8.9.09

Lecturas agostiles (IV)

Mi generación, como le ha pasado a las últimas cinco o seis generaciones de españoles, creció a la vida con una concepción jeremiaca de la historia de España. Todo salía mal. Éramos un país por hacer, cainita, estúpido y cruel. Ya tengo escrito por ahí que la ILE contribuyó mucho a generar esta narrativa, que con tanta alegría como incultura siguen por ahí pregonando los eruditos a la violeta que pueblan nuestra vida intelectual.

Luego uno va leyendo y va viendo que las cosas, en general son más complejas. Cuando uno se da de bruces, además, con alguien como Carmen Iglesias, los topicazos no tardan en salir corriendo uno detrás de otro. La recuerdo de la Facultad; fue una delicia tener con ella, en aquel seminario, aquella asignatura llamada “Estado y Sociedad en el Antiguo Régimen”, cuando uno sabía aún ni qué era el Estado ni que era exactamente esa cosa llamada sociedad.

El caso es que Dña. Carmen ha publicado recientemente una recopilación de diversos ensayos relativos a la historia de España y esta ha sido una de mis grandes lecturas en verano.
No siempre lo peor es cierto es, sencillamente, impresionante.

Conocimiento, objetividad y rigor. Nada más alejado de la morralla historiográfica tan habitual en nuestros lares, donde habitualmente nadie conjuga las tres variables. Muchas de las cosas que trata tuve la suerte de oírselas contar en directo, bien en la Facultad, bien en alguna conferencia: la imagen de España desde fuera, tan importante para conocer la imagen que los españoles tenemos de nosotros mismos; la forma de gobernar un imperio mundial con muy pocos funcionarios; el origen de la imagen oriental de España, el modelo educativo en el XVIII, el papel de las mujeres en la Ilustración, el Conde de Aranda, la familia en el Antiguo Régimen, la independencia de América, el drama de los afrancesados (todavía hay descerebrados que hablan de aquello como una guerra civil), Menéndez Pelayo y su lucha contra los heterodoxos, la cultura del XIX, la crisis finisecular…
Muchas conclusiones, que nos les voy a contar porque el libro hay que leérselo. Pero parece claro que la Monarquía se convirtió en una potencia mundial en un momento en el que los ataques a los poderosos empezaron a tener relevancia mundial gracias a la imprenta, que la imagen que el XVIII francés creó de España era una imagen profundamente interesada en términos políticos, que nuestra Ilustración no fue ningún desastre (a no ser que lo fueran todas excepto la francesa), que nuestro analfabetismo estaba al mismo nivel que resto de países europeos y que lo que nos destroza de verdad son seis años de guerra contra el francés en nuestro suelo, situación que no sufrió ningún otro país europeo…
En fin, un libro contra tópicos, muy útil para tener siempre a mano. Y eso por no hablar de los apéndices. El que trata sobre Marsilio de Padua es, sencillamente, delicioso.

Ni leyenda negra, ni leyenda rosa. Sólo la historia, por favor. Nuestra historia, lo siento esencialistas y lo siento teóricos del fracaso, es muy similar a la del resto de Europa. Pero similar de cojones, vamos. No dejen de leerlo, por favor.

PS: "[…] ese hombre del Lazarillo –comentaba unos meses antes de su muerte, refiriéndose a su recién publicada obra monumental sobre la picaresca-, que sale de casa rugiéndole las tripas, pero que se limpia ostentosamente con un palillo de dientes; pues bien, esta figura la he encontrado en un poema francés de la misma época. Y hace cuatro años –seguía Maravall- hubo en La Sorbona un coloquio organizado por hispanistas cuyo tema era la marginación y la exclusión en la España del siglo XVI. Yo sabía que ellos iban a plantear este fenómeno como típicamente español, y por ello me divertí preparando una colección de citas de escritores franceses del siglo XVI sobre exclusión y marginados, en los que no quedaban dudas sobre la miseria y la marginación en su propio país. Uno de ello contaba que en las calles de Lyon, durante la noche, no se oía más que “¡Ay que me muero de hambre” […] Y las mujeres iban arrastrándose famélicas y en pleno invierno echaban a sus hijos encima de la nieve, sin tener un solo mendrugo, sin disponer en los pechos ni siquiera de una gota de leche; eso se dice en un documento de la época […]. Se trata de aspectos que dependen de situaciones históricas y que cambian cuando cambian éstas".
Iglesias, Carmen: No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre historia de España. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009. Página 31.
PS: esta tarde otra vez al Nacional del Prado. Siempre es un placer.

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