13.1.10

Mudo ciprés

Fue a finales de los ochenta. Yo estudiaba interno. Con los curas. Fueron años felices que me apartaron, por cierto y a la larga, del taxi al que iba de cabeza. Teníamos un claustro. No había ciprés, es verdad, pero hasta que descubrí el poema de Gerardo Diego, nunca lo eché de menos. En el claustro hacíamos gimnasia cuando nevaba, jugábamos cuando nos aburríamos y debatía de política con aquel ya lejano Carlos Pepé.

El caso es un día el Padre Santiago, un leonés recio, inteligente que nos daba Lengua y Literatura, nos explicó lo que era un soneto, y nos leyó con su voz castellana el que el joven poeta montañés escribiera allá por 1924, cuando apenas contaba con veintiocho años.

Nunca volví a ver igual el claustro. De hecho, nunca volví a mirar igual un ciprés. Hace años, el azar me llevó también a Silos. Sólo me interesó buscar el “mástil de soledad”. Es difícil describir mejor un lugar y un momento, un estado de ánimo, una sensación vital, que lo que hace Gerardo Diego en este magnífico texto.

Enhiesto surtidor de sombra y sueño

que acongojas el cielo con tu lanza.

Chorro que a las estrellas casi alcanza

devanado a sí mismo en loco empeño.


Mástil de soledad, prodigio isleño,

flecha de fe, saeta de esperanza.

Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,

peregrina al azar, mi alma sin dueño.


Cuando te vi señero, dulce, firme,

qué ansiedades sentí de diluirme

y ascender como tú, vuelto en cristales,


como tú, negra torre de arduos filos,

ejemplo de delirios verticales,

mudo ciprés en el fervor de Silos.



Así, mi alma (también) sin dueño.

PS: […] "las personas tienden a hacer lo que la vida les deja. Todos somos empujados (aunque sólo en parte, [...] pues el margen de responsabilidad es amplio) hacia un lado u otro por las obligaciones de los demás, o por los pequeños deberes de la sociedad en que vivimos, o por accidentes, o por lo que la vida te permite o no te permite hacer. […] Lo que pasa es que la vida urge. Está llena de muchas obligaciones pequeñas pero urgentes […] y son esas pequeñas obligaciones las que al final deciden cómo emplear la vida…"

Iglesias, Carmen: No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre historia de España. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009. Página 35

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Perdíu,te encuentro ultimamente muy bipolar.
NC

Anónimo dijo...

No creas NC, más bien está polarizado.

AV