19.1.10

Pequeñas cosas sin importancia

Amanezco con cierto dolor de cabeza. La noche no fue buena.

Quizá un catarro.

Quizá demasiadas cosas en la cabeza.

Quizá fue sólo una sobremesa excesiva, como son casi todas las mías desde hace meses.

Quizá fue que en la sobremesa me acusaron de discutir por discutir, como un diletante, sólo por llevar la contraria.

Quizá es que en realidad nunca he sido otra cosa más que eso, un diletante.

Quizá fue sólo estar solo.

Quizá fue saber que la realidad no sólo es áspera sino también dura, como una piedra.

Quien sabe.

Entre tanto invierno, dos buenas noticias, de dos queridos amigos. Por un lado, la sonrisa de un querido lector me devuelve la paz. Y a este lector, como a mí mismo, no puedo dejar de recomendarle la lectura, ahora que asoma el motero, de aquel post sobre La Raya. Ahí está casi todo. Por otro lado, otro amigo vuelve al a carga con otro artículo sobre el empleo, esta vez en un periódico zamorano. Aunque no estoy de acuerdo con todo lo que plantea, ya saben los lectores de esta desocupada bitácora que tengo la mejor opinión de él, así que no dejen de leerlo.

PS: Gregorio Morán escribió acerca del Presidente Adolfo Suárez: “Suárez es trabajador pero cultiva en exceso la sociabilidad y eso tiende siempre a la indolencia, a la cena larga y la sobremesa interminable”. Y mientras lo leía, pensaba que hablaba de mí

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Perdiu:

Esa sonrisa de la que hablas la empecé a recuperar cuando me enseñaste que a las penas había que darle púnalas; que había que continuar avanzando; que había océanos azules; que la amistad está por encima de todo, cuando descolgabas el teléfono todas las tardes para saber como estaba, ocultando en ocasiones que tú estabas peor que yo y en infinidad de ocasiones que recuerdo pero no voy a detallar. Esa sonrisa ha aparecido gracias, entre otros, a ti, que resumiendo, me enseñaste a mirar hacia adelante.

Hoy vuelves a mostrarme el camino, como tantas veces, senda que gracias a ti y a tus enseñanzas ya había cogido.

Sabes que este Coronel se va a mantener en su puesto, impertérrito, acompañándote en todas las batallas para las que me llames a filas pues sé que mi General de cinco estrellas nunca me fallará, espero estar a la altura de las circunstancias.

El Coronel

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.