17.9.09

Los libros

Tengo pocos lectores cerca. Ello me apena. Tener poca gente con la que compartir un libro es una auténtica frustración, porque hay pocos placeres superiores a los de la lectura. Y cuando me refiero a un libro, hablo de libros, no de novelillas. Me comentaban, paseando por Denia, que en España lectores, lo que se dice lectores, no somos más de cincuenta mil. Y quien me lo dijo sabía de lo que hablaba, no en vano dirigía una editorial.

Cincuenta mil sobre cuarenta y seis millones. Dios mío, si tiene más socios el Madrid, no me jodas.

De los escasos lectores que tengo cerca, gran parte consume su tiempo leyendo papelillos. No es lectura en sentido estricto, pero menos da una piedra. Así que cuando busco lectores de verdad, casi me echo a llorar. Quitas a cuatro o cinco y no me queda ninguno. Es verdad que algunos otros leen algo, pero o se quedan en la novelilla, o sólo leen por trabajo.

En fin, se va uno haciendo mayor y cada vez voy teniendo más claro que una de las divisiones más relevantes del mundo moderno es la que separa a los lectores de los no lectores. Y que fue la lectura, y no mi escasa inteligencia, lo que me sacó del lumpen al que iba destinado siendo nieto de campesinos zamoranos e hijo de un taxista.
Quedamos pocos lectores vocacionales. Quizá usted, desocupado ciudadano, forme parte del club. Del club de los que, cuando todo sea kindle, brindaremos ya ancianos con los ojos extraviados de nostalgia y con una ginebra en la mano mientras un libro, que apenas podremos ya leer, descansará en nuestro regazo, quizá para siempre.
Si es así, reciba una melancólica bienvenida…


PS: Menudo descubrimiento La Revista de Libros. No he tardado ni dos horas en suscribirme.
PD: Y después de este rollazo sobre los libros, hoy he estado en la radio. Y para toda España. Con un par.

PS: […] "pero también está esta pasión por el libro como objeto, esta necesidad de llevarme de una librería un montón de libros que creo que he de leer, que positivamente me interesan, y que después, por desgracia, quedan demasiado a menudo en una pila, encima de la mesa de trabajo, esperando que las lecturas obligatorias […] les hagan un hueco".
Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 35

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Perdiu, tranquilizaos por vuestra falta de lectores. Ellos (los no lectores), aunque siempre serán los más, no me preocupan.

Pero si me ocupan los lectores, pues de su existencia haylos más que leen para perderse, que de aquellos otros que leen para encontrarse... a si mismos.

Para no sentirme sólo necesito de estos últimos, y pocos me bastan.

Un saludo

Pablo el herrero

Anónimo dijo...

No sé a qué papelillos usted se refiere. Lector es el que lee y buen lector el que consigue que la lectura le enseñe algo, aunque sólo sea a pasar un buen rato, a imaginar otras vidas, a conocer ciudades que nunca verá, a tener cerca héroes que de otra forma no lo estarán , a difrutar del sonido de palabras que rara vez tiene oportunidad de pronunciar . No menosprecie a ningún lector, no menosprecie la literatura.

NC

El Perdíu dijo...

No se me enfade NC, pero los libros son otra cosa. Con todo mi respeto por la gente que lee novela.