15.8.10

Legio VI Victrix

Volví a León. A León siempre vuelvo, al menos desde que tengo doce o trece años. Fueron muchas navidades allí, y navidades muy buenas. Siempre estoy en casa. Cómo ha ido cambiando. Ya no hay coches ni en Ordoño ni en la plaza frente a la Catedral. Qué hermosa ciudad para pasear y quizá para vivir. Olvidarme de todo, venir aquí, dejar de escribir y formar una familia. Oscurecido de todo. ¿Sería capaz?. Estuve con James. James y Hornuez, dos de los mejores anfitriones que conozco, cada uno a su estilo. La casa de James es solariega, a las afueras. Comemos y nos tumbamos, a vegetar como los decadentes senadores romanos que ya nunca seremos. Su Chigre. Su vida; una vida viajera, construida a retazos entre Boston, Londres y Vietnam. Salimos a tapear por el Húmedo, ya de noche. Abrazo con Jose, emocionado. Lo bueno de hacerte mayor es que ya eres tú quien elige la parte de la familia con la que quieres mantener relación. Guillem, todo un hombre ya, con quince años. Aún recuerdo cuando nació, aquel febrero del noventa y cinco. Cómo olvidarlo. Viene este verano a la Sanabria porque le gusta una niña de Mombuey. Su padre me invitaba a mí a copas hace veinte años y este verano invitaré yo al hijo.

La vida.

Un eslabón.


PS: “Praga es la última de las antiguas ciudades y todavía ofrece afablemente / un rincón donde se mueve el tiempo / y el reloj está parado”, escribe el Premio Nobel de literatura de 1984, el checo Jaroslav Seifert.

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 641

No hay comentarios: