, tantos años después: “It was a long time coming – but / I knew I'd see a day / When you and I could sit down / And have a drink of Tanqueray”. No te apures, quizá, después de todo, también la cantemos algún día nosotros, sentados en un escaño, a la lumbre, mientras atardece.

PS: […] como escribió Paul Valéry, “la belleza convierte un objeto en un enigma”. Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 467

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lleva usted unas semanas inspirado Perdiu. A esta lectora le gusta más cuando habla de usted y deja un poco la política de lado.
Animo

Anónimo dijo...

Men Rodriguez no estaría pensativo mirando el lago antes de partir a servir a su señor, estaría gozando, llenándose de vida y no de melancolía. Eso es lo que se hace cuando la vida puede terminar en la batalla, cuando se descubre la fina línea que nos separa de la nada.
NC