25.8.09

Séptimo día. 10 de agosto

La impronunciable Jyväskylä. Quizá aquí naciera Finlandia. Aquí se enseñó por primera vez la lengua finesa y aquí vivió gran parte de su vida Alvar Aalto, uno de los grandes arquitectos del XX. Es una ciudad pequeña. Quizá la más hermosa de todas. Las calles del centro parecen ya más nórdicas que soviéticas. Hay universitarios, por todos los lados. Aalto diseñó aquí la segunda fase del campus universitario, integrando magníficamente sus edificios con los del primitivo campus. La universidad, la gran creadora de las naciones. El resto de sus obras están muy diseminadas por la ciudad y no son fáciles de seguir. Un comercial de Amnistía Internacional. Mucho lanas. No se acaban los lanas en este país, como tampoco se acaban los gordos. Será por el frío, digo yo. Volvemos a casa. Se nos va Finlandia, se nos van los días de vacaciones. La vida es eso que pasa mientras haces otras cosas, me dijo una vez el mítico Llorenç mientras almorzábamos.

PS: "Divulgadas, retocadas y a menudo vulgarizadas, las ideas de Herder se introdujeron en el pensamiento radical europeo después de la revolución francesa. Por encima de todo, sirvieron para dar forma al programa político del nacionalismo. Los intelectuales europeos no albergaban ninguna duda sobre el punto donde terminaba el viaje con el alfabeto a cuestas. Un Volk que se educaba y era culturalmente consciente de sí iba derecho a la “nacionalidad”, cuya culminación era la fundación de un pueblo estado independiente. Empapados de este espíritu, Frantisek Palacky normalizó el idioma checo y reinventó la historia checa, Vuk Karadzic hundió las manos en el cofre de las palabras para formar un idioma “serbocroata” único y, a fines del siglo XIX, Douglas Hyde fundó la Liga Gaelica para “desanglificar” Irlanda"

Ascherson, N.: El mar negro. Cuna de civilización y barbarie. Barcelona, andanzas, 2001. Página 243.

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