18.2.10

Descubriendo Apple

Como saben los desocupados lectores de esta columna, a principios de febrero estuve unos días en la Florida con el General en Jefe de mis ejércitos. Nada más bajar del avión me dijo: “aquí tienes un IPhone para que lo uses mientras estés aquí. En casa te he creado un usuario en el Mac”. Así es Mi General. Y yo, cuando sea mayor, quiero aprender a ser tan generoso como él. Así que la semana fue, en realidad, mi semana de bautismo en el universo Apple.

Los resultados han sido desiguales. En cuanto al IPhone, estéticamente me parece muy superior a cualquier otro teléfono de su gama, lo que se llama pomposamente smart phone. Es magnífico, hermoso y hasta poético. Y con una cantidad de aplicaciones fascinantes. Pero luego, lo de escribir mensajes con la punta del dedo no acabo de verlo. Ando dándole vueltas a jubilar a mi vieja Qtek, pero aún no me he decidido, y la verdad es que la semana de uso de IPhone tampoco me ha sacado de dudas.

Otra cosa son los Mac. Nunca los había usado y me vuelve a fascinar su estética. Al rato de trabajar con él, te sientes hasta más relajado. Está claro que Microsoft es a la informática lo que la socialdemocracia a la política: el refugio de la vulgaridad. Algún día tendré dinero. Y ese día me compraré un Mac. Y diré, como Graves, adiós a todo eso.

Entre tanto, ando disfrutando del IPod que me compré en Miami. Y cacharreando en toda la música que le robé, qué cabrón soy, a mi honrado General en su ITunes.

La dura vida, lo tengo escrito, del deportista de élite.

PS: Y el hedonismo, y su ostentación, no han sido nunca bien vistos en las filas de la izquierda tradicional, por más que esa izquierda suela comportarse, más o menos a escondidas, de forma radicalmente distinta a lo que predica y sanciona en público.

Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 258

PD: Ayer puse el Ipod el modo aleatorio. La primera canción que salió fue la de Tan fácil, del disco Pasión por el Ruido, de Barricada. Ya saben: “Cuatro gotas cambian el color / del suelo que brilla amarillo hoy; / acabé quemando mi nariz / sólo en octubre me siento así. / Y ese viento que pega de frente / no deja a los ojos descansar: / lágrimas que aguantan un poco más / como cuando todo estaba dicho”.

No diré más.

4 comentarios:

rebolloa dijo...
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rebolloa dijo...

Como siempre, muy generosos los comentarios mi Senador, aunque últimamente me parece que se le distingue la marca que a veces le deja un parche en el ojo...
En mi modesta opinión, el iPhone tiene una sofisticada e insuperable oferta de programas, multimedia, y conectividad a internet. Solo por el navegador de internet valía la pena comprarlo.

Pero coincido enérgicamente con mi Senador en que a mi ver, el fallo está en el teclado táctil. Me voy acostumbrando y mejorando, pero para escribir, todavía prefiero mi Blackberry...

Anónimo dijo...
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pululante dijo...

Yo, que le sigo hace tiempo, también llevo un par de semanas en el mundo de la manzana con el iPhone.

Aparte de modas y buen diseño, hay que reconocer que está muy bien hecho, y que la sencillez de manejo es increíblemente superior a todo lo que he probado.

Para escribir emails seguro que la Blackberry es superior por su teclado. Pero le he sacado más partido al iPhone en 2 semanas que a mi vieja HTC TyTn en el último año.

Saludos.